Antonio entra, dirigiéndose a los soldados. Le dice a uno que vaya a decirle a Cleopatra lo que ha sucedido, y les dice al resto que vayan a celebrar con sus seres queridos. Mañana antes del amanecer ellos terminarán la batalla.
Cleopatra entra, ella y Antonio febrilmente se saludan y abrazan. Él le dice que aunque César tiene la ventaja de la edad, sin embargo no pudo derrotarlo. Le pide a Cleopatra que permita a Escaro que bese su mano, dado que ha sido el más valiente en la guerra. Mañana le ganarán a César de una vez por todas; él desea que el palacio sea lo suficientemente grande para que quepa todo el ejército y así podrían ellos todos celebrar, pero ordena a los trompeteros que toquen y todos se regocijan.