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Carmiana, criada de Cleopatra, le pide a Alejas que llame al Adivino, él lo hace. Carmiana le da al adivino su palma para que se la lea, rogándole por buena fortuna; le dice que él no hace la fortuna, las ve, y ve que ella sobrevivirá a Cleopatra. Carmiana está feliz, considerando que esto significa larga vida. Ella le pregunta si tendrá niños, él le dice que solo si los deseos tuvieran vientres--en eso, ella le dice que salga, bromeando que lo perdona por decir esto por cuanto es un tonto. Iras es la próxima. El adivino la llama casta –de lo cual se burla Carmiana –y dice que ella tiene la misma fortuna que Carmiana. Ella dice que preferiría que fuese mejor que la fortuna de Carmiana, haciendo una vulgar referencia a un potencial esposo bien dotado. Las mujeres luego vuelcan su atención a Alejas, rogando a Isis que tenga una esposa infértil y muera cornudo, un destino que él merece según bromean ellas.
Enobarbo, un seguidor de Antonio quien ha escuchado esta conversación, calla a las mujeres y les dice que Antonio está llegando. Sin embargo se trata de Cleopatra, y ella pregunta si alguien ha visto a Antonio. Ellos contestan que no, y en tanto envía a Enobarbo para que lo encuentre, él llega. Se disgusta que Antonio haya cambiado de opinión sobre pensar en el amor todo el tiempo, y sale con sus sirvientes, sin hablarle. Antonio se queda sólo con el mensajero.
El primer mensajero le dice a Antonio lo que ha sucedido: Fulvia había peleado con el hermano de Antonio, Lucio, pero pronto se unieron y pelearon contra César. El mensajero se vio en problemas al relatar esto a Antonio, pero Antonio lo alienta a que continúe. Dice que Labieno ha conquistado más territorio, pero no puede continuar; Antonio le dice que no dude y que hable francamente, pero no puede, así que Antonio le ordena que salga.
El segundo y el tercer mensajeros llegan, y Antonio les pregunta si vienen de Sicionia, donde el dejó a Fulvia. Ellos salen para ubicar al hombre de Sicionia; el cuarto mensajero aparece y le dice a Antonio que Fulvia está muerta. El mensajero deja solo a Antonio; Antonio piensa que fue su ausencia e infidelidad lo que causó su enfermedad, y siente que debería terminar su relación con Cleopatra.
Enobarbo entra, y Antonio le dice que deben salir. Enobarbo dice que sería fatal para las mujeres el salir, dado que la falta de cortesía de un hombre significa la muerte para ellas, y luego dice: “En una ocasión de apuro, que mueran las mujeres. Sería una lástima rechazarlas por nada, pero puestas en balanza con una gran causa, deben estimarse en nada. Cleopatra, sorprendida por el más leve rumor de esto, morirá instantáneamente, la he visto morir veinte veces por motivos menos importantes. Creo que hay en la muerte una especie de pasión que ejerce en ella alguna voluptuosidad: tanta es la prontitud que pone en morirse". Acto 1, Escena 2, ll. 144-151 Hay un doble sentido en este discurso; la palabra “muerte” también se refiere al orgasmo de una mujer. Enobarbo bromea sobre cuántas veces ha visto a Cleopatra en Clímax así como cuán a menudo ha visto su deseo por un hombre. Antonio señala que ella debe ser astuta, pero Enobarbo insiste que todas sus pasiones y suspiros provienen del amor verdadero. Antonio desea no haberla visto nunca, pero Enobarbo dice que se hubiera perdido algo espectacular.
Antonio le informa a Enobarbo la muerte de Fulvia; Enobarbo le dice que era una mujer maravillosa y que esta tragedia le ha mostrado cómo trabajan los dioses, le han dado a Cleopatra como reemplazo. Antonio dice que tiene que hacerse cargo de los asuntos que Fulvia había empezado, y Enobarbo le indica que debe quedarse con Cleopatra. Antonio le dice que obtendrá el permiso de Cleopatra para partir, dado que debe ir a Roma. Sexto Pompeyo (Pompeyo) intentaba construir un imperio y representa una amenaza para César; Antonio no debería estar ausente de estos acontecimientos. Enobarbo está de acuerdo en informar a la gente, quienes deberían conocer las razones de su rápida partida.