Antonio, César, y Octavia entran. Antonio le dice a Octavia que él, algunas veces, se apartará de ella por su trabajo, y ella le promete que rezará por él cuando se vaya. También, él le dice que no siempre ha seguido las reglas, pero que de ahora en adelante lo hará. César y Octavia le dan las buenas noches y salen.
Un adivino entra a hablar con Antonio, le advierte que regrese a Egipto pronto. Antonio pregunta quién será más afortunado, él o César, y el adivino dice que César lo será. Le dice que el ángel guardián de Antonio es noble y valeroso excepto cuando César está cerca, por temor; por tanto, Antonio no puede protegerse cuando él está alrededor de César. Antonio le dice al adivino que salga y le dice a Ventidio que desea hablar con él. Dejados solos, Antonio se preocupa de que aunque César no es tan hábil como él lo es, él es más afortunado, y ganaría si todo se dejase a la suerte. El decide partir para Egipto, en tanto el adivino le ha preguntado:
"Aunque contraiga este matrimonio por tener paz,
Es en el Este donde está mi placer." Acto 2, Escena 3, ll. 40-41
Ventidio entra y Antonio le dice que vaya a Partia.