Resumen
Prólogo al cuento del Cocinero
Roger de Ware, el Cocinero, ríe a carcajadas por el cuento del Administrador y se dispone a contar su propia historia. El Mesonero le pide al Cocinero que cuente una buena historia, ya que, en lo que respecta a su cocina, su rendimiento es bastante cuestionable: “Muchas moscas andan sueltas por tu cocina” (162). Luego aliviana su comentario diciendo que “De broma se pueden decir muchas verdades” (163). El Cocinero se ríe con el comentario y le pide que no se enoje si su historia tiene a un hospedero como protagonista.
El cuento del Cocinero
Perkin el Seductor es un aprendiz que trabaja en una tienda de comestibles, un joven “más alegre que un jilguero suelto en libertad (...), lleno de amor y de lascivia como una colmena repleta de miel”. Este aprendiz pasa en las tabernas más que en su tienda, donde se divierte, baila y se olvida de su trabajo. Como le gusta el juego y es un “derrochador ilimitado” (165), a menudo le roba al dueño de la tienda, con quien vive hasta terminar su aprendizaje.
Un día, el dueño despide a Perkin debido a que “Más vale arrojar la manzana podrida que dejarla que pudra a las demás”. A partir de entonces, Perkin se va a vivir con un amigo “inseparable tan aficionado a los dados, al jolgorio y la disipación como él” (166). La mujer de su amigo es una prostituta que, durante el día, trabaja en una tienda para disimular.
Chaucer deja este cuento sin concluir.
Análisis
Así termina “El cuento del Cocinero”, una historia que se interrumpe antes de llegar a cualquier lugar significativo. Los especialistas mucho se han interrogado por este cuento inconcluso –y otros de la selección que también lo están–, y la principal pregunta que se hacen es si Chaucer dejó esta historia deliberadamente inacabada, si tenía la intención de volver a ella o si solo se ha perdido parte del manuscrito. Desafortunadamente, no hay respuestas definitivas, y los críticos han argumentado a favor de las tres posiciones.
El especialista Seth Lerer argumenta de manera persuasiva que, como muchas obras inconclusas de Chaucer, existe una posibilidad muy real de que este relato se encuentre sin terminar por decisión del autor. La narración se interrumpe justo cuando comprendemos qué tipo de historia se avecina: la de un aprendiz borracho, sin escrúpulos y en aprietos, y una prostituta. En este sentido, como bien menciona Pedro Guardia Massó, “el tono del relato se mantiene al nivel del cuento del Molinero y del Administrador” (2020: 50).
Dicho esto, hay algunas cosas interesantes para decir sobre la historia tal como la tenemos. En primer lugar, Hodge de Ware, el Cocinero, parece haber tenido una existencia real en la contemporaneidad de Chaucer. Esto aporta información importante respecto a los Cuentos de Canterbury, si consideramos que Chaucer podría haber poblado su peregrinaje ficticio de personajes con referencias reales, a quienes su audiencia podría haber reconocido. La cuestión, planteada también en otros cuentos, de la realidad versus la ficción, se profundiza aún más si consideramos que Chaucer no es el único peregrino que tiene una existencia dual, tanto adentro como afuera de la ficción: ¿Nos encontramos, en este caso, ante una parodia o broma a expensas del verdadero Hodge? Esto es algo tan probable como imposible de comprobar.