Los cuentos de Canterbury

Los cuentos de Canterbury Resumen y Análisis “Diálogo entre el Mesonero y el Molinero”, “El cuento del Molinero”

Resumen

Diálogo entre el Mesonero y el Molinero

Cuando el Caballero termina con su historia, todo el grupo la celebra. Contento de que el juego ya esté en marcha, el Mesonero le dice al Monje que es su turno. Sin embargo, el Molinero interrumpe, completamente borracho, e insiste con contar su historia, “que haría la competencia al cuento del Caballero” (134). El Mesonero intenta evitarlo, pero él advierte que, si no lo dejan seguir con su relato, se marchará.

Cuando logra su cometido, el Molinero explica que su historia es acerca de un carpintero cuya esposa le es infiel con un estudiante. El Administrador, que también es carpintero, se toma la noticia como una afrenta personal, pero el Molinero le avisa que “Un marido no debe indagar en la vida de Dios ni de su mujer en vida” (135), tras lo cual prosigue con su relato. Chaucer, el narrador, se lamenta de tener que reproducir las palabras “procaces” (Ídem) de este cuento, pero señala la inutilidad de ofenderse por un juego.

El cuento del Molinero

Esta es la historia de un viejo y rico carpintero Oxford, recientemente casado con Alison, una joven hermosa, a quien cela con ferocidad, ya que sabe que puede ser engañado debido a la diferencia de edad. Como “acepta huéspedes en su casa”, vive con Nicolás el Espabilado, “un estudiante pobre, muy entendido en artes liberales, que sentía una irresistible pasión por el estudio de la astrología” (136).

Un día, mientras el carpintero trabaja Oseney, Nicolás consigue seducir a Alison, con quien planea en secreto un encuentro sexual para el futuro.

Además de Nicolás, Absalón, el sacristán de una iglesia, también se encuentra perdidamente enamorado de Alison. Es así que el hombre comienza a cortejarla ubicándose bajo su ventana, causando las burlas de ella y de Nicolás.

Finalmente, el plan entre los jóvenes se lleva a cabo: primero, Alison le dice al carpintero que Nicolás se encuentra enfermo. Pasados unos días, el hombre se preocupa por Nicolás e ingresa a su habitación, donde lo ve paralizado, como si estuviera poseído. Tras sacarlo de su falso trance, Nicolás lo convence de que ha descubierto “el secreto de Jesucristo” y que “una lluvia tan torrencial y asombrosa, que el diluvio de Noé quedaría minimizado” (143), ahogará al mundo el lunes siguiente.

Aterrorizado, el carpintero acepta obedecer sus indicaciones con tal de salvarse. El plan que le propone Nicolás consiste en colgar tres tinas grandes de madera, una para cada uno de ellos, y llenarlas de provisiones. De este modo, cuando llegue el diluvio podrán flotar intactos desde la casa. El crédulo carpintero obedece al instante y se pone a trabajar duramente.

El lunes llega y, al caer la noche, los tres suben a las tinas. A pedido de Nicolás, todos comienzan a orar, pero el carpintero, cansado de haber pasado tanto tiempo trabajando, se queda profundamente dormido. Al oír sus ronquidos, Nicolás y Alison se dirigen a la habitación del carpintero y “Todo fue alegría y jolgorio mientras estuvieron allí acostados” (146).

Mientras tanto, Absalón, quien piensa que el carpintero se encuentra fuera de casa, se dirige hacia allí para cortejar a Alison bajo la ventana. Como respuesta, Alison le dice que ama a otra persona y le pide que se vaya. Absalón promete irse si ella lo besa una vez. Alison accede, pero cuando el infortunado se acerca a besarla, ella pone el trasero en lugar de la boca. Al descubrir la broma y oyendo las burlas de los amantes, el pobre hombre “se alejó apesadumbrado” (148).

Jurando venganza, Absalón se dirige a lo de un herrero amigo, quien le presta “una cuchilla de arado al rojo” y vuelve con ella a buscar a los amantes. De nuevo en la casa, Absalón llama diciendo que tiene un anillo para Alison. Esta vez sale Nicolás, quien también asoma el trasero para que el hombre lo bese y burlarse de él. Cuando Absalón se acerca, Nicolás suelta una sonora flatulencia que resuena “como un trueno”. Aturdido, Absalón le aplica “el hierro candente” en el trasero y “le chamuscó las posaderas” (149).

Terriblemente adolorido, Nicolás grita “¡Socorro! ¡Agua!” (150), despertando al carpintero, quien cree que el diluvio ha llegado. En ese momento, el carpintero corta las sogas de su tina y cae al piso con sus cosas y una parte del techo destrozado de la casa sobre él. Allí queda desmayado y con un brazo roto. Nicolás y Alison salen pidiendo auxilio, por lo que varios vecinos corren hacia allí a socorrerlos. Mientras el carpintero intenta explicar la causa de su lamentable situación, Alison y Nicolás dicen que él está loco, por lo que todos en el pueblo comienzan a burlarse de él y a creerlo un demente.

Análisis

Seriedad y juego son dos elementos en ambigua y constante interacción a lo largo de todos los Cuentos de Canterbury, muchos de los cuales reúnen, en forma simultánea, la broma, la frivolidad y la diversión con la seriedad, la moralidad y el sobrio significado. “El cuento del Molinero” no es la excepción, presentándonos una de las historias en la que más difícil se vuelve identificar si se trata de un simple y alegre entretenimiento, o si el relato esconde algún tipo de significativo elemento moral.

La historia de este desgraciado carpintero reúne muchos elementos que la vuelven por completo verosímil para cualquier lector de la época: todos sus detalles tienen sentido y parece estar ambientada en un Oxford suburbano realista que Chaucer podría tranquilamente haber conocido.

Al mismo tiempo, el relato es un claro fabliau, típico cuento medieval en verso, cantado, con el objetivo de entretener y hacer reír, y de un carácter difamatorio, vulgar e incluso erótico o escatológico. Estos relatos presentaban un estilo simple y un lenguaje coloquial, sin demasiados recursos retóricos. Además, solían enmarcarse en escenarios familiares y a presentar personajes estereotipados, satíricos. Por este motivo, de hecho, se enfurece el Administrador con el Molinero, ya que toma la caracterización del carpintero como una afrenta personal.

Así y todo, era común que el fabliau alternara su tono cómico con un mensaje aleccionador o moralizante; de ahí su cercanía, en parte, con las fábulas, relatos tradicionales que poseían una impronta didáctica realizada a través de moralejas o enseñanzas. En este caso, la advertencia que deja la historia parece girar en torno a las consecuencias que puede tener en los hombres mayores el dejarse tentar por la juventud y la apariencia a la hora de elegir esposa.

Por último, cabe mencionar la preeminencia que cobra el tema cristiano en este cuento, tópico que recibe el mismo tratamiento ambiguo, entre serio y cómico, que caracteriza todo el relato.

Por ejemplo, el falso plan que le propone Nicolás al carpintero consiste en flotar con la tina cuando llegue el diluvio, de un modo similar al que flota la barca de Noé en el Antiguo Testamento. En este reconocido episodio de la Biblia, Dios castiga a los hombres invocando una inundación que acaba con todos los pecadores que no creen en su palabra. Sin embargo, la tina del carpintero no se eleva, sino que realiza un estrepitoso movimiento descendente, destruyendo la casa y el cuerpo del crédulo hombre.

Absalón, por su parte, asume la figura de un ridículo diablo ennegrecido que porta en su mano un hierro en llamas, todo para ser recibido en la casa del carpintero con la sonora flatulencia de Nicolás.

Más aún, la crítica coincide en establecer un paralelismo entre Alison y Nicolás con Adán y Eva, lo cual presentaría el relato como una representación deliberada del pecado, en la que los pecadores gozan de una suerte muy distinta a la de la pareja bíblica.