El alcohol (Motivo)
El alcohol es un motivo recurrente a lo largo de la novela. Los sacerdotes se la pasan bebiendo, Primitivo bebe, don Pedro bebe, Máximo Juncal (el único personaje que parece culto) bebe, y hasta el pequeño Perucho se emborracha (o es emborrachado).
Si bien el alcoholismo no es tratado como tema (es decir, el narrador no lo aborda directamente como una problemática), el alcohol está constantemente influenciando el accionar de los personajes, y esta influencia nunca es positiva: cuando los sacerdotes se emborrachan, se vuelven soeces y lascivos; cuando Primitivo y el marqués se emborrachan, se exacerba su violencia; Máximo Juncal pierde su profesionalismo y locuacidad; el pueblo, al emborracharse, exacerba su ignorancia y se vuelve aún más manipulable (tal como sucede en la escena en la que un grupo de aldeanos "se manifiesta" frente a la casa de Barbacana). En Los Pazos de Ulloa, el alcohol nunca se presenta como un divertimento, sino como una parte constitutiva (y destructiva) de la cultura gallega de fines del siglo XIX.
Primitivo (Símbolo)
Dentro de la corriente naturalista, es usual la utilización de personajes simbólicos. Un personaje simbólico representa una determinada cualidad o abstracción. Primitivo, por ejemplo, además de ser uno de los grandes villanos de Los Pazos de Ulloa, funciona como símbolo de la barbarie rural. Sin dudas, la elección de su nombre por parte de Pardo Bazán no es casual, sino que apunta a reforzar el simbolismo encarnado por este personaje.
Sabel (Símbolo)
Siguiendo la línea de los personajes simbólicos tenemos a Sabel. La criada es una muchacha exuberante y sensual que no solo tiene relaciones pecaminosas con el marqués de Ulloa, sino que seduce a los pueblerinos en los bailes, e incluso llega a recostarse en la cama de Julián e incitarlo a hacer el amor con ella. Así, además de ser un personaje fundamental para el complejo entramado de la novela, Sabel funciona como símbolo del pecado.
Nucha (Símbolo)
En contrapartida a Sabel, Nucha simboliza la pureza. Ella se casa con el marqués solamente porque este mancilló su honor en privado, y porque su padre la obliga a ello. El narrador afirma que Nucha se entrega en su noche de bodas como si hiciera un sacrificio. Por otro lado, Julián la compara constantemente con la Virgen María. De hecho, para el párroco es inconcebible que ella haya tenido alguna vez relaciones sexuales.
La contraposición entre la pecaminosidad de Sabel y la pureza de Nucha es sumamente útil para denunciar el machismo reinante en la Galicia de fines del siglo XIX. El marqués de Ulloa escoge a Nucha para casarse porque quiere tener una esposa pura, pero diariamente prefiere acostarse con Sabel, a quien desprecia y adora por su pecaminosidad.
Los pájaros de pluma negra vuelan hacia atrás (Alegoría)
Máximo Juncal, el médico de Cebre, es el personaje arquetípico que representa el pensamiento liberal. Es antimonárquico y, sobre todo, anticlerical.
En sus visitas a los Pazos, Juncal provoca una y otra vez a Julián. Intenta hablar con él de política para, así, poder atacarlo (en general, Juncal está bebido y quiere entrar en discusiones). El capellán, sin embargo, evita sus embates y no entra en discusiones, afirmando que él es un hombre de Dios y que no tiene ideología ni pensamiento político alguno. El lector sabe que esto es verdad, pero Juncal no le cree y da por hecho que, dado que es cura, Julián ha de ser monárquico y conservador. Esto lo expresa a través de la siguiente alegoría ingeniosa: "Todos los pájaros de pluma negra vuelan hacia atrás" (159).
Esta alegoría está compuesta por dos metáforas. Los pájaros de pluma negra representan metafóricamente a los curas (por su vestimenta), y el acto de volar hacia atrás representa el pensamiento conservador que no mira hacia delante, hacia el cambio y el progreso, sino que pretende que el orden sea el de tiempos anteriores.