Los pazos de Ulloa

Los pazos de Ulloa La cronología de los hechos

A lo largo de la novela, van apareciendo diferentes referencias que nos permiten ubicar los hechos en determinado mes o estación del año, y ciertas marcas históricas que posibilitan que la totalidad de la acción de la obra se enmarque en fechas específicas.

En esta sección, realizaremos una cronología que permitirá al lector ubicar temporalmente la acción de cada capítulo, y así profundizar en su conocimiento sobre la novela. Es importante destacar que existen dos grandes desfasajes temporales. Estos pueden ser considerados errores de Emilia Pardo Bazán u omisiones deliberadas en pos de privilegiar el desarrollo de la trama por sobre la fidelidad histórica de la novela.

Hay tres datos que son fundamentales para enmarcar la acción total de Los Pazos de Ulloa. En primer lugar, en el capítulo IV, dice el narrador: "El marqués de Ulloa auténtico y legal, el que consta en la Guía de forasteros, se paseaba tranquilamente en carretela por la Castellana, durante el invierno de 1866 a 1867, mientras Julián exterminaba correderas en el archivo de los Pazos" (61). Aquí, Pardo Bazán nos brinda la fecha en la que comienza la aventura de Julián en los Pazos: el invierno de 1866-1867 (justo veinte años antes de la publicación de la obra). En segundo lugar, en el capítulo XII, Eugenio de Naya anuncia que la reina ha sido depuesta del trono. Es decir, ha comenzado la denominada Revolución Gloriosa, que sucede en septiembre de 1868. Por último, las elecciones en las que participa el marqués de Ulloa, en el capítulo XXVI, aluden a las elecciones generales de España de 1871, en la que los liberales vencen a nivel nacional a los carlistas.

Veamos ahora cómo encaja la acción de cada capítulo en relación con estas tres fechas. Desde el capítulo I al V, la acción transcurre en el invierno de 1866 a 1867. En el capítulo VI, Julián asiste a la fiesta de San Julián en Naya. La fiesta de este santo es el 6 de enero. Por lo tanto, aquí nos encontramos en el 6 de enero de 1867. En el capítulo VIII, Primitivo le dice a Julián: "Yo tengo ahí que atender al rareo del soto de Rendas. Están los castaños tan apretados, que no se ve…" (91). Primitivo debe talar los castaños. Esta tarea se realiza en febrero. Estamos, entonces, en febrero de 1867. En el capítulo IX, Julián y don Pedro viajan a Santiago de Compostela. En el capítulo X, se dice que la fiesta del Corpus está próxima. Dicha fiesta se celebra a finales de mayo. En el último capítulo de la primera parte, el XI, se casan Nucha y el marqués. El narrador afirma que la boda se llevó a cabo a finales de agosto.

La acción del primer tomo de la obra transcurre, entonces, entre diciembre de 1866 y agosto de 1867.

El capítulo XII, primero del segundo tomo, comienza con las siguientes palabras: "Quedaban migajas, no muy añejas aún, del pan de la boda, cuando don Pedro celebró con Julián una conferencia, conviniendo ambos en lo urgente de que el capellán se adelantase a salir a los Pazos para adoptar varias precauciones indispensables y civilizar algo la huronera, mientras no iban a vivirla sus dueños" (123). Aún quedan migajas de la boda cuando el capellán regresa a los Pazos. Deberíamos estar, pues, en septiembre u octubre de 1867. He aquí el primer gran desfasaje temporal de la novela: este capítulo termina con el anuncio de que la reina Isabel II ha sido depuesta. Eso sucede en septiembre de 1868, y no de 1867. Teniendo en cuenta que la acción de la obra podría haber comenzado en 1867 sin perjuicio alguno para la trama, y así podría haberse evitado fácilmente este desfasaje, es más lógico considerar a este salto temporal como un error de Pardo Bazán, y no una omisión deliberada.

En el capítulo XIII, don Pedro decide regresar a los Pazos junto a Nucha. Estamos "a fines de un marzo muy esquivo y desapacible" (133). Es marzo de 1869. Al final de este capítulo, nos enteramos de que Nucha está embarazada. En el capítulo XIV, el marqués le cuenta a Julián que el nacimiento de su hijo (está convencido de que será un niño) está previsto para octubre. Nucha da a luz en el capítulo XVII. Entonces, aquí estamos en octubre de 1869.

En el capítulo XXI, Julián sale de cacería. El narrador nos cuenta que, por su torpeza, el párroco ha sido puesto en penitencia por los demás hombres. Deberá estar en vigilia durante la noche, esperando a que aparezcan las liebres: "La luna de aquella noche de diciembre semejaba disco de plata bruñida colgado de una cúpula de cristal azul oscuro" (201). Estamos en diciembre de 1869.

En el capítulo XXIV se llama a elecciones en toda España. He aquí el segundo desajuste temporal de la novela. Dichas elecciones históricas se celebraron en marzo de 1871, no de 1870. Aquí, nuevamente, Pardo Bazán ha salteado un año. Podría objetarse que entre el capítulo XXI y el XXIV pasó un año y tres meses, pero dicha objeción tiene dos problemas: por un lado, rompe con la lógica temporal que plantea la novela, en donde entre capítulo y capítulo no pasa más de uno o dos meses. Por otro lado, la hija de Nucha sigue siendo una recién nacida en el capítulo XXIV, y no una niña de un año y medio.

El desenlace de la novela es en abril de 1871. Luego, llega el epílogo, en el que Julián vuelve diez años después a los Pazos. Esto sucede en 1881. No hay detalles que permitan inferir en qué mes o estación de ese año el capellán ha regresado. La acción del segundo tomo de la novela transcurre, entonces, entre septiembre de 1868 y 1881.

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