Resumen
A diferencia de los otros capítulos, este apartado no comienza con una receta de cocina sino con instrucciones para hacer fósforos caseros. Esta tarea es llevada a cabo por el Dr. Brown en su laboratorio, el lugar favorito de Tita. Así, la voz narrativa comenta que el médico decidió cuidarla en su hogar en vez de llevarla a un manicomio. Gracias a sus dulces palabras, actitudes y gestos, Tita se siente mucho mejor pero se mantiene sin hablar, en silencio absoluto. Con el paso de los días, se encuentra con una figura que le recuerda a Nacha, cálida y familiar. Tita es visitada diariamente por la mujer, hasta que el Dr. Brown ocupa ese espacio para hacer sus experimentos. El médico le cuenta a Tita que trabaja incansablemente para encontrar respaldo científico para los milagros médicos que llevaba a cabo su abuela, una india del pueblo kikapú llamada Luz del amanecer. Así, este laboratorio es el espacio en donde ella llevaba a cabo sus prácticas medicinales, vinculadas con el saber de su cultura.
Tita disfruta de verlo trabajar en la creación de cerillas. El hombre le muestra cómo el fósforo más el oxígeno puede crear una llama. Así, le cuenta una teoría de su abuela, que decía que todos tenemos en nuestro interior una caja de fósforos que se enciende en contacto con el oxígeno y una vela. El Dr. Brown le dice que en la vida, el oxígeno es el amor de un ser querido y la vela cualquier placer que sirva como detonador del fuego. Así, el ser humano debe encontrar esos elementos que enciendan el fuego interior y, si no los encuentra, la caja de cerillas se humedece y no puede prenderse más. Tita llora amargamente, ya que teme que sus propios fósforos jamás lleguen a encenderse, pero el Dr. Brown la consuela diciéndole que hay una cura para este mal. Le propone un juego que practicaba con su abuela, a la que describe como una mujer muy callada. Así, Tita se da cuenta de que esta señora es el fantasma que la visita diariamente. El médico le pide a la muchacha que escriba con fósforo en la pared el motivo por el que ella decide no hablar. Así, Tita expresa que no habla porque no quiere hacerlo.
La muchacha se queda pensando en las palabras del Dr. Brown y se pregunta quién será capaz de encender sus cerillas nuevamente. Esta reflexión la convence de no querer regresar nunca más al rancho de Mamá Elena.
Análisis
En este capítulo se profundizan algunos elementos presentes en el apartado anterior. Si bien desafiar a Mamá Elena trae duras consecuencias, también le otorga a Tita la posibilidad de desarrollar el poder de sus palabras. Luego del enfrentamiento con su madre, decide no expresar oralmente sus sentimientos ni opiniones simplemente porque no quiere hacerlo. De esta manera, por primera vez, la protagonista les hace caso a sus deseos, en vez de ser responsable del cuidado o la crianza de cualquier otra persona. No es casualidad que esta liberación de Tita ocurra justamente cuando huye del espacio doméstico del rancho y se muda a la casa del Dr. Brown. Esta fuga le permite explorar una nueva manera de vivir, que no se encuentra limitada por los valores y perspectivas de Mamá Elena. En este sentido, la incorporación de las instrucciones para hacer fósforos quiebra con la sucesión de recetas que caracteriza el inicio de cada capítulo. Así, el mundo del Dr. Brown es diferente y muestra que fuera de la cocina Tita puede ampliar sus perspectivas sobre la vida.
El Dr. Brown refuerza una idea que presente a lo largo de la novela: los roles de cuidado no son necesariamente biológicos. Así como Nacha y Tita ejercen de criadoras de niños, el médico protege a Tita de la violencia familiar y respeta sus decisiones y tiempos; “Esas manos la habían rescatado del horror y nunca lo olvidaría" (p. 118) comenta la voz narrativa. En este punto, el Dr. Brown es la persona ideal para acompañar a Tita en este proceso de libertad. Como personaje externo a la familia, le ofrece a la protagonista un sistema de valores completamente diferentes a los que imperan en el rancho De la Garza. Además, su trabajo como científico lo coloca a la vanguardia de las perspectivas de la época, lo que lo posiciona como un personaje progresista y receptivo a las nuevas maneras de entender el mundo. Esto se refuerza en que el propio Brown se atreve a desobedecer las normas de Mamá Elena sobre la crianza de su hija y se niega a internarla en un psiquiátrico. Este gesto exhibe su empatía y comprensión de la situación de la muchacha, y le da validez a sus sentimientos y percepciones. En este punto, desarrolla la idea de las cerillas como una metáfora que le permite a Tita entender su propia búsqueda individual: “Por eso hay que permanecer alejados de personas que tengan un aliento gélido. Su sola presencia podría apagar el fuego más intenso, con los resultados que ya conocemos. Mientras más distancia tomemos de estas personas, será más fácil protegernos de su soplo” (p. 127) le advierte el Dr. Brown, consciente de las dificultades que Tita debe atravesar en este viaje y del rol que Mamá Elena cumple en su vida.
La novela desarrolla una analogía entre Tita y el Dr. Brown, en tanto ambos personajes son inspirados por figuras maternales con las que atravesaron su niñez. Así como Nacha le enseña a Tita los secretos de la cocina, Luz del amanecer, la abuela del Dr. Brown, es un modelo de la práctica medicinal a partir de los conocimientos de su tribu. No es casualidad que tanto Nacha como Luz del amanecer sean descendientes de pueblos originarios mexicanos, ya que representan el acceso a saberes que no suelen ser legitimados socialmente; en un caso, las recetas propias de su cultura y en el otro, la curandería como práctica eficaz contra las enfermedades. Es tal la similitud entre ambas mujeres que Tita se acerca a Luz del amanecer a partir de un aroma que le recuerda a los platos de Nacha. En este punto, el Dr. Brown utiliza su laboratorio como una cocina de ciencia, ya que sigue fielmente recetas y tradiciones para recrear los viejos remedios que elaboraba su abuela.