"En ese momento comprendió perfectamente lo que debe sentir la masa de un buñuelo al entrar en contacto con el aceite hirviendo” (p. 23) (Símil)
Tita comprende el primer encuentro visual con Pedro a partir de una observación perteneciente al ámbito culinario. En este sentido, se exhibe que la protagonista entiende sus sentimientos y emociones desde la perspectiva de la comida y los efectos de los ingredientes en las recetas. Esta sensación de calor acompañará el apasionado romance entre Pedro y Tita a lo largo de toda la novela y reaparece en el encuentro entre Esperanza y Alex. Así, la narración valida los sentimientos de la muchacha, ya que son tan legítimos como los de Tita.
“A mí no me engañas, cuando tú vas, yo ya fui y vine, así que no te hagas la mosquita muerta.” (p. 48) (Metáfora)
En este reto de Mamá Elena a Tita, la mujer utiliza la metáfora de la mosquita muerta para referirse a la fingida inocencia de su hija. Así, exhibe que no cree en absoluto en el sufrimiento y padecimiento de Tita, ya que entiende que son tretas y engaños para mantener a sus espaldas el romance ilegítimo con Pedro. La utilización de esta metáfora muestra los prejuicios de Mamá Elena sobre Tita y la nula validación de los sentimientos de su hija frente al matrimonio de su amado con Rosaura.
"Tita literalmente estaba «como agua para chocolate». Se sentía de lo más irritable.” (p. 165) (Símil)
El iracundo estado emocional de Tita es comparable con la temperatura del agua necesaria para cocinar chocolate caliente. En esta perspectiva, el mundo de los sentimientos de la protagonista se expresa a través de comparaciones con los procesos culinarios de sus recetas. Sin embargo, si el calor en la cocina puede regularse y controlarse, las emociones de la protagonista aparecen como indomables.
“¡La verdad, la relación Rosaura-Tita hasta ahora había sido como la del agua en aceite hirviendo!” (p. 184) (Símil)
El vínculo entre las hermanas aparece comparado con la reacción que se genera entre el agua y el aceite hirviendo. En esta similitud queda expuesto el rechazo presente entre ambas, que se repelen al igual que las dos sustancias. Una vez más, el mundo de la cocina ofrece las palabras atinadas para describir relaciones, emociones y sentimientos. Al mismo tiempo, la voz narrativa deja entrever la posibilidad de que Rosaura y Tita sean, de ahora en más, más cercanas y unidas. Sin embargo, esto resulta imposible ya que las hermanas poseen formas antagónicas de entender el mundo y, especialmente, a Esperanza.
"¡Has enlodado el nombre de toda mi familia, desde el de mis antepasados, hasta el de esa maldita criatura que guardas en las entrañas!” (p. 188) (Metáfora)
En este ataque del fantasma de Mamá Elena a Tita, le reprocha haber ensuciado el linaje familiar. En esta injuria, la mujer utiliza el verbo “enlodar” en un sentido metafórico para indicarle a su hija que sus acciones clandestinas con Pedro van en contra de los valores y principios imperantes de la familia De la Garza. En este sentido, Mamá Elena manifiesta su rechazo absoluto a los sentimientos de Tita, capaces de destruir la buena reputación familiar.