Ética para amador

Ética para amador Resumen y Análisis Capítulos 6-7

Resumen

Capítulo 6: Aparece Pepito Grillo

Nuestra única obligación en la vida es no ser imbéciles, sostiene el autor. El imbécil es, en el origen de la palabra, quien necesita un bastón para caminar, pues su espíritu es demasiado débil para hacerlo por sí solo.

Hay varios tipos de imbéciles:

A) el que cree que no quiere nada y dice que todo le da igual;
B) el que cree que lo quiere todo, lo primero que se le presenta y lo contrario de lo que tiene;
C) el que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo; entonces imita los quereres de los demás;
D) el que sabe lo que quiere pero lo quiere a medias, por miedo, y nunca termina de hacerlo;
E) el que quiere con fuerza y ferocidad pero, engañándose a sí mismo sobre la realidad, termina confundiendo la buena vida con aquello que lo hará polvo.

Lo contrario de ser moralmente imbécil es tener conciencia. Lo importante es:

A) saber que no todo da igual porque queremos vivir humanamente bien;
B) estar dispuestos a fijarnos en si lo que hacemos corresponde a lo que de verdad queremos o no;
C) ir desarrollando el buen gusto moral, de tal modo que ciertas cosas nos repugnan de inmediato;
D) renunciar a buscar coartadas que disimulen que somos libres y responsables de las consecuencias de nuestros actos.

Lo que llamamos malo está mal porque no nos deja vivir la vida que queremos. En este sentido, no hay que actuar mal por egoísmo (palabra con mala prensa). Se puede ser egoísta sin ser imbécil, queriendo lo mejor para nosotros mismos, y pensando “lo mejor”, como la buena vida. Para vivir bien, necesitamos algo que solo los otros humanos pueden darnos, y que solo se consigue ganándolo, no robándolo por la fuerza.

Gloucester, el protagonista de Ricardo III, nació con una deformidad que lo afea, y cree que quedándose con el poder de la Corona logrará inspirar el respeto que no puede lograr por su aspecto físico. Pero fracasa porque, aunque consigue el trono, no inspira más que miedo y odio en los demás y en él mismo. Luego debe vivir con el remordimiento de su conciencia. No hay peor castigo que saber que uno está boicoteando en sus actos lo que en realidad quiere ser.

Los remordimientos vienen de nuestra libertad; son el descontento que sentimos con nosotros mismos por haber actuado en contradicción con lo que de veras queremos como seres humanos. Hay quienes dicen que no fueron libres, que algo externo definió su acción. Según Savater, le tienen miedo a la libertad. Nadie vivió jamás tiempos completamente favorables.

Capítulo 7: Ponte en su lugar

Los problemas éticos empiezan con la existencia de un otro. Con la comunidad humana. La ética se trata de cómo vivir bien humanamente, entre personas. Lo que hace humana la vida es justamente estar en compañía de humanos.

Aunque podamos ser distintos en muchas cosas, hay criterios compartidos que permiten al menos discutir los puntos de desacuerdo. Quien roba, miente, traiciona, viola o mata no deja de ser humano. Así como ha llegado a ser algo detestable, sigue siendo un humano que puede volver a transformarse de nuevo en “lo más conveniente para nosotros”, que es un humano semejante con quien relacionarnos y reforzar nuestra propia humanidad.

Una característica principal de los humanos es nuestra capacidad de imitación. Copiamos la mayor parte de nuestro comportamiento y gusto. En la “cultura” y la “civilización”, la mayoría es imitación. Si no fuésemos así, cada persona debería siempre inventar todo desde cero. Por eso es tan importante el ejemplo que damos a nuestros congéneres sociales: en la mayoría de los casos, nos tratarán como se vean tratados. Quienes se comportan de manera hostil y despiadada, en general, es porque han recibido ese trato. Cuanto más feliz se sienta alguien, menos tenderá a hacer sentir mal a los demás. Por ende, lo mejor es, quizás, intentar generar felicidad en el prójimo, en lugar de hacerlos desgraciados y, por ende, propensos al mal.

Savater reflexiona sobre la invalidez del argumento de estar viviendo un tiempo o época complicada como excusa para no actuar éticamente bien. Recurre a una frase de un cuento de Jorge Luis Borges que dice que a todos los hombres les tocaron, siempre, malos tiempos. Luego, trae una analogía de leones y ratones para explicar las diferencias en el modo de vivir con o sin libertad, y señala que el primer perjudicado cuando se intenta perjudicar al semejante es uno mismo. Tratar a las personas humanamente consiste en reconocerlas como semejantes e intentar ponerse en el lugar del otro, adoptando por un momento su punto de vista.

Análisis

El fin pedagógico del ensayo de Savater hace que el narrador recurra a ejemplos, alusiones literarias y símbolos para ilustrar su pensamiento. En estos capítulos, el autor incorpora el símbolo del bastón para hablar de aquellos “imbéciles” que precisan de apoyaturas morales, de cosas ajenas a sí mismos, en tanto no pueden pensar y valerse por su propia razón, que es lo que debe hacer en verdad un hombre libre. La buena vida viene de la mano de la libertad.

Otra estrategia discursiva de Savater es la de retomar palabras o frases que cuentan con cierta significancia en su uso cotidiano e invertir su valor, o bien llamar la atención sobre un significado posible del mismo concepto que se tiene menos en cuenta en el criterio popular. Así lo hacía con la expresión “haz lo que quieras”, que no sería el imperativo que más se asocia popularmente a la idea de ética o moral. En el capítulo cuarto, lo hace también con la palabra “egoísta”, a la cual otorga un valor positivo en términos éticos: llama “verdadero egoísta” al que “quiere lo mejor para sí mismo” (107), entendiendo lo mejor como la “buena vida” en términos éticos. Esta idea surge a partir de que, según Savater, no está bien llamar egoísta a personajes como Kane (de la película de Welles), en tanto al final acaban actuando contra sí mismos, ya que se privan de la buena vida.

Savater también alude a Shakespeare, retomando a Gloucester, el protagonista de Ricardo III, y a un cuento del autor argentino Jorge Luis Borges, cuyo título no repone, pero es "Nueva refutación del tiempo". Ambas alusiones responden a un mismo fin: establecer la libertad como causa real de la mayoría de las cuestiones éticas y morales del ser humano. “¿Qué de dónde vienen los remordimientos?”, se pregunta el narrador, para responder “Para mí está muy claro: de nuestra libertad. Si no fuésemos libres, no podríamos sentirnos culpables (ni orgullosos, claro) de nada y evitaríamos los remordimientos” (112). Savater retoma la ironía que da inicio a un cuento de Borges (“Le tocaron, como a todos los hombres, malos tiempos en que vivir”) para hacer hincapié en los argumentos externos, de circunstancias, no son realmente válidos para determinar, en gran medida, una elección o decisión ética. Siempre existe, en el fondo, la libertad de decidir, incluso cuando creemos que no estamos decidiendo. Eso explica sentimientos como el remordimiento: “lo que llamamos remordimiento no es más que el descontento que sentimos con nosotros mismos cuando hemos empleado mal la libertad, es decir, cuando la hemos utilizado en contradicción con lo que de veras queremos como seres humanos” (114).

Otro punto a destacar de este capítulo es que Savater elige ahora afirmar, con sus propias palabras: “responsabilidad es saber que cada uno de mis actos me va construyendo, me va definiendo, me va inventando” (117). Esta idea se corresponde en gran medida con el pensamiento desarrollado por Erich Fromm en Ética y psicoanálisis, donde el alemán declara algo que ilustra lo que quiere destacar Savater: “‘No hagas a los otros lo que no quieres que te hagan a ti’ es uno de los principios más fundamentales de la ética. Pero es igualmente justificado afirmar: ‘todo lo que hagas a otros te los haces también a ti mismo’”. El no hacer a otros lo que no queremos que nos hagan será el eje temático del capítulo séptimo, titulado, precisamente, “Ponte en su lugar”. Allí, Savater enclava conceptos básicos para su análisis, estableciendo que “lo que hace humana a la vida es transcurrir en compañía de humanos” (125), y que debemos tratar a las personas humanamente, es decir, poniéndonos en su lugar. Nuevamente, Savater recupera una frase común de la cultura popular, la de “ponerse en el lugar del otro”, para ilustrar fácilmente lo que debe concebirse como una buena vida ética entre humanos: “Ponerte en el lugar de otro es tomarle en serio, considerarle tan plenamente real como a ti mismo” (137).

El tono pedagógico del ensayo no se abandona, por lo que el autor recurre a analogías para lograr que se identifique, por medio de breves relatos, aquello que quiere postular. Esto explica la inclusión de la analogía sobre el león y los ratones que tiene lugar en el séptimo capítulo. “La diferencia número uno entre el que ha nacido para ratón y el que ha nacido para león”, dice Savater, es que “el ratón pregunta ‘¿qué me pasará?’ y el león ‘¿qué haré?’” (135). La primera distinción ilustra esta responsabilidad ligada a la idea de libertad. Por otra parte, y en línea con lo que se estableció en el sexto capítulo, otra diferencia entre el león y ratón es que este último está dispuesto a hacer lo que sea contra los demás para prevenir lo que los demás pueden hacer contra él, mientras que el león considera que hace a favor de sí mismo todo lo que hace a favor de los demás. Así, Savater hace hincapié en la construcción de la buena vida que el ser humano debe desarrollar en su relación con los demás.

En cuestión de referencias y alusiones, debemos aclarar que tanto Savater como Fromm están retomando en sus postulados preceptos éticos clásicos, como los de Aristóteles y Séneca. El libro mismo de Savater hace referencia explícita, desde el título, a la Ética Nicomaquea de Aristóteles y a las Cartas morales a Lucilio, de Séneca. Este filósofo latino establecía, en dicho libro, “la recompensa de la acción virtuosa es haberla realizado”, estableciendo así, no solo que no debe actuarse en pos de conseguir un premio o por miedo a un castigo, sino también que todo aquello que hacemos nos define, nos construye, nos inventa, tal cual explica Savater en su libro.