Ética para amador

Ética para amador Resumen y Análisis Aviso antipedagógico, Prólogo, Capítulo 1

Resumen

Aviso antipedagógico

El narrador y autor del libro advierte que Ética para Amador no es un manual de ética para estudiantes del colegio secundario. Allí no encontrarán información sobre los más importantes autores en materia ética de la Historia de la filosofía, ni tampoco un recetario de consejos moralizantes.

Se pregunta si es correcto el lugar que tiene la ética en la enseñanza media, que funciona casi como sustituto de la Religión.

Etica para Amador es, dice Savater, un libro subjetivo y personal, y, al mismo tiempo, universal, como lo es la relación entre un padre y un hijo. Está escrito para adolescentes y para estimular el libre pensamiento.

Prólogo

El narrador se dirige a Amador, su hijo. Dice ser muy consciente de que los hijos no soportan mucho a sus padres. Entiende que no podrán ser amigos, porque los chicos deben tener amigos de su edad. Basta con que se lleven bien, y solo a veces tenga ganas de ahogarle.

Dice haber escrito el libro para decirle cosas que muchas veces piensa pero no se atrevió a decirle por no molestar. Quiere hablarle sobre la libertad, y, por lo tanto, es mejor escribir, ya que el chico será libre de leerlo cuando quiera.

Se propone hablar sobre la vida, de lo que se hace en la vida, que está, a su vez, relacionado con la ética, un tema del cual él se ocupa hace muchos años. Recuerda que, una vez, Amador le contó un sueño, cuando era chico, en el que, en medio de la oscuridad, la voz de su padre le decía que tuviera confianza. El narrador dice que lo que dirá en las páginas siguientes es básicamente eso: que tenga confianza. No en sabios, ni en policías, ni en curas, ni en banderas, sino en sí mismo: en su inteligencia y su instinto de amor.

Capítulo 1: De qué va la ética

El narrador afirma que hay muchos conocimientos interesantes, pero sin los cuales uno puede vivir. Otras cosas, en cambio, hay que saberlas sí o sí, porque en ellas se nos va la vida (como que si saltas de un balcón lo más probable es que mueras).

Hay que saber que ciertas cosas nos convienen y otras no. Solemos llamar “buenas” a las que nos convienen y “malas” a las que no. Y es importante distinguirlas. Pero a veces no es tan sencillo. Hay cosas que son buenas en cierta medida pero malas en otra, o que dependen de la ocasión, como mentir.

No es fácil saber vivir porque hay criterios opuestos respecto a qué hay que hacer. Esto es porque, en parte, la vida que cada uno vive depende de lo que elige, de lo que quiere. Si la vida estuviera completamente determinada, es decir, si, como las abejas, estuviéramos seguros de lo que debemos hacer en la vida, no habría discusión.

El narrador utiliza el ejemplo de las termitas soldado, y luego lo relaciona con la historia de Héctor en la Ilíada de Homero, para hablar de la valentía y de las diferencias entre los humanos y otras especies: las termitas-soldado luchan y mueren porque tienen que hacerlo, mientras que Héctor lo hace porque quiere. Las termitas están programadas para eso; Héctor podría elegir no enfrentarse a otro guerrero claramente más fuerte que él, pero decide hacerlo porque cree que es lo correcto defender su propia ciudad de un ataque enemigo. A diferencia de las termitas, Héctor es libre, y por eso admiramos su valor.

Los animales están programados, entonces, para hacer lo que tienen que hacer. Los humanos estamos también programados por la naturaleza en cierta medida, y también estamos condicionados por una cultura, un lenguaje, un entorno social con costumbres y tradiciones. Héctor estaba bastante programado para actuar heroicamente. Sin embargo, podría no haberlo hecho. Por mucha programación biológica o cultural que tengamos, los hombres siempre podemos optar, finalmente, por algo que no esté en el programa. Esa libertad nos diferencia de otros animales.

El narrador aclara dos cosas en torno a la “libertad”. La primera: no somos libres de elegir lo que nos pasa, sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo (29). La segunda: ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograr ese algo. Libertad no es omnipotencia; hay cosas que no dependen de nuestra voluntad.

Hay gente que tiene mucha más conciencia de lo que limita su libertad que de su libertad misma. Estas personas parecen quejarse, pero en realidad están muy satisfechas de saber que no son libres. Porque si uno no es libre, tampoco es culpable de lo que le ocurra. No obstante, asegura el narrador, todos, en el fondo, sabemos que somos libres; que, a diferencia de otros seres, las personas podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Por ende, es bueno tener conocimiento para saber elegir qué es bueno o malo para nosotros. Ese saber vivir, o arte de vivir, se le llama ética.

Análisis

Ética para Amador se inscribe en un contexto particular de España, el país de su autor. La publicación del ensayo, en 1991, se da en el auge de una época de apertura social y cultural que había comenzado en 1975, con la finalización de la dictadura de Francisco Franco. Bajo el mandato de Franco, pensadores, artistas e intelectuales españoles, como Fernando Savater, se habían exiliado producto de la censura que se ejercía en el país. Durante los años ochenta y noventa, no solo dichas figuras destacadas de la cultura regresaron a España, sino que comenzaron a publicarse obras de autores españoles y extranjeros que antes estaban prohibidas. El universo intelectual del país se vio enriquecido, entonces, por la publicación sin trabas y la total libertad de expresión. El consumo literario y filosófico creció notablemente, y circularon también gran cantidad de crónicas y ensayos.

La apertura que le siguió a la caída del régimen franquista le permitió a Savater impartir la asignatura de Ética en la Universidad del País Vasco. Su labor de divulgación y de crítica cultural, tanto en sus clases como en sus publicaciones y participaciones públicas, lo convirtieron rápidamente en un referente para toda una generación en España, lo cual se evidencia en el éxito de ventas de títulos suyos como El contenido de la felicidad (1986) y Ética para Amador (1991). En este último, puede leerse el peso crítico de quien ha sido educado en una dictadura y precisa despotricar contra los dogmas, la disciplina y otros elementos constitutivos del autoritarismo padecido por el país durante décadas. Al mismo tiempo, se evidencia en su pensamiento y en su pluma la influencia de filósofos cuyo hilo común es la ética en su relación con la libertad, y que hacen frente a tendencias de pensamiento que asocian la moral al puritanismo o el punitivismo. A lo largo del ensayo, encontraremos alusiones directas o indirectas a filósofos como Aristóteles, Spinoza, Sartre y Nietzsche, entre los más significativos.

Ética para Amador es un libro ensayístico. Y como en la mayoría de los libros de su género, la figura del narrador coincide con la del autor. En este caso, Fernando Savater escribe en primera persona, y el receptor interno del texto coincide, a su vez, con un receptor externo: su propio hijo. Sin embargo, el objetivo de la interlocución, por supuesto, no se agota allí. La voz que narra el texto busca interpelar a un grupo más o menos amplio de lectores: adolescentes, personas que están, o deberían estar, formándose éticamente para la vida.

El libro abre con un “Aviso antipedagógico”. En él, Savater explicita que su ensayo no debe leerse como un manual de ética. Savater impone así lo que deberá tomarse como una clave de lectura del resto del texto, pero al mismo tiempo esboza, en este apartado, lo que será uno de los puntos claves de su ensayo: la ética no se trata de seguir instrucciones.

El hecho de contar con un interlocutor interno le permite al autor recurrir a referencias concretas, a experiencias cotidianas de su propio hijo y de su propia situación de padre. En el prólogo, el narrador recuerda un sueño que le contó su hijo cuando era chico: “Estabas en un campo muy oscuro, como de noche, y soplaba un viento terrible. Te agarrabas a los árboles, a las piedras, pero el huracán te arrastraba sin remedio (...) cuando ibas zarandeado por el aire, hacia lo desconocido, oíste mi voz (...) diciendo: “¡Ten confianza! ¡Ten confianza!’” (15). Ese sueño es tomado como punto de partida para el texto. Lo relevante que allí encuentra es una sensación de miedo, un pedido de ayuda por parte del hijo, y una respuesta del padre: que tenga confianza en sí mismo. A partir de entonces, el ensayo buscará plantear que la confianza en uno mismo es un pilar fundamental de lo que llamará vivir una vida ética.

Savater afirma que hay algo que solemos aprender a medida que vivimos, y es que hay ciertas cosas que nos convienen y otras que no. A las que nos convienen solemos llamarlas “buenas” y a las otras, “malas”. Sin embargo, no es siempre tan sencillo determinar si algo es “bueno” o “malo”, menos aún en el campo de las relaciones humanas, que es el pertinente a la ética. En este sentido, podemos afirmar que Savater adopta una postura relativista para explayarse sobre los temas más importantes de su libro.

Un tema central de Ética para Amador es la libertad. Savater establece la libertad como una condición ineludible del ser humano, una condición que nos diferencia de otras especies. Ya en el primer capítulo, en el que esboza una primera definición de la ética, Savater analiza comparativamente dos casos: el de insectos que arriesgan su vida en su accionar comunitario, y el de un hombre que se enfrenta a un enemigo muy temible para salvar a su pueblo. La pregunta que se hace Savater es por qué no nos resulta igualmente admirable el gesto de un caso como en el otro.

Ese hombre al que hace alusión Savater es Héctor, el héroe de la Ilíada, quien sale a enfrentar en la lucha al temible Aquiles, ante quien tiene pocas chances, a priori, de ganar. Si bien Savater trabaja en su libro con numerosas alusiones, que le permiten introducir y desarrollar los temas más importantes de su ensayo, quizás el texto más relevante en su análisis es la Ilíada. Se trata de una epopeya griega, cuya autoría se atribuye a Homero en el siglo VIII a. C. Tiene como protagonista a Aquiles, y narra los acontecimientos ocurridos en el décimo y último año de la guerra de Troya. El título de la obra deriva del nombre griego de Troya, Ιlión. Es considerada, junto con la Odisea, una de las composiciones más importantes de la literatura de la Antigua Grecia.

El momento de la Ilíada en que se detiene Savater es, como dijimos, aquel en que Héctor está por enfrentarse a Aquiles. El enfrentamiento es la faceta final de una larga batalla entre troyanos y aqueos, de los cuales Héctor y Aquiles son los mejores guerreros, respectivamente. Aquiles es sin dudas el más fuerte, pero tras un enfado con el comandante de los aqueos, Agamenón, se negaba a seguir luchando, y le pedía a los dioses la ruina de los aqueos durante su ausencia en la batalla. Con Aquiles fuera de juego, Héctor está llevando a los troyanos a la victoria. Patroclo, un guerrero aqueo, decide disfrazarse de Aquiles para asustar a los troyanos, pero muere en combate a manos de Héctor. Ahora sí, Aquiles, enfurecido y queriendo vengar la muerte de Patroclo, se presenta frente a Héctor en la batalla.

En el fragmento siguiente, vemos el momento en que Héctor se debate antes de salir a un enfrentamiento del que difícilmente, sabe, saldrá con vida:

¿Y si ahora, dejando en el suelo el abollonado escudo y el fuerte casco y apoyado la pica contra el muro, saliera al encuentro del inexorable Aquiles, le dijera que permitía a los Adidas llevarse a Helena y las riquezas que Alejandro trajo a Ilión en las cóncavas naves, que esto fue lo que originó la guerra, y le ofreciera repartir a los aqueos la mitad de lo que la ciudad contiene y más tarde tomara juramento a los troyanos de que, sin ocultar nada, formasen dos lotes con cuantos bienes existen dentro de esta hermosa ciudad?... Mas ¿por qué en tales cosas me hace pensar el corazón?

(Homero, Ilíada, Canto XXII, vv. (111- 122))

Como se ve en el fragmento, justo antes de salir a enfrentar la lucha, el héroe duda: sabe que tiene la opción de hacer otra cosa, de no arriesgar su vida en un enfrentamiento con el más fuerte del bando enemigo. Sin embargo, tras reflexionar, decide actuar. Actúa luego de elegir. Savater se preguntaba por qué no nos causa la misma admiración el gesto de Héctor que el de las termitas, y la respuesta yace justamente en el hecho de que Héctor, al contrario de las termitas, elige actuar de esa forma. Aparece, entonces, el tema de la libertad: “las termitas-soldado luchan y mueren porque tienen que hacerlo”, y “Héctor, en cambio, sale a enfrentarse con Aquiles porque quiere” (26). La acción en sí, por tanto, no conlleva nada esencial. Lo que determina su valor es el hecho de que Héctor podía haber elegido no arriesgar su vida: es libre de elegir. Las termitas, en cambio, están programadas para obrar como obran. Y no podemos considerar valiente, virtuoso o admirable un comportamiento o acción que no fue mediado por una decisión, que no nació de la libertad.

En esta distinción, Savater incorpora el concepto de “programación”: los animales están programados naturalmente para actuar como actúan, y no pueden salirse demasiado de esa programación. Los humanos también cargan consigo una base de programación, que es más bien cultural, y que establece en nosotros ciertas tradiciones, fidelidades, costumbres. Sin embargo, tienen la opción de no obedecer a ninguna de ellas: “por mucha programación biológica o cultural que tengamos, los hombres siempre podemos optar finalmente por algo que no esté en el programa” (29). Es esto a lo que Savater refiere con “libertad” y es eso mismo, a su vez, lo que nos distingue de los animales o termitas.

En el primer capítulo, el autor ofrece una primera definición de lo que es la ética: saber vivir. Mediante este estatuto, Savater parece posicionarse, de un modo que se repetirá a lo largo del libro, contra una suerte de sentido común que asocia la ética a un puritanismo moral. La ética no es cuestión de reglas, un manual de instrucciones restrictivo. Principalmente, porque su base es la libertad. Y, segundo, porque no hay un manual de instrucciones ético aplicable a cualquier situación y cualquier persona en todo momento. Todo lo contrario. La ética, insistirá Savater, se trata más bien de identificar el propio deseo, de identificar qué conviene y qué no, para nosotros mismos y nuestra vida en sociedad.

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