Resumen
En cama
Melinda decide que necesita un día de descanso y finge estar enferma. Sorprendentemente, cuando su madre le toma la temperatura, resulta que tiene fiebre. La madre le dice que se nota que está enferma porque está hablando. Luego, siente culpa, le hace una caricia y la deja descansar.
Oprah, Sally, Jessy, Jerry y yo
Durante su día en cama, Melinda delira de fiebre. Se imagina que tiene entrevistas con diferentes presentadores famosos de la televisión. Todos le dicen que fue violada y que necesita hablar de lo que le ocurrió. Melinda haría cualquier cosa por eliminar esas voces en su cabeza.
Verdadera primavera
Llega mayo y, por fin, hace calor. Melinda advierte que el jardín de su casa es un desastre y decide limpiarlo. Su padre queda impresionado por la labor de su hija. Le pregunta si lo quiere acompañar a la ferretería. Ella no acepta la invitación, pero le pide que le traiga algunas semillas para plantar.
Falta
En clase de Gimnasia, juegan al tenis. Como Melinda ya ha hecho clases, la ponen frente a frente con Nicole, su ex amiga atleta. El partido es reñido. Gana Nicole, pero Melinda se ha divertido. Considera pedirle a su padre que jueguen de vez en cuando.
Anuarios
Llegan los anuarios. Todos están desesperados por juntar firmas y ser fotografiados. Melinda entiende finalmente por qué Todd Ryder, un chico desagradable, ha sido tratado con respeto durante todo el año escolar. Resulta que él es el fotógrafo del anuario y tiene, por lo tanto, el poder de decir cuánto protagonismo tendrá cada alumno allí. Melinda dice que saber ese tipo de cosas sobre cómo funciona el poder en el colegio debería ser parte de lo que les enseñan apenas comienzan las clases. Ella no compra un anuario.
Ya no más Melena Maravilla
Melena Maravilla llega a la clase rapada. Mientras que muchos de los alumnos creen que se volvió loca, Melinda considera que ese cambio de look obedece a que algo bueno le pasó.
Pequeños indicios en la pared
En clase de Arte, Ivy mancha accidentalmente la camisa de Melinda. Ella va al baño para intentar sacar la mancha e Ivy entra minutos después. La envió el Sr. Freeman, porque temía que Melinda se fugara de clase. Ivy le pide que se quite la camisa para lavársela. Mientras Ivy friega, Melinda se queda esperando en el cubículo. Conversan sobre cómo Rachelle ha cambiado de personalidad y otros asuntos. Melinda ve que el cubículo está lleno de graffitis. Le pide a Ivy un marcador y escribe en la pared: “Chicos de los que es mejor mantenerse alejada”. Abajo escribe el nombre de Andy Evans.
Preparación para el baile de graduación
Melinda se entera de que Rachelle irá al baile de graduación con Evans. Esto la hace sentir muy mal.
Heather aparece sorpresivamente en su casa. Le dice que las Martas solo la han utilizado y no la aprecian. Ahora le pidieron que decore el salón del Holiday Inn donde se llevará a cabo el baile de graduación. Da por hecho que Melinda la ayudará. Le agradece y le dice que ella, en retribución, le dará una mano para redecorar su dormitorio. Melinda, por fin, es capaz de decir que no. No ayudará a Heather y no quiere redecorar su dormitorio. Heather se va, ofendida.
Introducción a la comunicación
Melinda decide que tiene que hablar con Rachelle sobre Andy. La sigue a la biblioteca después de clase y se sienta a su lado. Charlan durante un rato de cualquier cosa hasta que comienzan a hablar de Evans. La bibliotecaria les pide silencio. La conversación continúa por mensajes que se pasan por escrito. Melinda le pregunta a Rachelle si sigue enojada con ella. Rachelle le contesta que lo que pasó ya ha pasado, pero que fue estúpido haber llamado a la policía. Entonces Melinda le cuenta que Andy la violó. Rachel se enoja. Le dice que es una celosa y una mentirosa. Se va de la biblioteca.
Sala de chat
Ese día, más tarde, Ivy le pide a Melinda que la acompañe al baño. Resulta que en el graffiti que ella hizo en el cubículo advirtiendo que Evans es un chico peligroso ahora hay un montón de otras anotaciones que dicen cosas parecidas sobre él.
Podar
El sábado Melinda se despierta con el ruido de las motosierras. Están podando las ramas viejas del roble de su jardín. Un niño que pasa por allí le pregunta al padre de Melinda por qué están matando al árbol. Este le explica que, en realidad, al cortar las ramas viejas ayudan al roble a que crezca más fuerte y saludable.
Melinda sale a dar un paseo en bicicleta. Llega hasta la granja en donde fue la fiesta y se sienta debajo de un árbol. Se da cuenta, entonces, que dentro de ella hay una Melinda feliz y brillante. Decide deshacerse de sus ramas muertas para que esta otra Melinda surja.
Al acecho
Melinda vuelva a su casa y pasa el resto del día podando el césped del jardín. Su familia admira su labor. Cenan todos juntos una pizza. Por primera vez en mucho tiempo, la cena es agradable. Esa noche, cuando la muchacha, como suele suceder, no puede conciliar el sueño, decide volver a salir con la bicicleta. Durante el paseo se siente libre y contenta, como hace tiempo no se sentía.
Post baile de graduación
El lunes a la mañana, de lo único que se habla en la escuela es de lo que sucedió en el baile de graduación. Resulta que todos odiaron la decoración que hizo Heather, y Rachelle se convirtió en una estrella. Discutió con Andy en medio de la pista de baile cuando él quiso tocarle el trasero, y pasó el resto de la velada bailando con un chico portugués. Andy se sintió humillado. Luego, Rachelle quemó todo lo que tenía de él y arrojó las cenizas frente a su casillero.
Presa
Durante la clase de Álgebra, a Melinda le aparece un pensamiento luminoso: ya no quiere pasar más tiempo encerrada en su refugio. Después de clase, va allí para sacar sus pertenencias. Mientras junta sus cosas, Andy Evans irrumpe en el cuartito. La empuja y la tira al piso. Le recrimina a los gritos que le haya hablado de él a Rachelle. Le dice que él no la violó en la fiesta, y que ella quería que sucediera lo que sucedió. Ahora todos lo llaman “pervertido”.
Melinda intenta gritar, pero no le sale la voz. Andy le asegura que, tal como la otra vez, ella se quedará callada, y avanza sobre ella. Esta vez, sin embargo, un grito brota desde el interior de Melinda. Andy pierde el equilibrio. Luego la golpea, pero ella sigue gritando y lo empuja. Se rompe el espejo que está debajo del cartel de Maya Angelou. Melinda toma un fragmento de vidrio y lo apoya en el cuello de Evans. Andy retrocede. Se abre la puerta del cuarto. Aparecen Nicole y las chicas del equipo de lacrosse. Una de ellas sale a buscar ayuda.
Corte final
El último día de clases, el Sr. Freeman deja que Melinda se quede después de hora para terminar su árbol. Mientras, el profesor se despide cariñosamente de estudiantes del último año que irán a la universidad. Una de las porristas se le acerca a Melinda y le dice que espera de corazón que esté bien.
Resulta que al día siguiente del ataque, ya todo el colegio sabía lo que había sucedido, y Melinda se ha vuelto popular. Rachel es nuevamente su amiga. La protagonista de la novela se siente lista para dejar atrás lo que sucedió en agosto.
Melinda le entrega el árbol terminado al Sr. Freeman, que la premia con una A+. Le dice que sabe que ha tenido un año difícil. Ella está al borde de las lágrimas. Siente que se le afloja la garganta. La novela termina en el momento en que Melinda se dispone a contarle al Sr. Freeman lo que le sucedió en la fiesta de agosto.
Análisis
Como si fuera un órgano autónomo, la voz de Melinda sigue pugnando por salir. Luego de gritar en el cesto de la ropa sucia, la protagonista de la novela levanta fiebre, al punto de llegar a alucinar. ¿Qué alucina? Que cuenta en televisión lo que le sucedió. Diversos conductores famosos le dicen, sin pelos en la lengua, lo que ella no puede decir: has sido violada.
Melinda Necesita exteriorizar su dolor. Hablar sobre lo que le ocurrió, incluso de esta manera tan indirecta y rebuscada, le hace bien. Se recupera de la fiebre llena de energía y voluntad, como nunca la hemos visto. Decide hacerse cargo del jardín de su casa. La metáfora de ella como un árbol vuelve a aparecer: Melinda barre las hojas muertas del roble como si estuviera deshaciéndose de su dolor. Se da cuenta cuánto más fácil habría sido limpiar el jardín si no lo hubiera dejado ensuciar tanto. Es decir, se da cuenta cuánto más fácil sería comenzar a expresarse y elaborar su trauma si no lo hubiera dejado tanto tiempo en silencio, reprimido. Sin embargo, su decisión de plantar semillas nuevas demuestra que hay esperanza. Pese a todo, Melinda está lista para renacer, para volver a ser.
Entonces, la chica juega al tenis en clase de gimnasia, y lo disfruta como lo disfrutaba cuando era niña y jugaba con su padre. Heather vuelve a acercarse para pedirle un favor y ella, en lugar de decir que sí por no poder expresar su propia opinión, se niega. Por primera vez, un “no” le sale desde adentro. Tras ese “no”, Melinda hace un graffiti en el baño, en el que afirma que Evans es un chico que hay que tener lejos. La voz sigue saliendo solamente a través de la escritura, pero cada vez con mayor claridad. De hecho, a través de mensajes escritos en el cuaderno, Melinda le dice a Rachel que Andy Evans la violó. No habló, es cierto, pero lo contó.
Rachel no le cree y la acusa de envidiosa. Melinda siente, por un momento, que expresarse no sirve de nada. Pero es solo un momento: Ivy la lleva al baño y le muestra lo que ha sucedido con su graffiti. Un montón de chicas han respaldado la acusación de Melinda contra Evans. La protagonista de la novela recupera de inmediato la confianza en su voz, en su expresión. De esta manera, Anderson transmite la idea de que la curación del trauma no solo necesita que la persona se exprese, sino también validación social.
Melinda comprende cada vez más que la superación de su trauma va más allá de ella misma. El apartado “Podar” es interesante al respecto. El jardín de su casa era un desastre hasta que ella se encargó de limpiarlo. Ahora, su padre también ha recuperado la voluntad de cuidarlo, e incluso llama a un podador para que le corte las ramas viejas al roble. Un niño que pasa por allí cree que están matando al árbol, pero el padre de Melinda explica: “No lo está cortando. Lo está salvando. Esas ramas hace mucho que estaban secas, enfermas. Todas las plantas son así. Si cortas las partes que están dañadas, permites que el árbol vuelva a crecer” (p. 200). Esta afirmación vuelve a establecer un paralelismo entre el roble y Melinda. Ella debe deshacerse de sus partes dañadas para volver a crecer. Ese crecimiento es importante para ella y para los demás. Denunciando a Andy Evans a través del graffiti, Melinda mejora, y también les da voz a otras chicas. Cuidando su jardín se siente mejor, y también provoca entusiasmo en su padre, quien empieza a ocuparse de esa parte de la casa. Melinda es parte de un todo, no es una célula aislada, y, por lo tanto, lo que hace o deja de hacer repercute a su alrededor.
Mientras están podando el roble, Melinda agarra la bicicleta y sale a dar un paseo rumbo al pasado. Va a la quinta donde se celebró la fiesta de agosto. Allí, se sienta debajo de un árbol de la quinta (otro árbol importante que aparece en la novela) y, para su sorpresa, siente felicidad. Advierte, entonces, que no está muerta por dentro. Como el roble, está lista para seguir creciendo.
El mundo, ese mundo que antes parecía darle la espalda constantemente, ahora la acompaña en su mejoría. En el baile de graduación, Rachel ha advertido que Melinda tenía razón sobre Andy Evans. Ella, advertida por su vieja amiga, ha logrado hacer lo que Melinda no pudo: sacarse las manos del acosador de encima.
Melinda se siente más fuerte que nunca. Decide que ya no necesita esconderse en la piecita abandonada. Debe ir a limpiarla y sacar sus cosas. Entonces, en su mejor momento, Evans vuelve a atacarla. Intenta abusar de ella dentro del cuartito. Esta vez, sin embargo, las cosas son diferentes: Melinda ya tiene voz y grita con todas sus fuerzas. Su voz, y la ayuda del espejo que está cubierto por el póster de Maya Angelou (aquel espejo que otrora fuera su enemigo), la ayudan a liberarse de Evans. Melinda sale de la piecita ilesa, y Evans es atrapado por las autoridades.
Ahora sí, Melinda está lista para hablar de lo que le pasó. No por escrito ni de maneras indirectas. Está lista para contar con su propia voz lo que le hizo Evans en la fiesta de agosto. Esta confesión llega junto al final de su proyecto de Arte: Melinda termina su árbol. Un árbol con defectos, verdadero, que transmite emociones. El Sr. Freeman la premia con una A+, y ella decide que él, el único que la comprendió desde el principio del año lectivo, es la persona indicada para escuchar su relato. “Has pasado por mucho, ¿no es así?” (p. 211), le pregunta el Sr. Freeman, y ella le responde: “Déjeme que le cuente” (p. 211). Con esa línea termina la novela. Melinda finalmente habla. Los lectores no la escuchan, pero ya la han leído. Ahora es momento de que la oigan quienes están allí con ella, quienes deberán ayudarla para seguir superando su trauma y continuar con su vida.