Resumen
Exterminadores
Nuevamente, hay problemas con la mascota de la escuela. Resulta que las porristas han realizado bailes sensuales moviendo el aguijón de los avispones. El consejo de estudiantes inicia una contrapetición, alegando que la junta escolar ha dañado psicológicamente a los alumnos al cambiar constantemente de mascota y no permitirles que se identifiquen con el colegio.
La estación mojada
Llega la primavera. Melinda ha asistido a la mayoría de sus clases y aprobó sus exámenes recientes. Andy Evans ya no está con las Martas, sino que coquetea con las chicas del grupo de las extranjeras, donde está Rachelle.
Llega la Pascua. La celebración en la casa de Melinda es triste y apática.
Receso de primavera
Durante el receso de primavera, Melinda va al centro comercial. Se encuentra allí con Ivy, que está intentando dibujar algo relacionado con payasos (su proyecto de Arte). Ivy le dice a Melinda que ella dibuja mejor de lo que cree, y la anima a dibujar un árbol. Melinda lo intenta, pero le parece que todo lo que dibuja es pésimo. Ivy la insta a tener confianza y no juzgar tanto lo que está haciendo.
Genética
La última unidad del año en Biología es genética. Melinda piensa en qué rasgos heredó de su madre y de su padre. Recuerda que cuando era niña fantaseaba a menudo con que era una princesa que había sido raptada. Imaginaba que sus verdaderos padres, unos reyes, aparecerían en cualquier momento para reclamarla. Un día, su padre apareció con una limusina y ella pensó que su fantasía se había vuelto realidad. Se asustó mucho: no quería que la separaran de sus padres. Ahora, Melinda realmente desea que alguien aparezca para rescatarla.
Mi vida como espía
Melinda se entera de que Rachelle fue al cine con Andy Evans. Piensa que su antigua amiga enloqueció. Rachelle y su amiga sueca, Greta-Ingrid, siguen a Evans a todos lados. En la clase de Álgebra, Melinda escucha a Rachelle hablar con devoción de él. Se enfrenta, entonces, a un dilema: debe contarle o no lo que ese chico le hizo en la fiesta de agosto.
Después de clase, Melinda sigue a Rachelle por los pasillos. La ve besarse con Evans. Recuerda con nostalgia cuando ambas eran niñas e íntimas amigas.
Baja densidad atmosférica
Melinda se encierra en su escondite para pensar qué hacer. ¿Cuál es la mejor manera de advertirle a Rachelle del riesgo que corre? Piensa en contárselo a Greta-Ingrid, pero seguro no la va a entender. Si le contara a Rachelle directamente, ella pensaría que está mintiendo porque tiene celos.
Melinda piensa que, tal vez, es mejor no contar nada, pero entonces siente la mirada de Maya Angelou desde el cartel. Finalmente, decide redactar una nota anónima advirtiéndole a Rachelle que debe tener cuidado, porque Andy Evans atacó a una chica de primer año.
Crecer a golpes
El Sr. Freeman critica a Melinda por los pobres avances en su proyecto de Arte. Le dice que su árbol no transmite ninguna emoción. Ella tira el bloque de linóleo a la basura, pero el Sr. Freeman lo saca del cesto y le sugiere que les dé una segunda oportunidad a las cosas.
Mordaza legal
David Petrakis gana la pulseada legal contra el Sr. Cogote. El resto de la clase, sobre todo Melinda, lo admira profundamente.
El Sr. Cogote pide que aquellos que están momentáneamente desaprobados redacten un informe sobre un tema de elección propia. Melinda elige hablar sobre las sufragistas. Está orgullosa del trabajo que realizó pero, al entregárselo al Sr. Cogote, este le dice que, para aprobar, deberá presentarlo al día siguiente frente a la clase, de manera oral.
Sin justicia no hay paz
Melinda urde un plan con Petrakis para zafarse de la exposición oral. Antes de exponer, escribe algunas cosas en el pizarrón y las tapa con una pancarta de las sufragistas. Cuando el Sr. Cogote le pide que comience la exposición, ella arranca el cartel. Debajo, aparece un mensaje sobre la persecución que sufrieron las sufragistas por tener voz propia y luchar por lo que creían. Además, el mensaje dice que ella cree que nadie debe dar un discurso si no tiene voluntad de hacerlo y, por lo tanto, va a permanecer callada. Mientras ella está allí, parada en silencio, Petrakis reparte fotocopias del informe al resto de los alumnos.
El plan de Melinda es quedarse cinco minutos en silencio, pero a los treinta segundos el Sr. Cogote le pone una D y la manda a la SIM. Ella replica que necesitaría tener un abogado como el de David.
Consejos de un sabelotodo
David le dice a Melinda que la D que recibió no es injusta: las sufragistas defendieron su derecho a hablar, no a guardar silencio. Guardar silencio es dejarse pisotear por la autoridad. Melinda le pregunta si les da sermones a todos sus amigos. Él responde que solo a los que le gustan. Luego, le sugiere que pueden salir un día. Melinda no responde. Piensa que nunca tendrá una cita, porque la sola idea de que alguien la toque, incluso inocentemente, la horroriza.
La bestia acecha
El Sr. Freeman le da permiso a Melinda para que se quede en el aula después de clase a seguir trabajando en su árbol. Él debe irse a una reunión docente. Melinda se queda sola dibujando, hasta que Andy Evans entra. Le pregunta si ha visto a Rachelle. Ella se queda muda. Entra Rachelle al aula, agarra a Evans del brazo y salen.
Entra Ivy. Le cuenta a Melinda que siente que no conoce más a Rachelle. No entiende cómo puede salir con ese canalla. Melinda no responde. Va a su casa, mete la cabeza en el cesto de la ropa sucia y grita con todas sus fuerzas.
Análisis
Melinda se siente cada vez mejor. La llegada de la primavera le da más ánimo. Comienza a irle mejor en los exámenes y a estrechar su vínculo con Ivy. Esta mejoría, sin embargo, se ve empañada por la presencia cada vez más constante de Andy Evans en su vida. El hecho de que el chico que abusó de ella comience a salir con Rachel la atraviesa. Melinda advierte que hablar o no hablar de lo que le sucedió no solo es importante para ella, sino que puede ser fundamental para los que la rodean.
Como hemos dicho previamente, la conexión y la empatía de Melinda por los otros serán fundamentales para que salga de su estado de aislamiento y desconexión. Melinda se siente como una de las sufragistas que admira: debe levantar la voz en nombre de ella misma y de las mujeres en general. Sin embargo, sus manifestaciones siguen siendo silenciosas. Paradójicamente, hace su exposición sobre las sufragistas sin hablar. Se para frente a la clase con una pancarta que señala que, así como las sufragistas defendían su derecho a expresarse, ella defiende el suyo a estar en silencio. El Sr. Cogote le pone una D. Petrakis, quien tiene un enfrentamiento directo con el Sr. Cogote, esta vez está de acuerdo con él. Le dice a Melinda: “No puedes alzar la voz por tu derecho a permanecer callada. Eso es dejar que ganen los malos”. Esa frase queda retumbando en la cabeza de la protagonista de la novela. No puede dejar que ganen los malos. No puede dejar que Evans siga haciendo lo que quiere con las chicas del colegio.
Melinda no solo debe vencer el silencio, sino que debe hablar con Rachel, quien otrora era su mejor amiga y que, desde la fiesta de agosto, la desprecia. La protagonista de la novela duda. Piensa que, tal vez, es mejor seguir callada. Entonces Maya Angelou, símbolo de coraje y empoderamiento, vuelve a entrar en acción. Desde el póster de la piecita abandonada, mira a Melinda con reprobación. La obliga a comunicarse de alguna manera.
Melinda encuentra un punto intermedio: no puede hablar, pero tampoco puede, simplemente, no hacer nada. Entonces le manda a Rachel una carta anónima, advirtiéndole que Evans ya abusó de una chica de primer año. Esta es la primera vez que Melinda habla con los demás sobre lo que le pasó. Es de una forma muy indirecta, pero es un progreso. Como hemos visto a lo largo del análisis, Melinda está atravesando un proceso con idas y vueltas, con lentos avances, con ligeras mejorías. El trauma no se resuelve con un chasquear de dedos. La protagonista de la novela se va aproximando a los otros, a su recuerdo, a su voz, poco a poco, paso a paso.
Esto se nota en su relación con Petrakis. Ella está obnubilada por David, sobre todo después de que él se impone legalmente sobre el Sr. Cogote. Es un chico que encarna todo lo que ella anhela ser. Sin embargo, cuando él le dice que algún día podrían salir, Melinda piensa: “Supongo que si llama voy a contestar. Pero si me toca voy a explotar, así que ni hablar de una cita” (p. 171). Melinda aún no está lista para muchísimas cosas, menos que menos salir con un chico. Para ella, tener una cita es equivalente a exponerse a ser abusada. Además, Andy Evans se está encargando cada vez más de que ella sienta ese peligro. En el apartado “La bestia acecha”, Evans encuentra a Melinda sola en el salón de Arte. Este es uno de los pocos espacios en los que ella se siente a gusto, segura. Pues ya no más. Evans va ocupando todos los espacios. La escuela, la calle, el salón de Arte. El miedo a que le haga algo se hace tangible y presagia el segundo ataque. Esta vez, sin embargo, no sucede nada. Entra Rachel al aula y se va del brazo con el agresor.
Ahora, Andy Evans es denominado por Melinda como Andy Bestia. Ya no es ELLO. Ahora tiene nombre. No tiene apellido, pero es un gran avance. El final de “La bestia acecha”, que nos muestra a Melinda gritando dentro del cesto de ropa sucia de su casa, deja en claro que la voz de la protagonista de la novela está pujando desesperadamente por salir: ya no aguanta estar encerrada dentro de su cuerpo.