Los animales (Motivo)
Vinculado al tema de “La naturaleza”, la mención a los animales es una constante a lo largo de los Cuentos de Terramar. Los animales son una encarnación de la humildad, la espontaneidad y la simpleza, contrastando profundamente con la complejidad y la codicia que encarnan las personas. A su vez, los animales tienen su propio y limitado lenguaje, con el que algunos magos que dominan la Lengua Verdadera, aquella con la que se ha creado el mundo, pueden comunicarse.
En historias como “El descubridor”, el protagonista, de origen humilde, se transforma, para huir de la muerte, en una nutria de río y en una golondrina de mar. En “Los huesos de la tierra”, el solitario Dulse tiene una relación cercana y familiar con las gallinas de su pequeña granja, con quienes habla constantemente. En “En el gran pantano”, el protagonista es un mago curandero que prefiere la compañía simple y cálida de los animales a los que cura antes que la envidia y los celos de los hombres. En “Dragónvolador”, Irian está constantemente rodeada por una jauría de violentos perros famélicos que la siguen y le obedecen.
La lengua y los nombres (Motivo)
El lenguaje en general y los nombres en particular son de gran importancia en todos los cuentos de esta colección. Más allá de las distintas lenguas utilizadas para la comunicación normal, en Terramar hay un “Habla Antigua o Lenguaje de la creación, con el cual Segoy creó las islas de Terramar al comienzo de los tiempos. Es probablemente una lengua infinita, puesto que nombra todas las cosas” (303). El dominio de esta lengua es imprescindible para el ejercicio de la magia.
Además, todos los individuos celebran en su adolescencia la fiesta del Nombramiento, en la que una persona de poder les transmite su nombre verdadero en el Habla Antigua. Este nombre contiene su esencia, “su poder como un diamante contiene la luz” (224), y debe ser mantenido en secreto, ya que si un mago lo sabe, puede usarlo en contra de la persona, invocándola o doblegando su voluntad.
El melocotón, la fuente y el árbol (Símbolos)
En “El descubridor”, Nutria funda, junto a Ascua y Velo, la Escuela de magia de Roke. Antes de ello, Nutria y Ascua pasan un largo tiempo aprendiendo en el Bosquecillo Inmanente, un lugar de gran poder en la isla. En ese periodo llegan a enamorarse, aunque no se lo confiesan sino después de una seria conversación que mantienen una tarde, mientras comen los melocotones maduros que les llevó Velo. Desde entonces, “Los melocotones eran el mismísimo emblema de su felicidad” (79), un símbolo de su amor.
Más aún, años después, tras finalizar la construcción de la escuela, Nutria, que tiene el poder de encontrar cosas, descubre un río subterráneo bajo ella y levanta una fuente en el jardín. Allí, Ascua planta la semilla de uno de los árboles del Bosquecillo. Ellos mueren años después, pero en el corazón de la escuela, el jardín, quedan los símbolos de su amor: la fuente y el agua, símbolos de Nutria, y el árbol, símbolo de Ascua, quien vivía en Bosquecillo.
El muro (Símbolo)
A lo largo de los Cuentos de Terramar, se comenta en reiteradas oportunidades la existencia de un muro, en apariencia infranqueable, que divide el mundo de los vivos y el de los muertos. Este muro se menciona, sobre todo, en “El descubridor” y “Dragónvolador”. Por ejemplo, Nutria consigue vislumbrar en varias ocasiones a Anieb, la bruja que lo salvó de la muerte perdiendo la vida ella misma en el proceso: “Ahora sabía, por Elehal y otros en Roke, lo que era aquella pared. Se levantaba entre los vivos y los muertos. Y en aquella visión, Anieb había caminado de este lado de la pared, no del lado que se hundía en la oscuridad” (101). La posibilidad de volver a atravesar ese muro para regresar a la vida es una aberración en el mundo de Terramar, cuyo equilibrio debe ser constantemente protegido. Este muro material, así, simboliza la irreversibilidad de la muerte.
El sauce (Símbolo)
En “Rosaoscura y Diamante”, el protagonista de la historia se encuentra en la disyuntiva de elegir entre complacer a su padre, estudiando magia en Roke o siguiendo con el negocio familiar, o cumplir su propio deseo y entregarse a la música y a su amor con Rosaoscura. Cuando abandona sus estudios con el viejo mago que le hace de maestro, Cicuta, este le envía una carta en la cual le recrimina su elección: “Decía: «El verdadero arte requiere de un solo corazón»”. La dirección en el exterior del sobre tenía la runa hárdica para Sauce” (152). La runa del Sauce es la representación escrita del nombre verdadero de Diamante. Esto evidencia una verdad sobre el muchacho: él y su amada Rosaoscura tienen, desde su infancia, un lugar secreto compartido en el bosque, en un claro rodeado de sauces, árbol que simboliza que su destino está junto a ella.