“Se habían ido de Roke hacia otras tierras (...) tejiendo una extensa y sutil red de resistencia. Incluso ahora, había hebras y nudos que habían quedado de aquella red” (“El descubridor”, 74) (Metáforas)
En este pasaje, se describe el accionar de las mujeres de la Mano, como se conoce en la saga a una sociedad secreta compuesta de personas de poder, sobre todo brujas, que enseñan la magia en forma oculta en la Época Oscura de Terramar, cuando era castigada con la muerte. Esta sociedad tiene su origen en la isla de Roke, donde existe un gran poder, pero luego se extiende con sus integrantes a lo largo del Archipiélago. La metáfora presenta esta sociedad como una red, cuyas hebras y nudos son aquellas personas que aún resisten en la clandestinidad.
“El búho que había, tal vez, empollado un águila” (“Rosaoscura y Diamante”, 134) (Metáforas)
Los Cuentos de Terramar abundan en símiles y metáforas que tienden a presentar a los personajes como animales, asociando a los primeros con algunas características de los segundos. En “Rosaoscura y Diamante”, el padre de Diamante teme que su hijo, quien evidentemente tiene un gran poder mágico, sea demasiado importante o poderoso para él. Las metáforas de este pasaje cifran este temor al presentar a Áureo como un búho que experimenta el miedo de haber empollado a un águila, un ave que se encuentra tradicionalmente asociada al poder, la nobleza y la valentía.
“Mantén la… mantén la boca abierta, por una vez, ¿eh?” (“Los huesos de la tierra”, 183) (Metáfora)
En “Los huesos de la tierra”, el viejo mago Dulse y su aprendiz Ogion deben detener un terremoto que puede acabar con la ciudad portuaria de Gont, la cual está construida entre la falla de una gran montaña. En caso de suceder el terremoto, los dos bloques pueden volver a unirse, acabando con muchas vidas. Ogion es un joven mago que se caracteriza por su silencio; de hecho, “Silencio” es el apodo que le pone Dulse cuando lo conoce. No sin cierta ironía, Dulse lo despide con este pasaje cuando se disponen a detener la catástrofe. Mantener la boca abierta, en este caso, es una metáfora de mantener las montañas sin unirse. De nuevo solo, Ogion entiende tarde el comentario: “No comprendió la broma del viejo hasta que miró por la ventana y vio (...) allí abajo, al final de la extensa bahía, las mandíbulas listas para cerrarse de golpe” (183).
“Ella era como un animal, como un gato, lo evaluaba pero no lo juzgaba” (“En el gran pantano”, 193) (Símil)
Irioth es un curandero que se dirige un inmenso pantano al pie de un volcán para curar el ganado, que está siendo diezmado por una peste letal. Cuando llega, cansado y enfermo por el largo viaje a través de las heladas montañas, consigue hospedarse en la casa de Regalo, una humilde y generosa quesera de la aldea. La mujer es hospitalaria, pero perspicaz y reservada, y pasa mucho tiempo observando cuidadosamente al mago. Por eso la narración, enfocada en él, la compara con un gato, con su reservado interés característico.
“A la gente que tiene un nombre secreto que contiene su poder como un diamante contiene la luz le gusta tener un nombre público común y corriente, como los nombres de otra gente” (“Dragónvolador”, 224) (Símil)
En este pasaje, la bruja Rosa le explica a Irian la diferencia entre el nombre verdadero de las personas, aquel que se les ofrece en la ceremonia del Nombramiento durante su adolescencia, y el que utilizan en el habla cotidiana. El nombre verdadero es aquel que contiene la esencia y el poder de la persona, del mismo modo, según la comparación, que un diamante, por ser transparente, parece contener la luz que lo atraviesa. Sin embargo, saber el nombre verdadero de una persona es tener un poder sobre ella. Por eso, en Terramar, todos emplean otro nombre en el día a día.