La muerte
Es indudable que tanto la muerte como las distintas formas que el ser humano tiene de relacionarse con ella conforman uno de los temas más recurrentes en obra de Poe. Sin embargo, los modos en que este tema se manifiesta varía según los cuentos: en “La máscara de la Muerte Roja”, el tópico de la muerte se presenta en relación a su inevitabilidad, es decir, la muerte aparece como aquello que no distingue entre clases sociales, aquello que solo necesita de tiempo para llegarle a todos. En “El pozo y el péndulo”, por su parte, el vínculo entre el tiempo y la muerte vuelve a cobrar centralidad a partir del valor simbólico del péndulo. Este representa la cuenta regresiva que nos acerca, segundo a segundo, a la muerte.
En otros cuentos, Poe tematiza la muerte a partir de lo que él considera uno de los tópicos más poéticos del mundo: la muerte de una mujer hermosa. Este es el caso de “Morella”, “Ligeia”, “El retrato oval” y “La caída de la casa de Usher”. En los primeros tres casos, además, el tema de la muerte conlleva el intento de trascenderla a partir de la transmigración del alma en otro cuerpo u objeto, es decir, la permanencia del alma de la difunta en otro lugar. En el caso de “Morella”, la transmigración se produce desde el cuerpo de la madre hacia el de la hija; en “Ligeia”, desde la primera esposa del narrador hacia el cuerpo de la segunda, Rowena. En el caso de “El retrato oval”, por su parte, el alma de la joven esposa del pintor se traslada al retrato que él realiza. La cuestión de la permanencia del alma luego de la muerte vuelve a representarse en “Los hechos en el caso de M. Valdemar”, esta vez posibilitada por la práctica de la hipnosis.
En “La caída de la casa de Usher”, por su parte, el tópico de la muerte presenta una variación: el entierro en vida o el entierro prematuro. En este cuento, al igual que lo que sucede en “El gato negro”, el entierro en vida precede a la muerte. Por último, “El gato negro” abre otra serie de relaciones con cuentos en los que el tema de la muerte se vincula al crimen: este es el caso de “El corazón revelador”, “William Wilson” y “Los asesinatos de la Rue Morgue”.
El crimen
Varios de los conflictos desarrollados en los relatos de Poe se articulan en torno al tema del crimen. Sin embargo, no siempre este tópico aparece representado de la misma manera: en algunos, el crimen se presenta en primera persona por un narrador que busca la confesión o intenta justificarse de algún delito cometido. Este es el caso de “El gato negro”, en el que el narrador confiesa las causas que lo llevaron a cometer el femicidio de su esposa. En línea con este cuento, el “El corazón revelador” presenta un protagonista similar, aunque ambos se diferencian en que este no muestra los hechos para justificarse sino como el desarrollo lógico de una serie de acontecimientos que lo llevaron al asesinato. En “William Wilson”, la figura del narrador confesor aparece nuevamente pero, esta vez, para explicar los motivos que lo llevaron primero a enloquecer y luego a suicidarse.
Otros relatos, como “Los crímenes de la Rue Morgue” y “La carta sustraída”, desarrollan el proceso deductivo que lleva a al resolución de un misterioso crimen. Estas historias -que se integran a los denominados relatos policiales o ‘cuentos de raciocinio’, según el propio Poe-, son relatadas por personajes que no buscan confesarse, sino que su rol se corresponde con la figura del narrador testigo. En ambos cuentos, el narrador es íntimo amigo del encargado de dar luz sobre el misterio, Dupin, y lo acompaña al tiempo que describe todo su proceso de la investigación.
Cabe destacar que la faceta policial de Poe se inspira, en parte, en el aumento de los crímenes urbanos que empieza a producirse, tanto en Europa como en Estados Unidos, durante las primeras décadas del siglo XIX. Este incremento delictivo condujo a una mayor cantidad de policías y a que los nuevos periódicos sensacionalistas lleven los asuntos policiales al público masivo al poner en primera plana los crímenes más impactantes. Estos cambios no fueron desatendidos por Poe, quien, siempre interesado en producir una literatura que pudiera solventarlo económicamente, se dispuso a producir relatos en los que la trama gira en torno al crimen, y en los que las figuras del ladrón, el detective y la policía cumplen una importancia central.
Por último, tenemos los cuentos en los que el tema del crimen aparece asociado al la cuestión del castigo, la condena o la culpa. Este es el caso de “El pozo y el péndulo”, por ejemplo, donde el narrador es condenado a la tortura y a la muerte por una corte de inquisidores. Sin embargo, nunca se explicitan las causas que lo llevan a dicha situación. En “La caída de la casa de Usher”, la muerte de Roderick se produce como consecuencia de haber enterrado viva a su hermana. En “Morella” se explica el nacimiento de la pequeña como un castigo de la madre ante la falta de amor del narrador. Finalmente, en “La máscara de la Muerte Roja”, la aparición de la Muerte en la fiesta de Próspero representa una forma de castigo irónico ante la indiferencia del príncipe y los cortesanos frente al sufrimiento de su pueblo.
La locura
Es tan reiterado el uso de protagonistas dementes o irracionales en la narrativa de Poe que resulta imposible definir su obra sin toparse con el tema de la locura. Sin embargo, basta un breve recorrido por sus diferentes cuentos para ver que este tema tan fundamental no se presenta en todos los relatos de la misma manera.
En “El gato negro” y “El corazón revelador”, por ejemplo, la locura se manifiesta bajo la figura del psicópata o el asesino. Ambos relatos presentan grandes similitudes en la construcción de la voz narrativa: sus protagonistas son hombres carentes de empatía que alivian su malestar psicológico a través del daño hacia los demás. Además, ambos logran transmitirle al lector -en forma clara y objetiva- el desarrollo de los acontecimientos que los arrastró hacia el crimen.
En “El gato negro”, el texto comienza con un narrador anónimo, preso por asesinato, que insiste en que no está loco antes de confesar el femicidio de su esposa. Este hombre es consciente de la transformación interior que lo lleva a cometer el crimen, aunque no puede terminar de explicarla y la intenta justificar, en parte, a través de su adicción al alcohol. En este punto presenta una diferencia respecto a “El corazón revelador”, donde el narrador relata su crimen como si fuera sensato y obvio, producto de un desarrollo lógico de los acontecimientos.
En forma similar a “El gato negro”, es común que la degeneración moral y la caída en la locura de los personajes aparezca asociada a un uso problemático de estupefacientes, lo que lo vuelve un motivo recurrente en los cuentos. En “Ligeia”, por ejemplo, el narrador se entrega al consumo de opio luego de la muerte de su primera esposa, y las alucinaciones de Rowena son provocadas por unas gotas rojas que caen misteriosamente en su copa de vino. En “William Wilson”, el acoso constante del gemelo maligno -imaginario o no- del narrador lo impulsa a un consumo problemático de alcohol. En “El escarabajo de oro”, se presume que Legrand delira por culpa de una sustancia tóxica que le transmitió el contacto con el exótico insecto. En la primera versión de “El retrato oval”, el narrador consume opio para aliviar sus dolores cuando comienza a notar vida en el retrato de la joven. En el “El pozo y el péndulo”, no se descarta la posibilidad de que hayan puesto algún tipo de alucinógeno en la comida del narrador, que ya había sido adulterada anteriormente para provocarle sueño.
En varios cuentos, por otro lado, el tema de la locura se vincula directamente con otro tema de gran relevancia: el doble. En el caso de “William Wilson”, por ejemplo, la locura se presenta como una forma de desdoblamiento moral de su personalidad. En “Ligeia”, la duplicación de la primera esposa podría interpretarse como una proyección de la tristeza y el duelo de narrador. En “El gato negro” y “Morella”, la duplicación del felino asesinado y la esposa muerta, respectivamente, se corresponde con sentimientos de culpa en los narradores.
En “La caída de la casa de Usher”, por su parte, los múltiples paralelismos que producen los hermanos entre sí, los hermanos con la casa y la casa con el lago, podrían ser el efecto del ambiente opresivo sobre la percepción del narrador. En este cuento, el tema de la locura tiene una importancia tal en la construcción de los hermanos Usher que el mismo narrador comienza a nombrarlos a partir de las afecciones mentales que los caracterizan: Roderick Usher es ‘el hipocondríaco’ y su hermana, Lady Madeline, ‘la cataléptica’.
Por último, cabe mencionar que la tematización de la locura suele aparecer en relación a un procedimiento central para comprender la escritura de Poe: el uso de narradores no fiables y, como consecuencia, la ambigüedad en la interpretación del sentido de sus cuentos. Esta correspondencia entre la centralidad de la locura y la producción de cuentos ambiguos debe comprenderse a partir de la afición de Poe por el género fantástico. El cuento fantástico, según el crítico Tzvetan Todorov, se caracteriza por una constante vacilación entre una explicación natural y otra maravillosa de los acontecimientos. Mientras que lo natural o real se vincula con lo cotidiano y verificable a través de la razón, lo maravilloso se relaciona con lo sobrenatural, lo irreal o lo inexistente.
En la literatura fantástica, así como en la mayoría de los cuentos de Poe, se vuelve necesaria la presencia de un narrador en primera persona cuya visión de las cosas pueda ponerse en duda. De este modo, los sucesos increíbles que se narran pueden deberse tanto a lo sobrenatural como al resultado de una imaginación exaltada, una percepción paranoica o confundida por las drogas y el alcohol. El narrador, cuya confesión busca producir empatía, complicidad e intimidad con el lector, puede mentir o estar demente. En todo caso, mientras que lo narrado en una historia maravillosa no puede generar dudas, lo que se narra en una historia fantástica nunca puede ser verificado del todo. Para lograrlo, Poe se esfuerza al máximo en el intento de producir una literatura que exprese en forma realista los procesos psicológicos de sus personajes.
La obsesión
Muchos de los protagonistas de Poe tienen una idea o imagen que se les impone en la mente de forma recurrente y obsesiva, con independencia de su voluntad y sin que puedan evitarla o escapar de ella. Por lo general, Poe explora las consecuencias de estas tendencias obsesivas a partir de la fatalidad; las obsesiones le producen a sus protagonistas las pasiones más ruines, el odio excesivo o el terror absoluto, y los arrojan al asesinato y la perdición.
En “El corazón revelador”, por ejemplo, el ojo pálido del inocente anciano se le hace presente un día en la cabeza al narrador y lo comienza a obsesionar con tanta intensidad que este termina por confesar: “decidí terminar con la vida del viejo y librarme así del ojo para siempre” (685). Una vez muerto el hombre, son los latidos de su propio corazón los que se instalan en la mente del narrador y lo enloquecen hasta que confiesa el crimen a la policía.
Cabe mencionar que la mención a los ojos o a la mirada no se restringe al caso de “El corazón revelador”, sino que son un motivo recurrente en muchos de sus cuentos y, en general, propician estados obsesivos y pensamientos cíclicos en los personajes. En el caso de “El gato negro”, por ejemplo, los ojos vacíos de los felinos colaboran en sumo grado con la obsesión enfermiza que domina al protagonista. En “Morella”, es la profunda e inteligente mirada de la mujer la que obsesiona y desencadena el terror y el odio en su esposo.
En otros relatos, la fijación que domina a los personajes es producto de alguna pasión o interés específico. Este es el caso, por ejemplo, del pintor en "El retrato oval", que en su obsesión por la pintura termina dejando morir a su esposa. En “El escarabajo de oro”, a su vez, Legrand se interesa a tal punto por el exótico insecto que tanto su criado como el narrador creen que el hombre ha perdido la cordura.
Por último, podemos pensar el tema de la obsesión en relación al tópico del doble. En “William Wilson”, la similitudes con el otro William le producen tanta ansiedad al narrador que lo arrojan al vicio, al juego y, finalmente, al suicidio. En menor medida, esto es lo que sucede en “El gato negro” con la presencia del segundo felino: una vez que el protagonista se obsesiona con la idea de que el gato es el mismo que ya había asesinado, se vuelve más violento e impulsivo, y termina cometiendo el femicidio de su esposa.
El poder analítico
No todos los protagonistas de Poe se caracterizan por ser irracionales, locos o dementes. Lejos de eso, varios de sus relatos involucran personajes que se definen a través de su capacidad para el buen uso de la razón y el análisis. En este sentido, el especialista Costa Picazo señala que varios de los tratamientos que Poe realiza sobre sus protagonistas anticipan, en cierto punto, la literatura que se empezará a producir en el siglo XX, en la que el foco comienza a dirigirse a los asuntos de la mente en lugar de los del corazón, y el tema de la razón y la inteligencia empieza a competir con el del amor.
Por supuesto, este cambio no se produce de forma espontánea sino que implica modificaciones paulatinas en los modos de tratar determinadas historias. Por ejemplo, las relaciones amorosas que aparecen en “Ligeia” y “Morella” se encuentran más atravesadas por el intelecto y el estudio que por la pasión erótica. En los cuentos policiales, la amistad entre el detective Dupin y su amigo, el narrador, se nutre principalmente de las lecturas compartidas y las incógnitas a resolver. Algo similar sucede con la amistad entre Roderick Usher y el narrador de “La caída de la casa de Usher”, y con Legrand y el narrador de “El escarabajo de oro”.
Debemos mencionar, en este sentido, que Poe es reconocido mundialmente por ser el padre de policial, abriendo la puerta a una de las tradiciones más difundidas y populares, primero en la literatura y luego en el cine. Estas narraciones policiales -o cuentos de raciocinio, como el propio Poe los denomina-, se hacen presentes en la literatura con relatos como “Los asesinatos de la Rue Morgue” y “La carta sustraída”, en los que el tema del poder analítico cumple un rol fundamental.
Una característica que define a este tipo de narraciones es que presentan una estructura estandarizada de los personajes, que Costa Picazo define a partir de la noción de “clasificación tripartita”. Esta estructura instaura las características del género policial, y será repetida y reformulada a partir de entonces en innumerables ocasiones.
La clasificación tripartita supone tres tipos de personajes. El primero es el protagonista: en nuestros relatos, el detective Dupin. Es un hombre de inteligencia superior a la media y con gran capacidad de deducción, observador y analítico, aunque también imaginativo e intuitivo. El arquetipo más representativo de esta clase de personajes lo encarnará posteriormente la figura de Sherlock Holmes, famoso detective del escritor de policiales Sir Arthur Conan Doyle. Luego tenemos al narrador. En Poe, es el compañero y amigo del detective Dupin. Es el principal interlocutor del protagonista, cumple el rol de narrador testigo y tiene una inteligencia similar a la media. Se corresponde -en los cuentos de Conan Doyle- con el amigo de Sherlock, el Dr. Watson. Finalmente, el tercer lugar lo ocupa el policía: en Poe, es el Prefecto Monsieur G. Es un personaje de inteligencia inferior y motivo de burla para el protagonista y su amigo.
El uso de estos tres personajes arquetípicos encargados de resolver el misterio permite que el lector pueda ubicarse en un lugar intermedio, identificándose con el narrador, admirando la astucia del detective y riéndose, junto a estos personajes, de la incompetencia del policía.
Similar a la figura de Dupin, el protagonista de “El escarabajo de oro”, Legrand, manifiesta una capacidad deductiva y analítica que provoca el asombro del narrador y del criado, pese a que, en un principio, lo crean loco y enfermo.
Por fuera de los relatos de raciocinio, otros cuentos de Poe son protagonizados por personajes de inteligencia superior a la media. La diferencia con estos reside en que, en muchos casos, estos protagonistas tienen otro tipo de intereses intelectuales, más sombríos, que provocan que sus recorridos narrativos tengan desenlaces menos exitosos que los del detective Dupin. Este es el caso, por ejemplo, de los protagonistas de “Morella” y “Ligeia”, pero también el de Roderick Usher. Si bien estos personajes se caracterizan por su inteligencia, su afición al ocultismo y a lo sobrenatural los separa de la racionalidad pragmática que manifiesta Dupin.
Lo sobrenatural
La casa embrujada, la existencia de almas que deambulan con el objeto de acosar a los vivos, la clarividencia y los acontecimientos inexplicables conforman, en conjunto, otro de los temas principales de Edgar Allan Poe: lo sobrenatural.
Para cuando Poe inicia su carrera de escritor, la literatura de terror ya tenía una tradición importante y un lugar ganado en el público, tanto de Europa como de los Estados Unidos. Poe recibe la influencia tanto del movimiento romántico como de la literatura gótica, muy difundidos durante fines del siglo XVIII y principios del XIX. Autores como Ann Radcliffe, William Gilmore Simms y Horace Walpole, entre otros, son referentes del tipo de literatura de la que Poe se nutrió, e inspiraron ampliamente sus temas, modos y procedimientos narrativos.
La búsqueda del miedo como efecto, los elementos sobrenaturales, la violencia, los escenarios y arquitecturas medievales, los espectros y las profecías que caracterizan la narrativa de Poe encuentran su origen en estas tradiciones. Además, él tiende a incorporar estos tópicos a través de la introspección en primera persona de sus narradores. Este recurso provoca una mayor intimidad y empatía con el lector, lo que colabora con el efecto de aprehensión que intenta generar.
La presencia de los sobrenatural, sin embargo, tiene distintas manifestaciones a lo largo de sus cuentos. En las narraciones en las que se relata la muerte y resurrección de protagonistas mujeres, lo sobrenatural tiende a estar vinculado la posibilidad de la transmigración del alma, la vida después de la muerte y la metamorfosis. Esto aparece, por ejemplo, en “Ligeia”, en “Morella”, en “La caída de la casa de Usher” y en “El retrato oval”. Algunos críticos coinciden en caracterizar, de hecho, a estas protagonistas como personajes derivados de la tradicional figura del vampiro.
Otros relatos presentan su carácter sobrenatural a partir de la figura del espectro o el fantasma que viene a acosar a los vivos. Esto aparece en “La máscara de la Muerte Roja” y en “Ligeia”, aunque también en “El gato negro”, si consideramos la posibilidad de que no hayan dos gatos sino que uno haya vuelto de la muerte. Lo mismo sucede con “El corazón revelador”, si aceptamos la versión del narrador de que los latidos provienen del cadáver del anciano.
No podemos dejar de nombrar los casos de hipnosis y las misteriosas catalepsias, como en “Los hechos en el caso de M. Valdemar” y “La caída de la casa de Usher”. Tampoco las maldiciones, como la que le hace Morella a su esposo antes de morir, o la superstición del mal de ojo, presente en “El corazón revelador”.
Cabe mencionar que el carácter fantástico de las narraciones de Poe permite que muchas veces se realice una explicación realista en la que el elemento sobrenatural pierde vigor frente a lo racional. Este es el caso de “Ligeia”, por ejemplo, donde la encarnación de la primera esposa del narrador en el cadáver de la segunda, Rowena, podría deberse en realidad a una alucinación producida por los efectos del opio en el narrador. La misma operación podría realizarse sobre los sentidos de “El corazón revelador” y “La caída de la casa de Usher”, entre otros.
El doble
Una mirada atenta al conjunto de relatos que constituyen la obra de Poe revela una presencia constante sobre lo que debe considerarse como uno de sus temas fundamentales: el doble. En este sentido, cabe mencionar que la cuestión del doble no es específica de Poe sino que constituye uno de los temas más recurrentes en la tradición de la literatura fantástica. Esta tradición lo retoma, a su vez, de los antiguos relatos populares y maravillosos, y de las leyendas medievales europeas.
En los relatos de Poe, la figura del doble asume diferentes formas. Puede, por un lado, coincidir con la figura del doppelgänger, vocablo alemán que se utiliza para designar al doble fantasmagórico o sosias malvado -es decir, persona de gran parecido- de una persona viva. Este es el caso paradigmático de “William Wilson”, donde el protagonista sufre el acoso constante de un doble idéntico a él que expone sus acciones inmorales constantemente ante el mundo. Este relato servirá de inspiración para la escritura de El retrato de Dorian Grey, de Oscar Wilde, y El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson. Esta concepción del doble como un opuesto complementario vuelve a aparecer en “Ligeia” a partir de la oposición entre Rowena, la dama rubia e inocente, y Ligeia, la dama morena y malvada.
En otros cuentos, la figura del doble no se produce a partir de un antagonismo. En “La caída de la casa Usher”, por ejemplo, todos los elementos se dividen en dos: los hermanos son tan parecidos que el narrador se impresiona al ver el cadáver de Lady Madeline en el cajón; Usher es tanto el nombre de la casa como el apellido familiar; el lago refleja la casa y la duplica; la misma construcción está dividida al medio por una grieta y, hacia el final de la historia, los acontecimientos pueden interpretarse como una duplicación de lo que el narrador le lee a Usher.
En “Morella”, la duplicación de la esposa del narrador se produce a partir de una transmigración de su alma hacia el cuerpo de la hija. En este sentido, el tema del doble se asemeja al caso de “Ligeia”, en el que la esposa muerta se materializa en el cuerpo de Rowena; pero también a “El retrato oval”, en el que la transmigración se produce hacia la imagen representada en la pintura. Por último, tenemos el caso de “El gato negro”, donde la aparición de un gato idéntico al estrangulado viene a acosar al narrador y lo arrastra hacia la locura. Otra vez, la figura del doble se presenta como un caso de permanencia del alma luego de la muerte.