Cuentos de Edgar Allan Poe

Cuentos de Edgar Allan Poe Resumen y Análisis "El pozo y el péndulo"

Resumen

El narrador recibe una sentencia de muerte por parte de la corte de la Inquisición, que lo juzga por un crimen que no conocemos. Tras escucharla, al hombre lo invade el terror y, si bien por un momento cobra esperanza al ver “siete velas blancas” como “formas angélicas” en una mesa del lugar, luego empieza a tener visiones delirantes que se transforman en “espectros sin ningún sentido, con cabeza de llamarada” (693). En ese momento, se vuelve incapaz de seguir oyendo a sus jueces y, finalmente, se desmaya. Al despertar, advierte que se encuentra en un espacio a oscuras e intenta poner en orden sus recuerdos, pero no consigue identificar cuánto hay de real en ellos.

Pasa un tiempo y el narrador recuerda que un auto de fe se había celebrado la noche de su juicio. En esta ceremonia, típica de la Inquisición, se anuncian las sentencias de los pecadores antes de proceder a la ejecución. Sin embargo, él no solo no está muerto, sino que está en un calabozo. Espantado, deduce que lo han condenado a una muerte cruel en los calabozos de Toledo, famosos por la crueldad con la que ejecutan a sus prisioneros. Tras adquirir esta certeza, el prisionero vuelve a desmayarse.

Luego de un tiempo indefinido, el protagonista recobra la conciencia y comienza a explorar el calabozo, que se encuentra completamente a oscuras. En medio de su tarea, tropieza y, debido al cansancio, vuelve a quedarse dormido en el sitio. Al despertar, nota que le dejaron un trozo de pan y una jarra con agua cerca suyo.

El narrador retoma el recorrido y deduce que la habitación es relativamente grande, aunque no puede determinar su forma. Se propone entonces atravesarla cruzando el centro. Sin embargo, en medio de su caminata vuelve a tropezar y aterriza al borde de un pozo circular. Para detectar su profundidad, toma una piedra que encuentra en el piso y la arroja. El sonido de su caída le da la pauta de que el pozo es muy profundo y de que tiene agua en el fondo. En ese momento, unos ruidos cercanos y el breve destello de una luz le hacen reconocer que lo están observando y piensa que el pozo es, en realidad, una prueba: seguramente le esperaba una muerte cruel y tortuosa si caía. Profundamente asustado, cavila junto al pozo hasta quedarse dormido.

Al despertar, el hombre bebe el agua que le han dejado, pero esta parece estar adulterada, porque nuevamente lo vence el sueño. Cuando recupera la conciencia, una luz tenue le permite observar la celda, que resulta ser más pequeña de lo que había calculado. También se percata de que la habitación es cuadrada y que unas largas placas de metal decoradas con figuras tenebrosas decoran sus paredes. Cerca suyo, alcanza a ver el pozo en el centro de la habitación.

Pero eso no es todo: él mismo se encuentra en una nueva situación ya que, mientras dormía, alguien lo dejó atado a una estructura de madera. Ahora, una correa se enrolla sobre su cuerpo y lo mantiene inmovilizado boca arriba. Únicamente es capaz de mover la cabeza y, en menor medida, un brazo, pero solo lo suficiente para alcanzar la comida que le dejaron en un plato cercano. En esta ocasión no le dieron agua, y la comida está condimentada en exceso para producirle sed. Finalmente, observa que un péndulo cuelga de una imagen pintada en el techo. La pintura representa a un anciano, el Padre Tiempo, y el péndulo es en realidad una filosa cuchilla que se balancea sobre él al tiempo que desciende lentamente. Entonces concluye que, como había logrado evitar la muerte en el pozo, sus torturadores decidieron utilizar un método de ejecución alternativo.

Durante un interminable período de tiempo, el personaje observa al péndulo que oscila cada vez más cerca de su cuerpo. Comprueba que, por su posición, la cuchilla fue dispuesta de modo tal que pueda atravesarle el corazón. Al principio reza por una muerte rápida y, en un ataque de desesperación, se esfuerza por acercar su cuerpo a la cuchilla. Luego se calma y pierde otra vez la conciencia.

Al despertar, comprueba que el dispositivo no cambió de posición y deduce que lo detuvieron mientras dormía, para que esté consciente mientras la cuchilla se acerca. Aunque unas ratas que salieron del pozo devoraron la mayor parte de su comida, el narrador come algunos restos e intenta recuperar la esperanza. Pese a ello, la ansiedad que le produce su situación lo desespera y siente que pierde la cordura. El péndulo se activa de nuevo y a él lo invade la angustia mientras empieza a luchar para liberarse de sus ataduras.

En su interior se libra una batalla entre la esperanza y la desesperación y, en un rapto de de lucidez, idea un plan para salvarse: con su único brazo libre, frota la correa que lo ata en los restos de comida para que las ratas la devoren. Las hambrientas alimañas se abalanzan sobre su cuerpo y roen las ataduras justo a tiempo para que pueda zafarse. Inmediatamente, el péndulo se retrae hacia el techo, lo que le confirma que todo el tiempo lo han estado vigilando.

Sin embargo, la situación vuelve a cambiar. El narrador percibe que la temperatura aumenta, producto de algún fuego proveniente de las paredes. A la vez, las paredes empiezan a cerrarse y lo empujan hacia el pozo. Desbordado por el llanto y el miedo, al borde del pozo y de la muerte, el narrador grita con desesperación. Está a punto de caer y no puede hacer nada para evitarlo. Finalmente se entrega a la muerte, desolado, en el preciso instante en que un brazo lo rescata. Reconoce entonces al general Lasalle, líder del ejército francés. Ha derrotado a la fuerza a la Inquisición en Toledo y él está salvado.


Análisis

Un aspecto notable de la prosa de Edgar Allan Poe es el uso de descripciones ricas en detalles, algo a lo que recurre de manera efectiva en “El pozo y el péndulo”. En este relato, el efecto de horror se debe fundamentalmente a la creación de una atmósfera oscura de aprehensión y terror en la que se sumerge el narrador mientras anticipa las distintas formas en las que los inquisidores buscan provocar su muerte.

Ahora bien, tal como fue analizado en la sección “Imágenes”, muchas de las figuras que Poe utiliza en la construcción de sus escalofriantes escenarios y escenas encuentran su origen en la herencia literaria del horror gótico europeo. Para esta tradición, el uso de ambientes oscuros, sombrías construcciones y calabozos era un procedimiento central en la producción de atmósferas proclives al terror y a la violencia. Lo mismo sucede con las referencias a seres mitológicos y figuras religiosas vinculadas al mal y la oscuridad: en este relato, cuando el narrador logra observar el ambiente en el que se encuentra aprisionado, descubre en las paredes “Dibujos de demonios con aspecto amenazador, con formas de esqueletos y otras imágenes más aterradoras” (701).

Sin embargo, los lectores solo accedemos a la contemplación de estos escenarios e imágenes mediante la descripción en primera persona del narrador. Por ende, dicha descripción no está exenta de sus apreciaciones subjetivas. Esto es importante ya que se vincula con un procedimiento que es central para comprender los cuentos de Poe: el uso de narradores no fiables y, como consecuencia, la ambigüedad en la interpretación de su obra. En otras palabras, uno nunca puede confiar del todo en sus narradores, ya que estos padecen muchas veces desórdenes psicológicos, se encuentran afectados por la atmósfera que los rodea, tienen sus sentidos embotados por el alcohol o las drogas, o pueden, simplemente, mentir.

En “El pozo y el péndulo”, por lo tanto, esta posibilidad no puede ser eludida y debemos vincularla además con el tema de la locura: desde el comienzo de la historia, el narrador se presenta sumido en el más “delirante horror” (693) y su percepción de las cosas se encuentra influenciada por el pánico y el miedo a la muerte. Además, tampoco podemos descartar que la irracionalidad que lo caracteriza por momentos se deba al hecho de que haber sido obligado a ingerir narcóticos a través de los alimentos que le suministran los inquisidores. En este sentido -y tal como se desarrolla en la sección "Símbolos, alegorías y motivos"- la presencia de los estupefacientes es un motivo que debe tenerse en cuenta a la hora de aceptar la información que el protagonista narra.

Otro elemento común en varios cuentos de Poe, y que es central en “El pozo y el péndulo”, es el tema del crimen. Esta vez, aparece vinculado a la idea del castigo o la condena. En este cuento -y en contraste con la minuciosa información que recibimos los lectores acerca del espacio y las sensaciones del narrador-, la falta de detalles respecto a los hechos que rodean el juicio hace que no podamos conocer el crimen que lleva al prisionero a esta situación. Es decir, los lectores nunca nos enteramos por qué se lo acusa ni si él es culpable o inocente. Pese a ello, el relato nos empuja a creer en su inocencia. Primero, porque que parece ser una pobre víctima de la cruel Inquisición acaecida en Toledo durante la segunda mitad del siglo XV. Segundo, porque su sensibilidad y tendencia a la introspección contribuyen a mostrarlo como víctima, alguien por quien sentir simpatía.

Por último, cabe mencionar al tema de la muerte, uno de los tópicos centrales de este cuento. En “El pozo y el péndulo” al narrador se le presentan tres pruebas a muerte que debe superar. Primero sobrevive la prueba del pozo, gracias a que la fortuna no lo deja caer en él. Luego sobrevive a la prueba del péndulo, esta vez debido a que consigue aferrarse lo suficiente a sus facultades mentales para idear el plan que lo libra de las ataduras. Aquí, el dispositivo que conforma el péndulo junto a la pintura del Padre Tiempo significa, en forma simbólica, la cuenta regresiva de la muerte, su inevitabilidad. Pese a superar ambas pruebas, una última acorrala al prisionero y lo deja sin alternativas de escape. Sin embargo, en el preciso instante en que está por caer al pozo, sus esfuerzos son recompensados al ser abrupta e inexplicablemente salvado por el general Lasalle.