Tomando como destinatario a Amador, su propio hijo adolescente, Savater se propone ahondar en cuestiones en torno a la ética, la libertad, la vida, aclarando que, sin embargo, el libro no es un manual de instrucciones.
La ética se trata de saber vivir, de aprender a elegir qué nos conviene. Es también entender que somos libres, y tomarlo con responsabilidad. Al contrario de los animales, que están programados para actuar cómo actúan, nosotros siempre podemos elegir, incluso cuando creemos que no. No somos libres de elegir qué nos pasa, pero sí cómo actuamos ante eso.
La mayoría de nuestros actos los hacemos automáticamente, ya sea por costumbre, o por seguir una orden, o por capricho. Y en algunas ocasiones eso está bien. Pero, en otras, si uno es adulto, hay que “inventar”, y no vivir la vida que alguien ya inventó para nosotros. Libertad es decidir dándonos cuenta de que estamos decidiendo. Es lo opuesto a dejarnos llevar. Por eso, Savater dice que la ética es hacer lo que uno quiera. Ahora bien, hay que preguntarse por qué uno hace lo que hace.
No es sencillo decir cuándo un ser humano es “bueno” y cuándo no lo es. No hay un único “reglamento” para ser una buena persona, ni la persona es un “instrumento” para conseguir nada. Para determinar si alguien es bueno o malo hay que estudiar las circunstancias particulares, y también las intenciones que mueven los actos, no solo los actos en sí mismos.
A veces los hombres queremos cosas contradictorias, que entran en conflicto entre sí. Hay que diferenciar entre lo que a uno en un momento le apetece y lo que uno realmente quiere.
La ética es el intento racional de averiguar cómo vivir mejor como humanos, en relación con otros seres humanos. La humanización es un proceso recíproco. Para vivir bien, necesitamos algo que solo los otros humanos (el respeto de otro ser libre) pueden darnos, y que solo se consigue ganándolo, no robándolo por la fuerza. Tratar a las personas humanamente consiste en intentar ponerse en el lugar del otro.
En general, cuando la gente habla de “moral” y, sobre todo, de “inmoralidad”, se está refiriendo a algo sexual. Algunos creen que la moral se trata de juzgar la sexualidad de las personas. Pero en el sexo no hay nada más “inmoral” que en otros ámbitos de la vida si las personas involucradas están de acuerdo con lo que está sucediendo en el encuentro y eso no daña a ninguno. El que está realmente “mal” es quien cree que hay algo malo en disfrutar.
Hay que disfrutar, usar los placeres sin abusar de ellos, sin permitir que ninguno de ellos borre la posibilidad de los otros. Cuando usas un placer, enriqueces tu vida. Cuando abusas de él, la empobreces, y solo gustas de ese placer para escapar de la vida.
Savater habla de la relación entre ética y política. La ética es el arte de elegir lo que más nos conviene y vivir lo mejor posible; el objetivo de la política es el de organizar lo mejor posible la convivencia social, de modo que cada cual pueda elegir lo que le conviene. Cualquiera que tenga la preocupación ética de vivir bien no puede desentenderse olímpicamente de la política. Igual, son distintas. La ética se ocupa de lo que uno mismo hace con su libertad, mientras que la política intenta coordinar, de la manera más provechosa para el conjunto, lo que muchos hacen con sus libertades. En la ética, lo importante es querer bien. Para la política, lo que cuentan son los resultados de las acciones.
Vivir no es una ciencia exacta, sino un arte. El vivir bien es distinto para cada quien. Por eso, el autor no da instrucciones sobre cuestiones concretas. Hay que buscar y pensar por uno mismo, en una libertad sin trampas, responsablemente.