Elefante de la Bastilla (Símbolo)
El niño Gavroche se refugia en una enorme estatua de un elefante junto a la Bastilla. “[…] un elefante de cuarenta pies de alto, construido de madera y mampostería; tenía encima su torre que parecía una casa [...] su trompa, sus colmillos, su torre, su enorme grupa, sus cuatro pies semejantes a otras columnas, dibujaban por la noche en el cielo estrellado un perfil sorprendente y terrible” (p. 604). Francia en este momento se está recuperando de la grandeza perdida de Napoleón, expresada por la magnificencia del elefante tanto en su tamaño como en los magníficos materiales de su construcción. Al mismo tiempo, también se puede ver la decadencia en el monumento: “Estaba ya ruinoso; en cada estación los pedazos de yeso que se le caían de los costados le causaban llagas repugnantes” (p.605). El elefante es un símbolo de la grandeza pasada de Francia y el estado de decadencia en que se encuentra en ese momento.
El viaje del alma (Alegoría)
El viaje personal de Jean Valjean de ex convicto enojado a padre adoptivo amado refleja el viaje del alma de la amargura a la gracia. Algunos aspectos de su historia reflejan la de Jesús: por ejemplo, él agoniza sobre qué hacer en el caso de Champmathieu, tal como Jesús agonizaba por su crucifixión. Significativamente, ambos hombres aceptaron el sufrimiento en beneficio de los demás. Víctor Hugo sugiere que el sufrimiento podría ser un catalizador hacia una mayor pureza personal y que el alma debe pasar de la oscuridad y el odio hacia la luz y el amor.
Ortigas (símbolo)
En la página 160, Valjean / Madeleine reflexiona sobre las similitudes entre las ortigas y los seres humanos. Las ortigas son una hierba resistente y útil, a menudo considerada una plaga, pero en realidad esencial para una serie de industrias, incluida la fabricación de telas, la fabricación de tintes y la agricultura. Termina esta meditación concluyendo: "Con muy pocas molestias, las ortigas pueden utilizarse; si se las descuida, se vuelven desagradables y, por lo tanto, se destruyen. ¡Cuántos hombres comparten el destino de la ortiga!" Esto indica cuán evolucionado se ha vuelto el sentido de compasión de Valjean, que las ortigas pueden llevarlo a meditar sobre la condición humana. La comparación de los seres humanos con esta planta en particular (una espinosa, parecida a una plaga, pero muy útil) indica una visión particular de la condición humana: los seres humanos, como las ortigas, deben cultivarse de la manera correcta si se quiere demostrar su utilidad.
Niños (Motivo)
Los niños son símbolos de pureza y bondad, quizás debido a su inocencia. Con frecuencia aparecen como mensajeros en Los miserables y anuncian cambios en la narrativa. Cuando Valjean le roba una moneda a un niño, comprende que ha ido demasiado lejos y se convence de abandonar sus actividades criminales y embarcarse en una vida más justa. Cosette, terriblemente maltratada por los Thenardier, inspira a Valjean a alcanzar formas más elevadas de ser desde el punto de vista de la bondad moral. Gavroche, el valiente pilluelo de la calle, es uno de los personajes más memorables y agradables de la novela. Para el autor Víctor Hugo, el maltrato de un niño es la forma más grande de maldad y cualquier cosa que beneficie a un niño es el bien supremo.
La guillotina (Símbolo)
El obispo Myriel está atormentado por la ejecución de un criminal condenado a la guillotina, y esto lo lleva a considerar la pena de muerte de manera más general.
"Se puede abrigar cierta indiferencia hacia la pena de muerte (...) mientras no se ha visto una guillotina (...) La guillotina es la concreción de la ley: se llama vindicta, no es neutral ni os permite que lo seáis tampoco (...) Todas las cuestiones sociales alzan sus interrogantes en torno de aquella cuchilla." (p.12)
Centrarse en el horror de la guillotina y conectarlo con la venganza (vindicta) plantea la pregunta de cuánto vale realmente la venganza. Los mayores héroes de Los miserables son aquellos que han sufrido profundamente pero han renunciado a la venganza; por el contrario, ellos se centran en mejorar la vida de los demás. Víctor Hugo cita la guillotina como el objeto alrededor del cual todas las cuestiones sociales alcanzan una nueva perspectiva, lo que no es una afirmación que pase inadvertida en una novela que les da tanto protagonismo a las cuestiones sociales.
En ese sentido, la guillotina simboliza la brutalidad con la que la Ley intenta imponer su orden a la sociedad. Por otro lado, también expresa la idea de cómo los hombres se toman atribuciones divinas como, por ejemplo, quitarle la vida a una persona. En síntesis, la guillotina funciona como un símbolo de formas arcaicas de hacer cumplir la ley, contrarias al progresismo que busca la mayoría de la sociedad francesa de la época.