"[Myriel] Sabía aconsejar y tranquilizar al hombre desesperado, señalando con el dedo al hombre resignado, y transformar el dolor que mira a una fosa, enseñándole el dolor que mira a una estrella".
Esta cita describe el trabajo del obispo Myriel con los pobres. Su labor caritativa y su prédica lo convierten en una persona muy amada por la gente empobrecida de su distrito.
A pesar de dedicar casi todo su dinero y su tiempo a los pobres, el obispo Myriel no tiene suficientes recursos para erradicar completamente la pobreza; en algunos casos, lo único que puede ofrecer es una mejor manera de ver el dolor, pero esto sigue siendo útil para la gente pobre de la Francia rural. "Resignado" no hace referencia a aquellos que se han sometido mansamente a su terrible situación, sino más bien a aquellos que han conseguido un poco de paz para sí mismos. Este pasaje da cuenta de que existen diferentes tipos de sufrimiento para Víctor Hugo. Hay un sufrimiento relacionado con la completa desesperanza, pero también hay otro tipo de sufrimiento en el que todavía persiste un halo de esperanza de que vendrá un futuro mejor.
"Que un notario se transforme en diputado; (...) que un eunuco llegue a poseer un harem; que un militar adocenado gane por casualidad la batalla decisiva de una época; (...) que un buhonero se case con la usura, y tenga con ella por hijos siete u ocho millones de francos; (...) los hombres llaman a este Genio, lo mismo que llaman Belleza a la figura de Mosquetón. Confunden con las constelaciones del firmamento las huellas estrelladas que dejan en el cielo blando de un lodazal las patas de los gansos".
Esta cita ofrece un contrapunto al personaje del obispo Myriel. Lo contrario de este hombre sincero y amable es una persona superficial y codiciosa; por ejemplo, un mal escritor que produce una obra barata pero popular.
En este extracto encontramos una crítica a la forma irreflexiva e injusta en la que las personas juzgan los méritos de sus semejantes. Víctor Hugo expresa que los valores están completamente desvirtuados ya que la gente considera "genios" a aquellas personas que pueden tener cierto éxito, pero no por mérito propio, sino por circunstancias fortuitas o por ser inescrupulosas. El progreso no está en obtener un resultado a cualquier costo, sino en sentar las bases morales para que ese progreso sea verdadero y pueda sostenerse en el tiempo. En esta cita se pone en discusión la dicotomía ser-parecer: Víctor Hugo nos plantea los riesgos de dejarnos obnubilar por la apariencia del éxito sin ninguna base real que lo sustente.
Por otro lado, en esta cita también se pone en relieve una visión particular respecto de la bondad: la sustancia y la integridad son mucho más importantes que la apariencia o la estima popular. En ese sentido, podemos decir que la apariencia del éxito es a la sustancia lo que las huellas de un ganso a las estrellas.
"Una voz le decía al oído que acababa de atravesar la hora solemne de su destino; que ya no había término medio para él; que desde entonces si no era el mejor de los hombres, sería el peor; (...) que si quería ser bueno, debía ser un ángel; que si quería ser malo, debía ser un monstruo".
Después de que Myriel salva a Valjean de ir a la cárcel mintiendo por él, diciendo que la plata robada era en realidad un regalo, Valjean se ve obligado a reflexionar respecto de su vida y de su futuro. La terrible culpa que siente después de robarle una moneda a un niño le hace darse cuenta de que ya no compatibiliza con esa vida criminal que llevaba antes. Entiende que el obispo Myriel es un buen ejemplo a seguir y que debería intentar imitarlo. Tal y como lo expresa el narrador, Valjean tiene la posiblidad de convertirse en un criminal empedernido o en un hombre diferente, bondadoso y generoso. La relevancia de esta cita es que Víctor Hugo expresa la idea de que, sin importar el estado de pobreza de una persona, siempre tiene la posibilidad de elegir el camino correcto y, sobre todo, la idea de que nunca es tarde para cambiar.
"La dicha suprema de la vida es la convicción de que somos amados, amados por nosotros mismos; mejor dicho, amados a pesar de nosotros; esta convicción la tiene el ciego".
En los últimos años de su vida, Myriel se queda ciego. Pero para este hombre de gran corazón, la ceguera no representa una desgracia ni una prueba; su hermana, Baptistina, y su doncella, la señora Magliore, lo cuidan con ternura. El amor que le proporcionan vuelve cálidos sus últimos días. Esta meditación pasajera sobre la importancia del amor es una de las citas más famosas de la novela. Por un lado, expresa la importancia del amor en términos existenciales, es decir, plantea el amor como un fenómeno dador de sentido para la vida. Por otro lado, reflexiona con sinceridad respecto de las complicaciones que existen en el amor, sobre todo, en relación con los defectos humanos; de ahí que cierre la reflexión sobre el amor con la idea de "amados a pesar de nosotros". En ese sentido, está claro que si bien el amor nos mejora como personas, al mismo tiempo representa un desafío de tolerancia y de solidaridad.
"Si no hubiera llovido en la noche del 17 al 18 de junio de 1815, el porvenir de Europa hubiera cambiado. Algunas gotas de agua hicieron decaer más o menos a Napoleón. Para que Waterloo fuese el fin de Austerlitz, la Providencia no necesitó más que un poco de lluvia, y una nube atravesando el cielo en sentido contrario a la estación, bastó para la destrucción de un mundo".
La tierra mojada provocada por la lluvia hizo imposible que la artillería pesada (como los cañones) maniobrara con facilidad, y dio tiempo a que llegara Blücher, que lideraba uno de los refuerzos del lado inglés. El famoso ejército de Napoleón dependía de la artillería, pero no logró usarla en esta batalla.
Víctor Hugo incluye un capítulo completo sobre los eventos y la importancia de Waterloo en la historia de Francia. En la batalla de Waterloo estaba en juego el futuro del imperio francés construido por Napoleón: su derrota en esta batalla resultó en la reinstalación de la monarquía a través de los reyes borbones. Este evento también sienta las bases para lo que acabará siendo el levantamiento de 1832, hecho histórico que Víctor Hugo decide trabajar en su ficción.
Esta cita también expresa lo determinantes que pueden resultar los pequeños detalles. Así como la lluvia determinó el fin del Imperio francés, varios hechos azarosos y en apariencia inofensivos acaban desviando el curso del destino de varios personajes de esta novela.
"No somos aduladores de la guerra; cuando se presenta la ocasión le decimos las verdades. La guerra tiene bellezas horribles que no hemos ocultado; pero convengamos que tiene también cosas muy feas. Una de las más sorprendentes es el rápido despojo de los muertos después de la victoria. El alba que sigue a una batalla aparece siempre para alumbrar cadáveres desnudos".
Esta cita también es del Libro I, donde Víctor Hugo reflexiona sobre la importancia de la batalla de Waterloo. De alguna forma, refleja el tono realista del libro: no rehúye a retratar la degradación del sufrimiento humano, pero también destaca las formas en que dicho sufrimiento puede brindar la oportunidad de alcanzar la gloria. En el caso particular de esta cita, definitivamente se pone en relieve lo más bajo de la degradación humana (el saqueo de ropa y pertenencias a los muertos). Así y todo, Víctor Hugo busca fortalecer el espíritu realista de su novela a partir de contarlo, es decir, de sincerar los horrores que ocurren en la guerra. En cierto sentido, podríamos decir que aquel que no calla nada, ilustra una realidad completa, con sus contrapuntos, con sus bellezas y horrores.
"La alegría que inspiramos tiene el doble encanto de que lejos de debilitarse con el reflejo, vuelve a nosotros más intensa".
Esta cita describe el estado emocional de Valjean y Cosette en el convento. A ella se le permite verlo durante una hora todos los días, y va corriendo a verlo encantada. Su alegría inspira una alegría aún mayor en Valjean; Cosette está feliz de haberle inspirado tanta felicidad.
Este es también un ejemplo de las numerosas y poderosas observaciones de la naturaleza humana que podemos encontrar a lo largo de todo el libro. Hacer feliz a alguien, dice Víctor Hugo, es una virtud humana en la que siempre nos vemos retribuidos; es como un círculo virtuoso en el que las personas podemos retroalimentarnos de la felicidad que producimos en los demás. Los miserables es una novela que aborda permanentemente los valores humanos y la esperanza más allá de la difícil realidad de la existencia.
"Querían (...) el progreso, lo reclamaban terriblemente, medio desnudos, con la maza en la mano y el rugido en la boca. Eran los salvajes de la civilización. (...) Si nos viéramos obligados a elegir entre los bárbaros de la civilización y los civilizados de la barbarie, escogeríamos a los bárbaros".
Esta cita describe la sensación de malestar del público en general antes de los levantamientos sociales de principios de la década de 1830. Las personas quieren el progreso; quieren poner fin a la pobreza y al sufrimiento, y están dispuestos a recurrir a medios violentos para conseguirlo. La narrativa no se muestra explícitamente a favor de la acción violenta para alcanzar ese ansiado progreso, pero tampoco la condena. Los repentinos levantamientos de violencia al servicio de la revolución se consideran preferibles al lento ardor de violencia que es necesario para mantener el status quo. Esta cita enfatiza el rol protagónico que tiene la idea de progreso en la novela: ese movimiento hacia una mayor actualización humana, la disminución de la pobreza, y más poder para el pueblo.
Al mismo tiempo, esta cita ofrece un ejemplo del uso que hace Víctor Hugo del "nosotros", una estrategia narrativa muy efectiva para generar una sensación de mayor realismo respecto de lo que se cuenta. El lector se siente interpelado por ese "nosotros", se siente parte de la narración, y eso produce un sentimiento de complicidad absoluta no solo con el narrador, sino también con sus ideas.
"Hay personas que observan las reglas de honor como se hace con las estrellas; de muy lejos".
Combeferre pronuncia estas palabras hacia el final de la batalla de la barricada. Los revolucionarios saben que han perdido y se centran en hacer una última batalla heroica. Combeferre hace referencia aquí a aquellas personas que habían prometido unírseles, pero que al momento de la batalla han huido o no se han presentado.
Los miserables es una novela que desarrolla en profundidad temas como el honor, la lealtad y la integridad moral entre los seres humanos. De esta forma, Combeferre reflexiona con cierto pesar respecto de la traición de aquellos que habían prometido luchar a su lado, pero, al mismo tiempo, comprende que no toda la sociedad tiene principios tan claros y un sentimiento de lealtad hacia sus ideales tan fuerte como ellos.
"La pupila se dilata en las tinieblas, y concluye por percibir claridad, del mismo modo que el alma se dilata en la desgracia, y acaba por entrar en ella Dios".
Al describir los últimos días de Juan Valjean, esta cita compara la forma en que un alumno se abre para volverse más receptivo a la luz del conocimiento con la forma en la que el alma se abre para traer a Dios en tiempos de desgracia. En ese sentido, también podemos entender esta cita como una síntesis contundente respecto de una de las ideas principales de la novela: las desgracias, la pobreza, los errores pueden destruir a los seres humanos, aunque también pueden representar una oportunidad única para el crecimiento y el desarrollo espiritual y moral de las personas.