Un hombre importante como el obispo Myriel llega a la ciudad de Senez en burro.
El obispo Myriel llega a la ciudad de Senez montado en un burro. Le dice a la multitud asombrada que espera que no se indignen de que haya imitado a Jesucristo montando un burro. Está claro que los burros son un medio de transporte muy incómodo, y la multitud se sorprende de que un hombre tan importante como Myriel esté viajando de esta manera. Por un lado es irónico que un hombre tan importante como el obispo Myriel utilice un medio de transporte tan incómodo y vulgar como un burro; por otro lado, Víctor Hugo también propone esta ironía situacional para reflejar el sentido del humor de Myriel.
Tholomyes le dice a Fantina que tiene una sorpresa para ella, pero la abandona.
Tholomyes y sus compañeros le dicen a Fantina y a sus amigas que tienen una sorpresa para ellas. Después de llevar a las chicas a un hermoso recorrido por el campo, les dicen que ha llegado el momento de la sorpresa y salen arrastrando los pies de la habitación. Desafortunadamente para Fantina, esta sorpresa es un cruel abandono: los jóvenes les dicen a las chicas que la sorpresa es que las dejarán para siempre. Esta broma cruel es especialmente dura para Fantina, quien recientemente ha dado a luz a la hija de Tholomyes, Cosette. Este es un claro ejemplo de ironía dramática, en el que Fantina se espera una sorpresa agradable y, en cambio, es víctima de una broma que cambiará drásticamente su vida, volviéndola miserable.
A pesar de todas las trampas y la despreciable mezquindad con la que siempre quieren obtener una ventaja, los Thenardier acaban en la pobreza.
Los Thenardier son expertos en cobrar a cada huésped de su posada por cada ínfima cosa que usan, por ejemplo, una habitación que un huésped usa para descansar cuesta más que una habitación que usa para dormir. Sin embargo, todos estos inescrupulosos manejos no benefician a los Thenardier, que finalmente se ven obligados a cerrar su posada y acaban en la pobreza más miserable en París. Esta ironía sugiere que el egoísmo y las trampas no llevan a buen puerto.
Gavroche tiene dos grandes ambiciones: derribar al gobierno y arreglarse los pantalones.
“Hay dos cosas (…) que desea siempre, sin conseguirlas nunca; derribar al gobierno y que le cosan el pantalón” (p.371), nos dice Víctor Hugo a propósito del pilluelo de París, Gavroche. Más allá de la ironía de poner en un mismo nivel de ambición dos cuestiones tan dispares como derribar al gobierno y arreglarse los pantalones, también es irónico cómo Gavroche, un niño que vive en la miseria, tiene tantas inquietudes políticas y culturales. Debido a que Victor Hugo describe al pilluelo de París como el símbolo de la cultura francesa, Gavroche podría estar reflejando la situación irónica en la que se encuentra la sociedad francesa en general, que quiere acabar con los residuales de la tradición monárquica, pero que al mismo tiempo sufre la pobreza de principios del siglo XIX y tiene que preocuparse al mismo nivel por cuestiones tan elementales como el estado de sus ropas.