Los miserables

Los miserables Resumen y Análisis Quinta parte: Juan Valjean (Libros I a IV)

Resumen

Libro I: La guerra dentro de cuatro paredes (Capítulo 1 “Caribdis del arrabal de San Antonio y Scila del arrabal del Temple” a Capítulo 24 “Prisionero”)

La primera oleada del ataque a la barricada retrocede y los defensores fortifican la estructura. Se les ha acabado la comida y Enjolras les prohíbe beber alcohol para evitar que se emborrachen.

A medida que se acerca el amanecer, los revolucionarios charlan sobre la vida, el amor y la política. Sin embargo, Enjolras trae malas noticias que rompen esta calma: una fuerza masiva viene para aplastar la barricada. Para empeorar las cosas, después de algunos incidentes esporádicos, la población no se ha sumado al levantamiento, sino que les cierra las puertas a los revolucionarios.

Los defensores de la barricada se resignan a morir, pero no se desesperan. Enjolras le ofrece la oportunidad de dejar la barricada en ese momento y volver con su familia a cualquier hombre que así lo desee. Nadie se mueve.

Enjolras saca cuatro uniformes de la Guardia Nacional, despojados de los oficiales muertos. Los rebeldes pueden vestirse con estos uniformes y escapar de la barricada sin ser detectados. Valientemente, todos los defensores continúan negándose a abandonar la barricada. Combeferre señala el egoísmo de los hombres que dejarán a sus a sus esposas e hijos para que se las arreglen por sí mismos: las esposas, viudas, y las hijas quizás tendrán que prostituirse para sobrevivir, profesión que mata el alma; los niños sufrirán hambre. Al final, hay cinco hombres con gente a cargo, pero solo tienen cuatro uniformes de la Guardia Nacional.

Mientras los hombres debaten qué hacer, un quinto uniforme cae sobre la pila. Juan Valjean ha llegado y ofrece su uniforme de la Guardia Nacional. Los hombres de familia abandonan con éxito la barricada y Valjean es bienvenido en las filas de los defensores. Mario está tan distraído por el cansancio y la ansiedad que apenas se da cuenta de la llegada del padre de Cosette.

Enjolras inspira a sus hombres con un conmovedor discurso sobre el futuro, que se caracterizará por la libertad, la justicia y la igualdad. Las muertes de los defensores de la barricada acelerarán la llegada de este glorioso futuro.

De repente, Enjolras recuerda a Javert, atado a un pilar. Le ofrece a Javert un poco de agua; el oficial de policía no se inmuta ante su delicada situación y su muerte inminente. Su calma solo se rompe cuando mira al otro lado de la habitación y ve a Valjean, quien también lo reconoce.

El amanecer marca el comienzo de una terrible batalla. Los defensores son superados en número por la nueva fuerza, que ha traído un cañón para romper la barricada. Regresa Gavroche, para alegría de los revolucionarios y consternación de Mario, que esperaba haberle salvado la vida.

La batalla es dramática y feroz. Incluso el fanático Enjolras tiene un momento de duda cuando debe disparar a un joven artillero; el hombre es su hermano espiritual, un hombre de Francia. Así y todo, Enjolras cumple con su deber por la revolución y mata al hombre. Valjean, mientras tanto, se hace más querido por los revolucionarios cuando se enfrenta a una lluvia de balas para recuperar un colchón que reforzará la barricada contra el fuego de cañón. Respetan tanto a Valjean que toleran su peculiar hábito de disparar a los soldados en el casco, para que no los mate sino que los expulse del campo de batalla.

En otra parte más tranquila de París, Cosette despierta luego de haber soñado con Mario. Ella espera que venga a verla, pero no hay señales de él, ni siquiera una carta; esto es así porque Valjean se la guardó, sin dársela a ella. Cosette llora desconsolada. A lo lejos se oye el sonido de los cañones, que se entremezclan con el piar de los pájaros que anidan junto a su ventana.

Mientras tanto, en la barricada, la situación se vuelve terrible. Los revolucionarios tienen muy pocas balas y el ejército sigue avanzando. Gavroche decide remediar la situación recogiendo las balas desechadas en el área entre la barricada y el ejército. Los soldados le disparan, pero él esquiva las balas como un gorrión, cantando una cancioncita grosera todo el tiempo. Sin embargo, las balas finalmente encuentran su objetivo y Gavroche muere.

En el mismo momento en que Gavroche muere heroicamente, los dos pequeños (sus hermanos de sangre, a quienes rescató) deambulan por los jardines de Luxemburgo, hambrientos y sin un centavo. Un hombre burgués y su hijo también están paseando por el jardín y miran con desdén a los niños harapientos. El niño decide que no quiere comerse su empanada, por lo que su padre le aconseja que se la dé de comer a los cisnes del jardín, porque es bueno mostrar compasión por los animales. Después de que los dos se van, uno de los niños pequeños pesca la masa empapada del estanque y la comparte con su hermano.

Los defensores tienen poco tiempo para prepararse antes de que comience el asalto. Enjolras decide que ha llegado el momento de ejecutar al espía Javert; Valjean se ofrece a emprender esta tarea. Lleva a Javert fuera de la taberna y lo aleja del otro defensor, pero en lugar de dispararle, corta las ataduras de Javert con un cuchillo y le dice que es libre de irse. No solo eso, Valjean le da a Javert (que ha pasado años cazándolo) su nombre y dirección. Javert está completamente aturdido y se pierde en la oscuridad; Valjean dispara la pistola al aire para ocultar su acto de misericordia al resto de la Sociedad ABC.

El ejército lanza un gran asalto a la barricada, empujando a los revolucionarios a refugiarse en la taberna de Corinto, a pesar de su valentía. Muchos mueren, incluidos varios miembros de la Sociedad ABC. Mario colapsa por una serie de pequeñas heridas, pero una mano firme y enérgica lo levanta.

Enjolras hace una última parada en la esquina de la tienda de vinos. Sin armas, se cruza de brazos y se enfrenta a sus atacantes con serenidad; sus asaltantes se detienen maravillados ante semejante apariencia mítica. Este silencio inesperado tiene el efecto de despertar a Grantaire, todavía dormido en un rincón. Grantaire observa toda la situación y luego camina y se coloca al lado de Enjolras. Las dos manos se estrechan. "¡Viva la República! Mata dos pájaros de un tiro", dice Grantaire desafiante a los soldados. Los dos amigos se enfrentan juntos al pelotón de fusilamiento, muriendo con valentía. El ejército derrota al resto de los rebeldes y concluye batalla.

Quedan dos sobrevivientes. Cuando Juan Valjean ve a Mario derrumbarse por sus heridas, lo levanta y se lo lleva. Valjean escapa de la taberna, pero se encuentra atrapado, con un callejón sin salida en la parte de atrás y el ejército al frente. Pensando rápidamente, se da cuenta de una reja de hierro que cubre la entrada a la alcantarilla; con su gran fuerza, la levanta y se refugia en la cloaca con Mario a cuestas.

Libro II: El intestino de Leviatán (Capítulo 1 “La tierra empobrecida por el mar” a Capítulo 6 “Progreso futuro”)

Este libro es una reflexión sobre la cloaca, en París y a lo largo de la historia. Víctor Hugo sostiene que el extenso sistema de alcantarillado de París (que canaliza los desechos humanos al mar) es en realidad un tremendo desperdicio de riqueza; las aguas residuales son un excelente fertilizante y podrían revitalizar los campos de cultivo. Tan lejos llega con esta idea que plantea que París está arrojando oro al océano.

Las alcantarillas también son fascinantes desde una perspectiva social. Aristócratas deshonrados, criminales y presos políticos han buscado refugio en las alcantarillas, que constituyen una ciudad debajo de la ciudad. Además, son un testimonio de la hermandad de la humanidad: el vestido de una duquesa junto a una botella de vino rota.

Libro III: A un tiempo lodo y alma (Capítulo 1 “La cloaca y sus sorpresas” a Capítulo 12 “El abuelo”)

Juan Valjean, que lleva a Mario a cuestas, tiene poco tiempo para reflexionar sobre esas cosas. Sumergido en la oscuridad total, avanza poco a poco, buscando una salida que lo aleje del motín de arriba. Aunque sufre de hambre y sed, por no hablar del terror de esta apestosa oscuridad, sigue adelante.

De repente, Valjean detecta una luz tenue en esta oscuridad absoluta, muy por detrás de él. Es la linterna de una patrulla de la policía, revisando las alcantarillas en busca de insurrectos fugados. Valjean se aplasta contra una pared, sin saber si será capturado. La luz se desvanece.

La policía también está comprometida a mantener el orden en otros lugares. Un policía persigue a un ladrón por las orillas del Sena y lo sigue hasta que el criminal desaparece en la maleza junto al río. El ladrón ha desaparecido metiéndose en una alcantarilla y, como un paciente perro de caza, el policía se sienta a esperar.

Valjean no está libre de peligros. Avanza a través de la alcantarilla, a través de gruesas capas de suciedad que le chupan las piernas y lo tiran hacia abajo. Pasan las horas. El cuerpo de Mario se convierte en una carga cada vez más difícil, pero Valjean no se atreve a abandonar a este joven que ama Cosette. Valjean también encuentra una nota para el abuelo de Mario en el bolsillo del joven, pidiéndole al lector que devuelva su cuerpo a su abuelo Gillenormand.

Valjean avanza por la alcantarilla. Aterrorizado, siente que el pavimento desaparece bajo sus pies y se hunde en la suciedad hasta el cuello. Se ve obligado a llevar a Mario por encima de su cabeza. Valjean está seguro de que morirá y vuelve sus pensamientos a Dios; de repente encuentra sus pies en tierra firme.

No muy lejos, Valjean ve una ventana de luz. Es una rejilla de alcantarillado, lejos del tumulto de la revuelta. El deleite de Valjean se convierte rápidamente en horror cuando se da cuenta de que la rejilla está cerrada. Con desesperación y frustración, Valjean se da cuenta de que puede haber hecho este largo y difícil viaje solo para morir solo en la oscuridad.

Valjean siente una mano en su hombro. Es un ladrón, a quien reconoce como Thenadier. "Comparte y comparte por igual", dice el delincuente mientras saca una llave maestra que puede abrir todas las rejillas de alcantarillado de París. Suponiendo que Valjean es un asesino y Mario su víctima, Thenardier exige la mitad del dinero del hombre. Valjean le entrega los 30 francos que tiene en el bolsillo y Thenardier acepta esto con cierta decepción; sin embargo, Thenardier aprovecha la distracción momentánea de Valjean para arrancar una pieza de su prenda, pensando que podría ser útil identificar al hombre más tarde.

La alcantarilla se abre y Valjean queda libre. Thenardier desaparece en el crepúsculo, pero Valjean se tumba en la orilla por un momento con Mario a su lado, experimentando una profunda alegría.

De repente, ve una silueta aproximándose. Es Javert, persiguiéndolo hasta el final. Thenardier dejó que Valjean saliera de la alcantarilla para distraer a Javert y escapar libremente. Valjean no se resiste al arresto, sino que simplemente pide que se le permita llevar a Mario de regreso a su abuelo. Al recordar la misericordia que Valjean le mostró en la barricada, Javert acepta, incluso pagando un carruaje para transportarlos allí.

Llegan a la residencia de Gillenormand al anochecer y Valjean lleva a Mario arriba. Todo el mundo está dormido, pero los sirvientes se despiertan para encontrar un espectáculo horrible: el cuerpo ensangrentado e inmóvil de Mario. Los sirvientes preparan una cama plegable y llaman al médico; el médico no es optimista sobre las posibilidades que tiene Mario de sobrevivir.

El propio Gillenormand se despierta por la conmoción y, al ver a Mario, se ve abrumado por el dolor y la desesperación. Está angustiado por la muerte de su nieto, y lamenta que se hayan distanciado cuando sucedió esto. Recuerda a Mario cuando era un bebé y lamenta que su nieto sea enterrado antes que él. De repente, Mario abre los ojos y Gillenormand se desmaya por la sorpresa.

Valjean se ha ido discretamente, escoltado por Javert. Valjean pide en voz baja un favor más: quiere detenerse en la casa de la calle del Hombre-armado y despedirse de Cosette. Javert también le concede este deseo.

Para sorpresa de Valjean, Javert le permite entrar a la casa y ver a Cosette a solas. Valjean se detiene un momento en el rellano, ya lleno de dolor al ver a Cosette por última vez. Mira por la ventana y solo ve una calle desierta. Javert se ha ido.

Libro IV: Javert desorientado (Capítulo 1 Un inspector de policía en el embarazo)

Por primera vez en la vida de Javert, está atrapado en una encrucijada de indecisión y duda. Vaga por un parapeto a lo largo del Sena, con su mente aturdida. Ha traicionado sus deberes como oficial de policía al dejar ir a Valjean; sin embargo, Valjean también le perdonó la vida en la barricada, y este acto de bondad debe ser compensado. Javert ha vivido toda su vida regido por reglas estrictas, pero ahora aparecen grietas en su armadura mental. Un criminal ha actuado con rectitud. Un policía ha infringido la ley al ayudar e incitar a un fugitivo. Quizás la ley judicial no sea la ley más justa del país. Javert no puede resolver todas estas terribles paradojas.

Aturdido, Javert finalmente comprende lo que debe hacer. Regresa a la comisaría de policía del Sena y hace una serie de sugerencias para mejorar la vida de los presos y las reglas de la administración policial; por ejemplo, a los presos en espera de juicio se les obliga a sentarse en el suelo descalzos, y Javert sugiere que se les permita quedarse con los zapatos.

Javert luego regresa al parapeto del Sena. El agua se arremolina en la oscuridad y la noche está en silencio hasta que un chapoteo la rompe. Javert se ha suicidado.

Análisis

El libro I, que describe el asalto a las barricadas, contiene varias alusiones a la batalla de las Termópilas. Esta fue una antigua batalla entre una pequeña fuerza griega y el enorme ejército persa, que tuvo lugar en un paso estrecho. Los griegos sabían que se enfrentaban a una muerte segura, pero se comportaron con valentía en el campo de batalla y ganaron el tiempo suficiente para que el resto de las fuerzas griegas pudieran acabar con el ejército persa, que era mucho más grande. La batalla se invoca a menudo para simbolizar el hecho de dar la vida por los ideales de uno, una idea que resuena entre los miembros de la Sociedad ABC. En ese sentido, está claro que para los revolucionarios dar la vida por la causa es una forma de enaltecerla y de crear las condiciones para un verdadero cambio. Cada una de las muertes que se producen en las barricadas es heroica y está cargada con un fuerte simbolismo: el sacrificio por un fin superior.

Después de la muerte de Gavroche, la narración se centra en los dos niños pequeños que una vez el pilluelo de la calle cuidó; sus hermanos de sangre cuya identidad nunca supo. Están luchando por sobrevivir, robando migajas a la burguesía para salir adelante. La imagen de los niños pequeños pescando la masa del estanque de los cisnes ilustra la paradoja de cómo hay personas que son más caritativas y tratan mejor a los animales que a las demás personas. Al mismo tiempo, destaca la hipocresía de ofrecer un pastel a un cisne y tratar a dos niños como si fueran una molestia. Por otro lado, esta escena también nos presenta una reflexión sobre la pobreza: ya sea por falta de solidaridad, por comodidad o por ignorancia, la burguesía es cómplice de la pobreza. De alguna manera, queda claro que la revolución era necesaria no solo para derrocar un sistema de gobierno, sino también para crear otro tipo de conciencia social en las personas que todavía simpatizaban con el viejo orden. Por supuesto, la escena de los niños pescando el pedazo de masa en el estanque de los cisnes también nos propone una imagen más que elocuente respecto de la pobreza y sus miserias en la Francia del siglo XIX. Además, el contraste entre los cisnes (elegantes, majestuosos) y los niños (andrajosos, sucios) busca poner más en relieve todavía esta miseria que infecta las calles de Francia.

El libro II (la reflexión sobre el sistema cloacal) contiene lo que algunos críticos llaman la única recomendación política útil de Víctor Hugo: desviar los desechos de París para fertilizar los campos de Francia. Siempre rápido para encontrar la poesía y simbolizar incluso en el lugar más común las cosas, Víctor Hugo también describe las alcantarillas como un lugar donde todos los desechos de cada persona, desde reyes hasta campesinos, se encuentran. De alguna manera, la alcantarilla funciona como metáfora de la igualdad entre las personas; sin importar de qué clase social venga alguien, sus desechos se encontrarán en las cloacas con los de toda la sociedad. Al mismo tiempo, también podríamos pensar estas alcantarillas como una metáfora de la muerte: una situación que tampoco discrimina por clase social, que nos hermana como mortales, y que con frecuencia se describe en términos de una profunda oscuridad (idea que también está presente cuando Valjean lleva a Mario a cuestas por los túneles de la alcantarilla). El desgarrador viaje de Valjean a través de las alcantarillas evoca imágenes de la literatura clásica como, por ejemplo, Inanna o Perséfone en el inframundo, el viaje de Dante a través del infierno. Al mismo tiempo, podemos relacionarlo perfectamente con un viaje de expiación; después de todo, Valjean tuvo pensamientos egoístas al alegrarse de que Mario posiblemente estaba por morir. Su bondad y su integridad moral ahora lo llevan a cargar a Mario a través de este infierno oscuro y pestilente para mitigar la culpa.

Sin embargo, su mayor adversario lo espera al otro lado de la rejilla del alcantarillado. Tan pronto como Valjean lo soltó en la barricada, Javert regresó inmediatamente a sus deberes y encontró a Valjean a orillas del Sena. Los dos se enfrentan a una situación similar a la de Monfermeil hace tantos años: Javert ha detenido a su ex convicto y Valjean pide que se suspenda su condena hasta que pueda administrar un acto final de caridad. Si bien en aquel momento, no le permitió cumplir con el pedido de Fantina de ir a buscar a Cosette, esta vez Javert le permite completar su trabajo (de hecho, le permite liberarse por completo). Esto enfatiza la importancia de las segundas oportunidades en la narrativa: para crecer, los personajes deben poder corregir los errores que cometieron la primera vez. Al mismo tiempo, está claro que Javert se convirtió en un hombre más justo a partir de que sacrificó algo de su rigidez mental y de su idealización respecto de la idea de justicia. Javert toma la decisión más ética esta vez, pero está sumido en un caos mental. Ante la posibilidad de que todo aquello por lo que ha vivido su vida esté mal, Javert se suicida. A diferencia de Valjean, quien se enfrentó a la misma revelación al principio del libro y se embarca en un arduo pero gratificante viaje espiritual, Javert es demasiado rígido para abandonar sus estrictas ideas.

El conflicto entre Javert y Valjean refleja el conflicto entre justicia y caridad. La caridad no es justa; aboga por la ausencia de castigo incluso en casos de fechorías terribles, y recomienda el amor sobre la venganza. Después de conocer a Myriel, Valjean entregó su vida a la caridad. Sin embargo, Javert no puede ir en contra de su naturaleza y termina su vida después de su gran acto de caridad. Así y todo, una parte de él sabe que en ese acto de caridad de dejar ir a Valjean fue más justo de lo que hubiese sido si actuaba conforme a esa versión idealizada de justicia que había gobernado su vida desde siempre. Este descubrimiento pone en cuestión todo el sistema de creencias de Javert hasta el punto de hacerlo colapsar y llevarlo al suicidio.