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¿Qué elementos de la obra señalan, elusivamente, la desestabilización del orden social?
En el inicio de la obra, la Naturaleza anuncia la inversión de las jerarquías sociales con la tempestad, durante la cual los marineros y el contramaestre valen más que los nobles que se encuentran a bordo para aplacar el temporal. En el plano del discurso, las palabras del contramaestre, que ordena a los de la corte que desciendan bajo cubierta, ofenden a Antonio y Sebastian, manifestando precisamente este quiebre del orden social.
Otro elemento que alude a esta desestabilización surge de comparar las destrezas poéticas de los personajes. En la Escena 1 del Acto II, el noble Francisco realiza una descripción de la situación más rica en imágenes que la que realiza el Rey Alonso. Asimismo, Cáliban –aquel que, según el prejuicio de los personajes, es más un monstruo que un humano– pone en cuestión su condición inhumana en algunos pasajes poéticos y elevados de su discurso. Finalmente, en el plano de la acción, el hecho de que Ferdinand, el hijo del Rey, sea sometido a cumplir las órdenes de Próspero, también indica que en el espacio de la isla las jerarquías sociales están puestas en cuestión.
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¿Hasta qué punto podríamos sostener que en La tempestad aparece una crítica al colonialismo de la época?
En relación con el contexto de expansión colonial de la época, el dominio de Próspero en la isla pude ser visto como una conquista europea sobre territorio desconocido y sobre sus nativos. Sin la presencia de Próspero, Cáliban sería gobernador de la isla, por herencia de su madre Sycorax. Desde un punto de vista crítico a este dominio colonial, la rebeldía de Cáliban, que reniega de las enseñanzas de Próspero, puede ser interpretada simbólicamente como un rechazo de la cultura occidental, que al isleño solo le ha traído sufrimiento y esclavitud. En algún punto, se podría sostener que Cáliban no es un “aborto lunar”, sino que Próspero, con su proyecto civilizador, es el que lo convierte en un monstruo, al imponerle valores y costumbres que le son ajenas, y al reducirlo a una condición social inferior. No obstante, el comportamiento mezquino de este personaje, que confunde a un mayordomo borracho con un dios y decide someterse prontamente a su servicio, refuerzan los prejuicios negativos de los otros personajes, hasta mostrarlo, en algunos casos, como un sirviente nato.
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¿Cuáles son las estrategias que emplea Próspero para recuperar y asegurar su ducado?
Próspero utiliza su magia a través de Ariel para conducir todos los sucesos de la obra, de modo tal que cada evento, cada palabra de confabulación pronunciada por los personajes, parece ser una pieza más de su intrincado plan. Cabe destacar, no obstante, algunas piezas en particular con las cuales Próspero se asegura la recuperación de su poder.
En primer lugar, Próspero obliga a Ferdinand a ser su sirviente con la excusa de que desconfía de él. Esto lo deja en situación de ventaja para luego aceptar la unión entre el hijo del Rey y su hija. El casamiento de Miranda y Ferdinand es una estrategia política primordial para Próspero, puesto que con ella asegura su posición social y la de su hija, reforzando su alianza con el Rey. En segundo lugar, cuando Próspero decide hacer del Rey Alonso el principal responsable de haber perdido su ducado, en vez de dirigir su acusación a Antonio, la estrategia aquí empleada le permite reconquistar su ducado mediante la palabra del Rey, aquel que tiene la autoridad para dictaminar quiénes detentan el poder en su reinado. Por último, si pensamos que el plan de asesinato que realiza Cáliban ha sido elaborado gracias a la influencia de Ariel, con esta traición Próspero confirma su superioridad frente al nativo de la isla y su dominio sobre esta. Desde esta perspectiva, Próspero no podría ser acusado de haber sido él también un usurpador, porque en este caso su dominio se vería justificado por la monstruosidad de Cáliban.
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¿Cómo se desarrolla el proceso de anagnórisis de los personajes en La tempestad? Analizar por lo menos tres ejemplos
En los personajes de Alonso, Cáliban y Antonio podemos ver tres ejemplos diferentes de cómo aparece el tema de la identidad y de la anagnórisis en la obra.
El Rey Alonso, en el inicio, se ve apesadumbrado y perdido; cree que su hijo está muerto y está completamente desolado. A medida que avanza la historia, los velos que cubren los acontecimientos de la trama empiezan a correrse, y Alonso, gradualmente, comienza a reconocer el mal que le ha infringido a Próspero. En el último Acto, el Rey admite su error y pide el perdón del mago, por lo que es recompensado con el reencuentro con su hijo. Este proceso del personaje se corresponde con el restablecimiento del orden social.
Cáliban, por su parte, pasa de tener una actitud rebelde hacia Próspero a tener una actitud sumisa: de planear el asesinato de su amo pasa a pedirle perdón. El proceso de anagnórisis de este personaje es uno, si se quiere, negativo, que lo reduce nuevamente a condición de esclavo.
En Antonio, finalmente, no se observa ningún tipo de transformación o de reconocimiento de su error, en parte porque Próspero no le da lugar a esta situación de anagnórisis. Antonio se muestra como un personaje vil desde el inicio, y se mantiene así durante todo el desarrollo de la obra.
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Justificar esta afirmación: “Próspero se desempeña como el autor o el director de escena dentro de la representación”
Próspero se desempeña como el autor o el director de escena dentro de la representación porque conduce todos los hilos de la trama, como si fuera una encarnación del propio Shakespeare dentro de la obra. Asimismo, es este personaje quien da toda la información que el público necesita para entender lo que sucede en la historia, y por momentos toma el rol del narrador, que comenta las acciones realizadas por Ariel para indicar que su plan está saliendo a la perfección.
En el Acto IV, la condición de director de escena de Próspero se pone en abismo con la mascarada de compromiso, que él mismo encarga a Ariel para el disfrute de Ferdinand y Miranda. Esta puesta en escena en el interior de la representación refuerza el carácter autoral de Próspero. Cuando termina esta función, Próspero pronuncia el famoso discurso: “Estamos hechos de la misma materia que los sueños…” (IV.1. 156-157), mediante el cual da señales de ser consciente del carácter ficticio de las tramas que él dirige.
El epílogo completa esta situación del teatro dentro del teatro con Próspero dirigiéndose el público para pedir su aplauso, puesto que su propósito ha sido, simplemente, el de entretenerlo con su obra: “Llene gentil vuestro aliento mis veladas todas o habré fracasado mi empeño que no era sino el de agradaros” (V. Epílogo 11-13).