El desfile en Karhide
La descripción del desfile en el primer capítulo apela a distintos sentidos: como lectores, sabemos cómo se ve ese desfile, los sonidos que lo acompañan y la temperatura atípica debido a la aglomeración de personas. En cuanto a los sonidos, el desfile está acompañando por música de cornos, tablas huecas y flautas eléctricas. Además, suenan los gosivoses, un instrumento que emite un "bramido insensato y desconsolado" (p.11). En cuanto a las imágenes visuales, vemos la multitud avanzar en la tormenta "en hileras ordenadas... como peces en el agua" (p.10). Los juglares lanzan esferas pulidas de oro que juntas parecen haber "apresado literalmente la luz, y centellan como el cristal" (p.11). El sol, "radiante, traicionero" (p.12), sumado a la aglomeración, hace que las personas suden, pero de pronto la temperatura cambia porque "Un viento frío viene desgarrando la calle" (p.16).
La imagen del desfile, a su vez, revela algo más profundo sobre cómo se organiza la sociedad en Karhide. Se describe a la multitud como “un enjambre de moscas” (p.13) y “un canto rodado en una marea lenta” (p.16) imágenes que nos permiten visualizar el modo en que la muchedumbre se mueve de manera coordinada y uniforme. Al mismo tiempo, a esa uniformidad se opone la imagen de la multiplicidad de estandartes que representan a los distintos dominios y clanes. La sociedad de Karhide es como el desfile: a la vez múltiple, caótica, fragmentaria y también estructurada y unificada por la figura del rey, representado aquí por un grupo de cuarenta hombres de amarillo que tocan un instrumento que solo suena en presencia del líder.
La carpa que comparten Genly y Estraven en su viaje por el Hielo, y el frío que la rodea
Genly describe el interior de la carpa que comparte con Estraven en su viaje por el Hielo. Dentro de la carpa hay total oscuridad, y los sonidos y el calor toman protagonismo. Por ejemplo, Genly no puede ver la pared, pero es "audible, un plano inclinado de débiles sonidos" (p.262). La estufa chabe no emite luz, pero emana calor "como un corazón cálido" (p.262). Genly también escucha la respiración de Estraven, la humedad de la bolsa de dormir.
Por contraste, el ambiente que rodea la carpa es tan frío que allí está lo que Genly describe como "la soledad de la muerte" (p.262).
La imagen de la carpa nos permite no solo imaginar el ambiente, sino que funciona a un nivel simbólico también. La intimidad de ese espacio y la seguridad que encuentran ahí simboliza la relación que crece entre ellos. El que la sensación de estar a gusto se dé en total oscuridad también es significativo, porque es precisamente en la sombra/misterio donde estos hombres finalmente se encuentran y consiguen comprenderse mutuamente.
La respiración en un ambiente gélido
En más de una ocasión leemos descripciones detalladas y que apelan a distintos sentidos de cómo se siente respirar en el ambiente gélido del planeta Invierno. Según Genly, el aliento se congela con tanta rapidez que al respirar suena un levísimo crujido que compara con "fuegos artificiales distantes" (p.266). También describe el aliento como "una lluvia de cristales" (p.266). En otro fragmento de la novela, Genly siente el aire entrar "como una navaja" (p.190). Tal es el frío que la respiración a veces es visible, como cuando su aliento "había hecho un puentecito de hielo" (p.190) entre sus labios y una reja de alambre.
La nieve y el hielo
En la novela es posible imaginar las sensaciones que experimenta Genly al no estar adaptado a un clima tan inhóspito. Las distintas formas que toman la nieve y el hielo crean un paisaje variado a pesar de la presencia constante del blanco. En el viaje que realizan Genly y Estraven el paisaje cambia constantemente. En un momento pasan por valles "colmados de piedras y de los acantilados y las pendientes y los bordes de la masa de hielo" (p.241). Cuando se encuentra ya en el glaciar de Gobrin, ven cómo los bordes del hielo están rotos y presentan formas raras: "torres caídas, gigantes desmembrados, catapultas" (p.253). Se describe también la superficie por la que tienen que deslizar el trineo, "una materia pulida y azul cubierta apenas por un barniz blanco" (p.253). En un momento, Genly dice que se imaginaba el Hielo de Gobrin como una sabana plana y uniforme. Cuando llega allí se da cuenta de que el Hielo se parece más a "un mar alborotado por la tormenta, helado de pronto" (p.267).
También hay unas pocas referencias a los sonidos que experimentan en su paso por el glaciar. Por ejemplo, Genly describe el sonido que hacen los trozos de hielo al caer como "una música delicada, débil, larga, como el roce de unos alambres de plata en láminas de cristal" (p.288).