Mientras Eneas habla con los tirrenos, Juno envía a Iris con Turno. Iris le dice a Turno que Eneas está reuniendo aliados y que antes de que retorne debe atacar el campamento troyano. Cuando ella se va Turno reza y le agradece al dios que sea por habérsela enviado. Los ejércitos rútulos entran en la llanura con sus aliados. Cuando los troyanos los ven, se agrupan alrededor de los muros, tal como Eneas les había aconsejado. Turno marcha a la cabeza con una fuerza de elite y los llama para tomar por asalto las murallas. Da vueltas como un lobo que acorrala una oveja. Enfurecido con la sólida defensa, pide el fuego. Cuando Eneas construyó por primera vez su flota, la madre de Júpiter pidió hacer los barcos con madera de árboles sagrados para que nunca fueran destruidos. Cuando Turno intenta incendiar los barcos, un coro de ninfas llena el cielo y los barcos se convierten en criaturas inmortales parecidas a los delfines. Los rútulos entraron en pánico, pero Turno los asedió y alegó que era una señal de un mal presagio para los troyanos. Afirmó que debían ser atacados porque era la segunda vez que los troyanos habían tomado una esposa y se la habían llevado. Los alienta a pelear pero luego decide descansar el resto del día. Acampan alrededor del asentamiento troyano y los troyanos los miran desde las murallas. En la puerta, Niso le dice a Euríalo:
“Escucha todavía
cuál es mi duda y qué idea en mi ánimo brota.
Ir en busca de Eneas piden todos, el pueblo
y los padres, y enviarle quien le cuente lo que pasa.
Si me prometen lo que pido para ti (pues a mí la fama
de la acción me basta), creo poder encontrar al pie
de aquel cerro un camino a las torres y murallas de Palanteo”. Libro 9, líneas 190-196
Euríalo se quiere unir a él en el esfuerzo y Niso lo deja aunque desea que se quede y cuide su juventud. Van juntos a preguntarle al consejo. Le dicen que los rútulos están durmiendo con pocos centinelas y que piensan que pueden encontrar un camino a través del campamento. Uno de los jefes les dice que serán premiados de forma generosa por Eneas y Ascanio le ofrece premios de su propio tesoro. Euríalo le pide a Ascanio que consuele a su madre. Todos lloran cuando Ascanio jura que su madre será cuidada.
Cruzan las trincheras y avanzan en las sombras. Niso se mueve como un león en un corral de ovejas y mata a los hombres que están dormidos. Euríalo se le une y uno despierta pero Niso se encarga de él. Cuando se alejan, abandonan muchos premios atractivos. Cuando abandonan el campamento, se acerca un grupo de hombres a caballo. El líder de los hombres, Volcente, les dice que se detengan pero corren, y los jinetes los persiguen. Euríalo se golpea con algunas ramas mientras Niso emprende una corrida sin parar. Cuando llega a un campo, Niso se da vuelta y busca a su amigo. Grita “¿Pobre Euríalo, ¿por dónde te habrá abandonado?”, Libro 9, línea 390 . Ve a Euríalo rodeado y empuña su lanza y reza a los dioses. Atraviesa a uno. Levanta a otro y atraviesa otro más en la cabeza. Volcente no lo puede ver, por lo que va por Euríalo. Niso le ruega que no lo mate, pero Volcente igualmente lo hace. Niso está rodeado pero antes de morir mata a Volcente.
Los latinos cargan los cuerpos y ven la carnicería que habían hecho los asaltantes nocturnos. Llega el amanecer y ponen las cabezas de los troyanos en picas. Rumor se infiltra en el campamento y la madre de Euríalo grita de angustia ante la muerte de su hijo. Ascanio la consuela. Los rútulos hacen sonar un cuerno y comienza el asalto a las murallas del campamento. Cierran sus escudos y resisten la descarga de proyectiles troyanos. La carnicería aumenta cuando una torre construida por los troyanos es incendiada por Turno. Muchos mueren en el derrumbe y los que huyen son rodeados por las hordas de Turdo. Uno intenta trepar el muro y sus compañeros lo ayudan extendiendo sus manos. Turno grita burlonamente mientras tira de él hacia abajo para matarlo como si fuera un águila calva tomando con sus garras a un cordero. Ilioneo lanza rocas a las masas. Turno y Mecencio continúan matando a muchos troyanos. Mecencio se burla de ellos y los llama mujeres troyanas. Ascanio apunta y mata a alguien pero sus compañeros lo alejan de la muralla. Apolo lo saca para un costado y dice:
“¡Bravo por ese nuevo valor, muchacho! ¡Así se va a las estrellas,
hijo de dioses que dioses engendrarás! Con razón, toda guerra
cesará bajo el linaje de Asáraco que los hados nos mandan,
y Troya no te basta”. Libro 9, líneas 641-644
Toma la forma de un amigo de Anquises y alienta al muchacho a no pelear más. Los troyanos reconocen al dios cuando se va y refrenan a Ascanio. La batalla se desarrolla alrededor de las murallas como un viento o una avalancha. Las puertas son colisionadas y algunos rútulos entran. Los troyanos se juntan y los empujan hacia fuera, hacia el campo. Turno enfurece causando confusión por todo lugar que pasa. Derriba uno de los aguerridos defensores e inspira a los atacantes. Se juntan y los troyanos se retiran a las puertas. Cierran las puertas antes de ver que Turno también ha entrado. Dentro del campamento Turno mata a varios, pero es rodeado y debe irse. Lava sus heridas en el Tíber.
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