“Entre la realidad y su persona establece una muralla, no por invisible menos infranqueable, de impasibilidad y lejanía. El mexicano siempre está lejos, lejos del mundo y de los demás. Lejos, también de sí mismo” (p.26) (Metáfora)
Además de recurrir a la máscara, símbolo que representa el ocultamiento del mexicano, Paz también utiliza otras imágenes metafóricas, como la de la muralla, que representa el modo en que el mexicano se esconde y se refugia en su hermetismo. De esta manera, imagina la actitud del mexicano como una muralla invisible e infranqueable que no solo lo separa de su entorno, sino que también lo separa de su propio ser.
“[Los útiles] nos sirven; luego, gastados, viejos, los arrojamos sin pesar al cesto de la basura, el cementerio de automóviles, al campo de concentración” (p.63) (Símil)
Paz cuestiona el sistema de producción capitalista y su “transposición a la esfera social y política” (p.62) con los regímenes totalitarios del siglo XX, que convierten a los seres humanos en objetos servibles y desechables. En este símil, Paz define la manera en que nos relacionamos con los útiles para denunciar la deshumanización del capitalismo, en el que se ha permitido que las personas sean exterminadas en los campos de concentración de la misma manera en que se arroja una cosa en el cesto de basura o un auto en el desguace.
“Las malas palabras hierven en nuestro interior, como hierven nuestros sentimientos. Cuando salen, lo hacen brusca, brutalmente, en forma de alarido, de reto, de ofensa. Son proyectiles o cuchillos. Desgarran” (p.70) (Metáfora)
En su análisis sobre el verbo “chingar” y su uso como insulto en México, Octavio Paz piensa en el “poder mágico” (p.70) que tienen algunas palabras, y en particular las malas palabras, a las que compara con armas que lastiman y con una fuente de agua que bulle en el interior hasta irrumpir violentamente en la superficie. Así imagina que los insultos son una descarga de aquella parte oculta del mexicano que se anima a salir en forma de grito hiriente.
“El esquema de la Reforma, el gran proyecto histórico mediante el cual México se fundaba a sí mismo como una nación destinada a realizarse en ciertas verdades universales, queda reducido a sueño y utopía. Y sus principios y leyes se convierten en un armazón rígido, que ahoga nuestra espontaneidad y mutila nuestro ser” (p.120) (Metáfora)
Si bien Paz rescata la pretensión de universalidad que el mexicano hereda de la parte abierta de la tradición hispánica, cuestiona luego el intento de la Reforma del siglo XIX, que quiso imponerle un esquema fijo a esa pretensión. Por eso compara sus leyes con un armazón que impide que el mexicano se realice y se exprese. En este sentido, la metáfora del armazón se relaciona con el símbolo de la máscara, maneras de representar las formas que ahogan y limitan la originalidad mexicana.
“El grupo es la única fuente de salud. El solitario es un enfermo, una rama muerta que hay que cortar y quemar, pues la sociedad misma peligra si alguno de sus componentes es presa del mal” (p.185) (Metáfora)
En “La dialéctica de la soledad”, Paz caracteriza el modo en que las sociedades antiguas conciben la soledad como una enfermedad que es necesario erradicar para que no ponga en peligro la comunión del grupo, que es su “fuente de salud”. De esta manera, la metáfora de la enfermedad representa la manera en que el individuo se integra a la sociedad como una de las partes de un mismo organismo vivo, que debe ser cuidado y protegido.