Octavio Paz empieza a interrogarse sobre México en 1943, en su columna de El Universal. Luego escribe los ocho ensayos que integran El laberinto de la soledad entre los años 1946 y 1949, mientras está en París. Es así como este libro, cuya primera edición se publica en 1950, se produce fuera de México, fruto de una mirada nostálgica y reflexiva que también se ve condicionada por el clima de la Francia de posguerra, que padece la crisis del progreso humanista producido por las atrocidades del totalitarismo moderno.
En los primeros cuatro ensayos (“El pachuco y otros extremos”, “Máscaras mexicanas”, “Todos Santos, Día de Muertos”, “Los hijos de la Malinche”), Paz ahonda en las formas en que se expresa la soledad del mexicano de su tiempo, si bien cree que se trata de una forma de ser enmascarada, que oculta una realidad histórica compleja. En los dos ensayos que siguen (“Conquista y Colonia” y “De la Independencia a la Revolución”) piensa en la historia de México como originadora de esta forma de ser, mientras que en los dos últimos (“La ‘inteligencia’ mexicana” y “Nuestros días”) hace una revisión de los modos en que se intentó reconectar con el pasado mexicano y propone una forma de superar los conflictos que asolan a México y que tienen que ver con el panorama mundial contemporáneo.
Son varias las corrientes de pensamiento que atraviesan El laberinto de la soledad. Interpelado por autores como Freud, Nietzsche, Marx, Sartre, Ortega y Gasset y Ramos, entre otros, el ensayista mexicano cruza en sus reflexiones abordajes de la filosofía, el psicoanálisis y la antropología con los que intenta desentrañar la realidad mexicana indagando las circunstancias históricas, las ideas y las creencias que condicionaron el carácter mexicano. Sin embargo, no es la intención de Octavio Paz hacer una ontología, sino escribir un libro de crítica social, política y psicológica. Eso afirma en Posdata (1970): “El laberinto de la soledad fue un ejercicio de la imaginación crítica […]. Algo muy distinto a un ensayo sobre la filosofía de lo mexicano o una búsqueda de nuestro pretendido ser. El mexicano no es una esencia sino una historia”.*
En 1959, se publica una segunda edición de El laberinto de la soledad, revisada y aumentada. Allí se incluye el apéndice “La dialéctica de la soledad”, ensayo donde Paz piensa la soledad como condición humana, especialmente en el siglo XX. De esta manera, la reflexión sobre México y el carácter mexicano se vincula con la situación del individuo y de los pueblos que han sido relegados a la periferia por el capitalismo y el imperialismo moderno.
En la primera recepción de El laberinto de la soledad, algunos creyeron que se trataba de un libro contra México, por el modo en que Octavio Paz ve al mexicano: a grandes rasgos, como una persona pesimista, cerrada y sometida. No obstante, ha sido reconocida como una de las grandes obras del siglo XX, y de las más influyentes en la cultura occidental. Alabado tanto por sus ideas como por el estilo de su prosa, El laberinto de la soledad es considerada una fuente fundamental para comprender la cultura mexicana.
*Citado en “Vuelta a El laberinto de la soledad: conversación con Octavio Paz”, en Cahiers du monde hispanique et luso-brésilien, No. 25 (1975), pp.171-189.