Esa noche, ella llora hasta dormirse, sintiendo una mezcla de emociones de amor, pasión, culpabilidad, orgullo, y despertar. Apenas se preocupa por su marido, pero siente remordimiento de que su primer beso no provenga del amor. Ella está tratando de entender su nuevo despertar y está conmocionada y emocionada por la naturaleza inusual y desacostumbrada de sus deseos.
Alcee visita a Edna, quien está limpiando con las criadas en el palomar, la nueva pequeña vivienda de su espíritu independiente. Ella luce espléndida para Alcee con el cabello recogido atrás para protegerlo del polvo, sacando la suciedad de los pisos. Ella le dice que se prepare para la gran cena, a la cual él llama un golpe de Estado, por cuanto ella está enviando la factura a Leonce, aún fuera de la ciudad. Alcee la desea, pero debe esperar, porque ella se encuentra preocupada por muchas cosas, incluyendo su mudanza y la gran cena.
La cena es una pequeña reunión íntima que originalmente debía tener 12 asistentes, pero debido a las disculpas de última hora de no poder asistir de Adela Ratignolle y Madame Lebrun, sólo consta de diez invitados: el Sr. y la Sra. Merriman, la Sra. Highcamp, Alcee Arobin, Mademoiselle Reisz, Monsieur Ratignolle, Víctor Lebrun, Miss Mayblunt, una intelectual de algo más de veinte años, y su pareja, el Sr. Gouvernail. La mesa está decorada de amarillo y cada lugar tiene una mezcla de diamantes centellantes. Edna usa un nuevo bouquet de diamantes en su pelo que anuncia es un regalo de su marido. Hoy es su cumpleaños y todos puedan brindar a su salud por sus 29 años, por la boda de su hermana Janet, y por su padre, el Coronel. Todo el mundo se divide en diferentes conversaciones, chismes diversos, y agudas observaciones de uno al otro. Edna luce espléndida en su traje de satén y encajes. "Había algo en su actitud, en toda su apariencia cuando inclinó la cabeza contra el alto respaldo de su silla y estiró sus brazos, que sugirió a una mujer majestuosa, la que gobierna, la que observa, la que es independiente". Capítulo 30, págs. 117-118.
Tras varias horas de charla y maravillosa compañía, Monsieur Ratignolle se disculpa por tener que retirarse con su esposa a las diez en punto. Comienza el éxodo de la casa de la Sra. Pontellier, le siguen la Sra. Highcamp y Víctor Lebrun, posando ante las luces con champán y la bufanda de la Sra. Highcamp. Después de coquetear juguetonamente y unas risas un poco afectadas por el alcohol, Edna coloca su mano sobre la boca de Víctor diciéndole que devuelva la bufanda. Cuando él besa su mano, ella siente un apasionado estremecimiento. La Sra. Highcamp se acerca a Víctor, le hace señas para que llame a su hija, y salen. Todos los demás se dan cuenta de que es hora de volver a casa, a excepción de Alcee Arobin, quien se queda. Las voces de los invitados se quedan grabadas en la noche.