El Despertar

El Despertar Citas y Análisis

"El Sr. Pontellier usaba anteojos. Era un hombre de unos cuarenta años, de mediana altura y de contextura delgada; un poco encorvado. Su cabello era marrón y lacio, peinado con una raya al costado. Lucía una barba bien arreglada y cuidadosamente recortada."

Capítulo 1, pág. 2

"...como si observara una valiosa pieza de bienes personales que ha sufrido algún daño."

Capítulo 1, pág. 3

"Él reprochó a su esposa por su falta de atención y su habitual descuido con los niños. Si no era el lugar de la madre cuidar de los hijos, ¿cuál era entonces su lugar?"

Capítulo 3, pág. 7

"La mujer-madre parece prevalecer ese verano en Grand Isle. Era fácil identificarlas, revoloteando alrededor con alas extendidas y protectoras, cuando cualquier daño, real o imaginario, hacía peligrar a sus preciosas crías. Eran mujeres que idolatraban a sus hijos, veneraban a sus esposos, y consideraban un santo privilegio olvidarse de ellas mismas como personas y desarrollar alas como ángeles guardianes."

Capítulo 4, pág. 10

"La voz del mar es seductora, nunca cesa, susurrando, despejada, murmurando, invitando al alma a vagar por un rato en los abismos de la soledad, a perderse en los laberintos de la contemplación interior. La voz del mar habla al alma. El toque del mar es sensual, envolviendo el cuerpo en un abrazo suave y estrecho."

Capítulo 6, pág. 17

"Su matrimonio con Leonce Pontellier fue puramente un accidente, en este sentido se asemejaba a muchos otros matrimonios que se encubrían como leyes del destino. Fue en medio de su gran pasión secreta que ella lo conoció. El se enamoró, como los hombres acostumbran hacerlo, y apretó su traje con una seriedad y ardor que no dejó nada que desear."

Capítulo 6, pág. 23-24.

"Los primeros acordes que Mademoiselle Reisz arrancó del piano le causaron un gran estremecimiento a la Sra. Pontellier en su columna vertebral. No era la primera vez que escuchaba a una artista en el piano. Tal vez si la primera vez que estaba lista, quizás la primera vez que su ser estaba preparado para que le produzca una impresión vívida de la verdad permanente... Ella no vio imágenes de soledad, de esperanza, de anhelo, o de desesperación. Pero se despertaron pasiones en su alma, que se mecían, que arremetían, como las olas diariamente golpeaban su espléndido cuerpo. Ella tembló, sentía que se ahogaba y las lagrimas la enceguecieron."

Capítulo 9, pág. 33-34

"Una sensación de alborozo la embargó, como si algún poder de significativa importancia se le hubiera concedido para controlar el funcionamiento de su cuerpo y su alma. Se volvió audaz y temeraria, sobreestimando su fuerza. Ella quería nadar lejos, donde ninguna mujer hubiera nadado antes."

Capítulo 10, pág. 36

"Que ella está viendo con otros ojos y conociendo nuevas cosas en su interior que le han dado color y han cambiado su entorno, como no había sospechado."

Capítulo 14, pág. 53

"Por primera vez, ella reconoció los síntomas del apasionamiento que había sentido en forma incipiente cuando era niña, en sus primeros años de adolescencia, y más tarde siendo una mujer joven. El reconocimiento no alivió la realidad, el patetismo de la revelación por cualquier sugerencia o promesa de inestabilidad. El pasado no era nada para ella; no le ofrecía ninguna lección que ella estuviera dispuesta a prestar atención. El futuro era un misterio que nunca intentó penetrar. Solo el presente era importante; era suyo, para torturarla como sucedía entonces con la mordaz convicción de que había perdido lo que tenía, que se le había negado lo que la apasionaba, que exigía cosas a las que recién despertaba."

Capítulo 15, pág. 59

"Renunciaría a las cosas no esenciales, daría mi dinero, yo daría mi vida por mis hijos, pero no renunciaría a mí misma. No puedo decirlo en forma más clara, es algo que recién estoy empezando a comprender, que se me está revelando."

Capítulo 16, pág. 62

"Ella se estaba buscando y encontrándose a sí misma en esa dulce, media oscuridad que conoció su estado de ánimo. Pero las voces que le llegaban de la oscuridad, y del cielo y las estrellas no eran de sosiego. Eran gritos de protesta y notas muy tristes sin promesas, que carecían incluso de esperanza."

Capítulo 17, pág. 69

"El Sr. Pontellier se preguntaba a veces si su esposa no se estaba volviendo un poco desequilibrada mentalmente. Podía ver claramente que no era ella misma. Es decir, no pudo ver que se estaba convirtiendo en ella misma y diariamente iba dejando a un lado ese ser ficticio que asumimos como una prenda con la cual aparecemos ante el mundo."

Capítulo 19, pág. 75

"¡Valiente, ciertamente! Un alma intrépida. El alma que se atreve y desafía."

Capítulo 21, pág. 84

"Una mujer, mi querido amigo, es un organismo muy peculiar y delicado – una mujer muy organizada y sensible, como sé que es la Sra. Pontellier, es especialmente peculiar. Se requeriría un inspirado psicólogo para tratar con ellas exitosamente. Y cuando los tipos ordinarios como usted y como yo intentamos lidiar con su idiosincrasia, el resultado es una verdadero torpeza. La mayoría de las mujeres son temperamentales y caprichosas. Este es un capricho pasajero de su esposa, debido a alguna causa o motivo que usted y yo no necesitamos tratar de entender."

Capítulo 22, pág. 87

"La invadió una sensación que le era desconocida, pero muy placentera."

Capítulo 24, pág. 95

"Ahora le parece a ella que su esposo es como una persona con la que se ha casado sin amor como excusa."

Capítulo 25, pág. 102

"Ella sentía que las cosas de alguna manera se irían amoldando, pero pase lo que pase, ella había resuelto no pertenecer a otra persona que a sí misma nunca más."

Capítulo, 26, pág. 106

"Había algo en su actitud, en toda su apariencia cuando inclinó la cabeza contra el alto respaldo de su silla y estiró sus brazos, que sugirió a una mujer majestuosa, la que gobierna, la que observa, la que es independiente."

Capítulo 30, págs. 117-118

"Él no respondió, sino que continuó acariciándola. No dijo buenas noches hasta que ella se rindió a sus suaves y seductoras súplicas."

Capítulo 31, pág. 123

"Ella se retorcía de celos. Se preguntaba cuando él volvería. No dijo que volvería. Ella había estado con él, había escuchado su voz y tocado su mano. Pero de alguna manera le había parecido más cercano estando lejos en México."

Capítulo 34, pág. 136

"Ella puso su mano en su cara y apretó su mejilla contra la suya. Fue un acto lleno de amor y ternura. El buscó nuevamente sus labios. Luego él la jaló al sofá a su lado y sostuvo su mano en las suyas."

Capítulo 36, pág. 141

"Su voz seductora, junto con su gran amor por ella, habían cautivado su sentido, privándolo de todo impulso, pero persistía en él el anhelo de tenerla."

Capítulo 36, pág. 142

"Te amo. Adiós - porque Te amo."

Capítulo 38, pág. 148

"El agua del Golfo se extendía ante ella, brillando con la inmensa luz del sol. La voz del mar es seductora, nunca cesa, susurrando, clamando, murmurando, invitando al alma a vagar en abismos de soledad. A lo largo de toda la playa blanca, arriba y abajo, no había cosa viva a la vista. Un pájaro con un ala rota batía el aire por encima, tambaleándose, aleteando, girando en círculos, herida, cayendo en el agua."

Capítulo 39, págs. 151-152

"Ella miró en la distancia, y sintió por un instante el viejo terror, luego se hundió de nuevo. Edna escuchó la voz de su padre y de su hermana Margaret. Oyó el ladrido de un perro viejo que estaba encadenado a un sicómoro. El azuzar con las espuelas del oficial de caballería cambió mientras atravesaba el porche. Allí estaba el zumbido de las abejas, y el olor almizclado de clavelinas llenó el aire."

Capítulo 39, pág. 153
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