Alcee Arobin ayuda a Edna a limpiar y concluir la cena. Él toma su brazo y camina con ella al palomar, su nuevo hogar. Cuando llegan, encuentran la habitación principal cuidadosamente decorada con flores, siguiéndose sus instrucciones, y colocadas por Celestina. Edna se encuentra agotada por el trabajo en los últimos días, alegando que su cena fue tonta. Alcee la consuela con palabras amables y suaves caricias. Ella le da las buenas noches. "Él no respondió, sino que continuó acariciándola. No dijo buenas noches hasta que ella se rindió a sus suaves y seductoras suplicas". Capítulo 31, pág. 123.
Cuando el Sr. Pontellier se entera de la mudanza de su esposa de la casa de la Calle Explanada, se pone enojado y frustrado. Está más preocupado por las apariencias y por su situación financiera que por la desintegración de su matrimonio. Él teme que la inminente notoriedad puede afectar su negocio. En poco tiempo, él contrata personal para remodelar la casa de Explanada y publica un artículo en el periódico señalando que se están realizando trabajos de remodelación en su casa y se encuentra inhabitable mientras la pareja pasa un tiempo en Europa. El lograr salvar las apariencias exitosamente mientras se encuentra aún fuera de la ciudad.
Edna comienza a sentirse cómoda, fuerte e independiente en el palomar. Aunque es pequeña, le permite ver el mundo y su vida a través de sus propios ojos, y ella adora esta nueva capacidad. Visita a sus hijos en Iberville, que se encuentran con su abuela. Está encantada de poder pasar un tiempo en el campo, en una vida diferente, contándoles sobre los trabajadores en la casa, y escucha todas las cosas nuevas en sus vidas. Su madre está entusiasmada de saber de estos trabajos de construcción, pues se podrá quedar con sus nietos un mayor periodo de tiempo. Cuando Edna se va, ella escucha en su cabeza canciones alegres de sus hijos; sin embargo, al llegar a su nueva casa, ya no escucha las canciones y una vez más, está sola y se siente independiente.
Seguimiento del Tema: Feminismo, Femineidad e Independencia 14
En búsqueda de compañía con Mademoiselle Reisz, Edna busca a la pianista. Desafortunadamente, no se le puede ubicar en ninguna parte, por lo que Edna regresa a su casa a trabajar en una pintura. Madame Ratignolle pasa por allí visitándola, deseosa de saber lo sucedido en el resto de la cena, de la cual su esposo salió muy temprano. Ella comenta sobre el estilo de vida solitario de Edna y las intenciones de Alcee Arobin, y la ausencia de Edna de su vida. Después de una amable visita, Madame Ratignolle sale y la Sra. Merriman pasa por allí convocando a una fiesta. Edna les dice a todo el mundo que terminen con las formalidades.
Frustrada con las visitas de todo el mundo, Edna encuentra refugio con Mademoiselle Reisz. Ella espera en la casa vacía, sin ostentaciones, mirando al piano y las fotos. Alguien llama a la puerta, por lo que Edna acude a responder. Robert Lebrun ha regresado de México, y se presenta. Edna se sorprende se entusiasma, curiosa por saber cuando regresó y por qué aún no ha ido a visitarla. Robert ha retornado desde antes de ayer y ha estado ocupado. Edna se siente herida de que él no la haya buscado desde el primer momento en que llegó y no puede creer las palabras de Mademoiselle de que él realmente la ama. Robert sólo supo de la nueva casa de Edna ayer a través de su madre y afirma que ha regresado porque los mexicanos eran antipáticos.
Edna se dirige a la puerta para salir, pues cree que Mademoiselle no regresa hasta tarde. Robert la sigue, con la esperanza de acompañarla a su casa. Ellos pasan por la mansión de los Pontellier en la que están efectuando trabajos de construcción. Robert observa que él nunca supo que Edna estaba en su nueva casa. Ella está feliz de que él no lo supiera y le pide que cene con ella. Él acepta y mira el palomar, sus bocetos y antiguas fotografías. Ve una de la cabeza de Alcee Arobin y estalla enojado. Edna le informa que es un amigo de ella y que han sido amigos cercanos recientemente. Ella no ve ninguna razón para devolver todas las fotografías que la gente le ha dado para que pueda pintarlas. Edna prefiere escuchar sobre las experiencias de Robert en México, mientras que Robert afirma que Edna es cruel. Ellos se sientan en silencio.
Seguimiento del Tema: Pintura 9