Resumen
Un día Mosén Millán le pide a Paco que, en calidad de monaguillo, lo acompañe a dar la extremaunción a un enfermo grave. El hombre es tan pobre que vive a las afueras del pueblo, no en una casa, sino en unas cuevas abiertas en las rocas.
Cuando llegan, a Paco le impresiona las condiciones en las que viven el enfermo y su mujer. En la cueva no hay luz, ni agua y falta el aire. El enfermo está echado en un camastro y es claro que no puede respirar. Mosén Millán realiza todos los pasos de la unción de los enfermos. El sacramento consiste en uncir al enfermo con aceite sagrado y rezar por él. Cuando el acto sacramental termina, el cura tiene apuro por irse, pero disimula. Se despide con una fórmula y salen de la cueva.
En el camino de regreso al pueblo, Paco le pregunta al cura sobre lo que acaba de presenciar. Quiere saber si esas personas son muy pobres, si alguien las visita, si no hay nada que hacer por ellos. Mosén Millán le contesta que son muy pobres, pero que lo que les sucede a ellos es peor que la pobreza: su hijo está preso. A Paco le interesa saber si el hijo está en la cárcel por haber matado a alguien, pero pronto piensa que el hijo no debe ser muy malo porque en ese caso sus padres seguramente tendrían dinero.
Si bien Paco no se resigna a que no haya nada que hacer por esas personas, Mosén Millán insiste en que si son pobres es porque esa es la voluntad de Dios. A Paco no le convence del todo lo que escucha. Sigue impresionado, en especial, porque los pies del hombre enfermo estaban secos y resquebrajados y le hacen pensar en los pies de madera de los crucifijos rotos y abandonados en la bodega de la iglesia. Cuando llega a su casa y les cuenta a sus padres lo ocurrido, estos le prohíben acompañar a Mosén Millán a dar la extremaunción.
Luego de ese episodio, empieza a correrse la voz de que a Paco las condiciones de la pareja en la cueva lo habían conmovido. La historia sobre ese episodio crece, especialmente porque Jerónima es quien lleva el cuento al carasol, un lugar en el que se juntaban las viejas del pueblo. En su versión de los hechos, el cura sale desfavorecido.
La novela vuelve a centrarse en el presente del relato. Mosén Millán todavía espera la llegada de los feligreses. El monaguillo continúa con los versos del romance. La parte que recita ahora cuenta cómo Paco fue buscado por todos lados antes de ser fusilado.
Nuevamente Mosén Millán evoca el pasado. Paco se aleja del cura a medida que crece. Ya no lo va a visitar seguido. Cumple con lo mínimo esperable: asistir a misa los domingos y confesarse y comulgar una vez al año. La maduración de Paco implica que ahora se interesa por las mujeres, pero, aún más importante, es su nuevo interés por los asuntos de la hacienda familiar. En una de sus conversaciones con su padre se entera del sistema de arrendamiento de tierras que obliga a los campesinos a pagar una suma al duque, el dueño de las tierras de cinco pueblos a la redonda.
Paco acude a Mosén Millán para hablar con él sobre los arrendamientos. Mosén Millán le dice que no son asuntos para preocuparse y que hay lugares en los que hay más miseria que en ese pueblo.
Análisis
Esta parte empieza con un punto de inflexión en la formación de Paco. De hecho, el cura reconoce y piensa, con cierto grado de remordimiento, que el haber llevado al chico a la extremaunción de las cuevas influye en lo que conduce a Paco a la muerte. Para esta escena de la novela el autor se inspira en una experiencia personal. Él mismo visitó un lugar como el que aparece en la novela y la sorpresa fue caer en la cuenta de que a esas personas les estaban negados los cuatro elementos esenciales para sobrevivir: el aire, el agua, el fuego (luz) y la tierra.
El impacto de la visita a la cueva se manifiesta en lo detallado de la descripción. A pesar de estar narrado en tercera persona, parecería enfocar la escena desde la mirada del chico que observa cada detalle. La sombra del enfermo que se proyecta en la pared y se mueve a medida que el cirio tiembla muestra la dimensión que va tomando el asunto desde la mirada del chico.
La sensibilidad de Paco con respecto a lo que presencia en la cueva se manifiesta de varias maneras. Por ejemplo, en su insistencia al hacer preguntas para intentar comprender lo que vio allí. Por otra parte, la imagen de los pies resquebrajados lo llevan a pensar en los pies de madera de Cristo crucificado. Esa comparación es significativa porque establece un paralelo entre el sufrimiento de Cristo en la cruz y el de los labradores pobres. Paco intuye que en ello hay algo determinante. Además, al lector la mención de los pies resquebrajados le remite al comentario de la primera parte de la novela en la que Mosén Millán repara sobre sus zapatos de cuero resquebrajado que quiere mandar a componer. En este sentido, hay mayor distancia entre el cura y Cristo que entre el hombre moribundo y Cristo.
Aunque es aún un niño, es posible que Paco intuya ya todo lo que lo separa del cura. En este sentido, este también es un punto de inflexión en la relación entre ellos. Es evidente el contraste de ambas visiones: Mosén Millán opta por la desidia que él justifica con su fe al hablar de la voluntad de Dios, mientras que Paco no quiere resignarse e insiste en que debe hacer algo que por estas personas.
También es patente el desplazamiento del cura a medida que el padre de Paco toma un lugar cada vez más central. Cuando Paco viene con el cuento de lo que vio en las cuevas, su padre deja en claro que no coincide con la mirada del cura y genera en Paco algunas inquietudes como el verdadero motivo detrás de la detención del hijo de la pareja pobrísima.
A partir de los recuerdos de Mosén Millán, los lectores ven el proceso de maduración que vive Paco. A medida que crece, lo primero que sucede es que se aleja progresivamente de la Iglesia y solo cumple con lo mínimo requerido socialmente en una sociedad casi cien por ciento cristiana. Por otro lado, empieza a interesarse por las mujeres. No obstante, el cambio más significativo es el interés que despiertan en él los asuntos de la hacienda familiar. Paco considera que el sistema de arrendamiento de las tierras “no era cabal” (p.56).
La reacción del cura a las inquietudes de Paco es coherente con lo que viene defendiendo: desde su lugar de privilegio, Mosén Millán cree que hay que aceptar el statu quo como una manifestación de la voluntad divina. Además, insiste en pensar que el sistema en el que vive es mejor que otros y le consuela pensar en que hay otros lugares con peores miserias.
La ceguera de Mosén Millán con respecto a la realidad circundante está reforzada por los gestos que vemos en él mientras espera a los feligreses en el presente del relato. Mosén Millán pasa gran parte de la trama del presente del relato con los ojos cerrados. La inútil espera por la llegada de parientes y familiares a la misa que está por celebrar es solo otra prueba de la ceguera del cura. Asimismo, durante la unción del enfermo, cierra los ojos. Luego queda claro que ese gesto refleja su deseo de ignorar y justificar la miseria que lo rodea.