Los servidores se aprovechan
Una de las grandes ironías en la obra es la falta de servicio precisamente en aquellas figuras cuyo oficio lo demanda. En la novela, los miembros del clero, oficiales como los alguaciles e, incluso, los comisarios como el buldero, son hombres que miran solo por su propio provecho. Además, la relación entre amo y siervo también es problemática. Bajo un sistema estamental, esa relación debía ser, idealmente, recíproca, en el sentido de que la persona que servía al amo podía esperar, a su vez, protección. Pero los amos en la obra son crueles; algunos de ellos apenas mantienen vivo al muchacho que los sirve. Por su parte, Lázaro busca la manera de engañar y aprovecharse de ellos, estableciendo una relación parasitaria. Todo esto resulta en una ironía situacional en la que las expectativas sobre el accionar de los distintos actores sociales defraudan todas las veces.
Lázaro jura sobre la hostia que su esposa es una buena mujer toledana
Cuando decide llegar a un acuerdo tácito con el arcipreste y desafía a quien quiera comentar sobre su mujer, Lázaro dice que juraría sobre la hostia sagrada que su esposa es una buena mujer como vive dentro de las puertas de Toledo. Se trata de una ironía a dos niveles. Por un lado, resulta irónico que Lázaro elija jurar sobre la hostia como garantía de la fe que deposita en su mujer. En primer lugar, porque Lázaro se ha mostrado crítico e irreverente ante los asuntos de la Iglesia; además, el motivo detrás de los rumores muestra la corrupción dentro de la Iglesia misma, pues el arcipreste tiene una amante a pesar de estar ordenado como sacerdote. Por otro lado, la mención a la honradez de las mujeres toledanas es irónica porque la ciudad de Toledo era conocida por su famosas prostitutas.
Lo que enferma, sana
Si bien esta es una noción que aparece en boca del cura para referirse al vino, que es el motivo por el que golpea a Lázaro y también lo que usa para curar sus heridas, el concepto es aplicable a otros aspectos de la historia del protagonista. A lo largo de la historia, muchas de las cosas que aparentemente hacen daño a Lázaro, en realidad, lo impulsan a ascender. Las adversidades que vive con sus amos después resultan un bien para él, porque lo preparan para lo que vendrá después. Si tomamos como ejemplo el caso del escudero, podemos ver cómo las necesidades que pasa mientras vive con él hacen que desvalorice a tal punto la honra que pueda convivir tranquilamente con la deshonra de ser un cornudo.
El miserable Lázaro es más noble que el noble hidalgo
En el Tratado Tercero, Lázaro alcanza la cima en su desarrollo moral. Mientras sirve al escudero, este último se encuentra sumamente preocupado por su nobleza y su honra. Pero mientras él se preocupa de la nobleza en el sentido más vacío de la palabra, inspira en Lázaro sus sentimientos más nobles. La compasión que siente por su amo lo lleva a ser caritativo y generoso y a “quererlo bien”. La ironía deriva en que el escudero, a quien por hidalguía se le exigen nobles sentimientos, no los muestra por su exceso de orgullo, mientras que el personaje marginal, de quien nadie espera nada, llega a la cima de su nobleza.