Resumen
Hijos de Adán
En el poemario Hijos de Adán, Walt Whitman reúne una serie de poemas relacionados con el cuerpo, el sexo y el amor.
En el poema “Hacia el jardín del mundo”, el yo poético se presenta como un amante maduro que siente todavía su cuerpo insuflado por el fuego de la pasión y está satisfecho con su pasado y su presente. “Desde los ríos acorralados y dolientes” es un poema dedicado al sexo masculino; Whitman entona un himno a la procreación en el que el falo es la figura principal. Se trata de un poema cargado de sensualidad que explora las relaciones heterosexuales y homosexuales, y presenta al sexo como la estructura fundamental de los vínculos humanos.
En “Una mujer me espera”, Whitman realiza una reivindicación de la figura femenina (en relación al espacio social que ocupaba la mujer a mediados del siglo XIX) e indica que el sexo femenino no es en nada inferior al masculino. Luego, para sostener su tesis, intenta engrandecer a las mujeres destacando en ellas valores que son típicamente masculinos.
En “Espontáneo soy”, el yo poético expresa su vínculo estrecho con la naturaleza y luego observa al mundo natural cargado de amor y sensualidad. La naturaleza se presenta como un entorno sugerente, cargado de insinuaciones sexuales de las que el yo poético se nutre para hablar de su virilidad; luego, procede a enumerar una serie de situaciones relacionadas a la masturbación y al apetito sexual que lo consume todo el tiempo. “Una hora de locura y de placer” continúa con el escenario sexual, y Whitman elogia la cópula y el amor libre más allá de cualquier convención social o juicio moral. En los poemas siguientes, “¡Oh, himen! ¡Oh, himeneo!, “Yo soy aquel”, “Instantes primitivos”, “Hace tiempo que atravesé una populosa ciudad”, “Cara al Oeste” y “Como Adán”, los temas ya mencionados se repiten: Whitman continúa su elogio de la sexualidad más allá de cualquier convención social y hace referencia a las necesidades insoslayables de su cuerpo, que le exige entregarse a los placeres de la carne y gozar del contacto con todos los seres humanos.
Cálamo
Whitman comienza el poemario Cálamo en septiembre de 1859, solo en el bosque, lejos de todos los "placeres, / beneficios, conformidades" (p.133) de su vida. Es en este lugar donde puede reflexionar sobre su yo interior. Este es un Yo más verdadero que el del mundo ordinario. Resuelve “no cantar otros cantos que los del viril afecto” (p. 133), en lo que es una celebración de su propia “necesidad de los camaradas” (p. 133). En el poema “Fragante herbaje de mi pecho”, el poeta reflexiona sobre todo lo que de él nace, a través de figuraciones: las hierbas crecen sobre él, y él las reparte por el mundo. Son hojas de muerte y son amargas, pero esto no quiere decir que la muerte no sea hermosa. Whitman dice: "Muerte o vida, ambas me son indiferentes, mi alma declina toda preferencia" (p. 134). La muerte es hermosa cuando un hombre no vive su vida al servicio de ella, es decir, atormentado por su destino inexorable. En cambio, Whitman es decisivo en su deseo de hacer “que la muerte sea estimulante” (p. 134) para sus camaradas y compañeros de viaje.
En “Para ti, ¡oh, democracia!”, Whitman establece la conexión entre América, el continente que llama indisoluble, y el amor al que le canta. Su objetivo es crear camaraderismo en toda América. Las ciudades estarán llenas de hombres unidos en amor varonil. En “Canto a la primavera”, mientras deambula por el bosque, Whitman puede sentir los espíritus de sus antiguos amigos a su lado. Algunos lo abrazan mientras que otros lo rodean. Whitman comienza a recoger materiales de la naturaleza a su alrededor: una lila, una rama de pino, "un puñado de musgo que en Florida arranqué a un joven roble” (p. 139) y que la raíz de cálamo se convertirá en el símbolo de camaradería entre hombres. En “Con la terrible duda de las apariencias”, Whitman pone en duda el estatuto de la realidad al sospechar que quizás lo que sus sentidos perciben son solo apariencias y que lo real sea inaccesible, todavía desconocido. Sin embargo, ante esas dudas encuentra respuestas en sus amantes y amigos, en cuya presencia el estatuto de la realidad se le hace indiferente y se entrega puramente a la vida y a la experiencia.
En “La base de todas las metafísicas”, Whitman intenta dar una respuesta filosófica a las ideas de amor y compañerismo sobre las que escribe. Se imagina un curso universitario, impartido por un profesor., en donde se estudia a todos los grandes filósofos del mundo desde Sócrates hasta Cristo y Hegel. Todas estas filosofías, dice Whitman, están respaldadas por “El adorable amor del hombre por su camarada, la atracción del amigo hacia el amigo” (p. 142). En “Cronistas del futuro”, el poeta hace un llamado a sus futuros biógrafos y registradores de la historia para que no intenten dar cuenta de los hechos concretos de su vida, sino de su amor por sus amigos, que es lo único que puede hacerlo feliz. “Cuando supe al cabo del día” es una reflexión sobre esta felicidad. Whitman recuerda el momento en que fue honrado en el capitolio y un momento en que se divirtió, pero dice que a pesar de ello en esas ocasiones no fue feliz. Él es feliz cuando está en la naturaleza, saliendo con el sol, bañándose en el océano y pensando en su querido amigo, su amante, mientras va camino a verlo. Whitman dice que solo es feliz cuando su brazo está alrededor de su amigo, cuando yacen juntos durmiendo "En el silencio, al claror de la luna otoñal” (p. 144).
Whitman canta una canción para su amada Nueva York en "Ciudad de Orgías". En este sentido, Manhattan es una ciudad de “orgías, paseos y regocijos” (p. 146), y Whitman canta sus canciones dentro de la ciudad y para ella. Lo que hace ilustre a la ciudad no son sus edificios, casas, calles o comercios, sino el amor que los habitantes de la ciudad se prodigan entre ellos y comparten con el poeta. En “Contemplad este curtido rostro”, Whitman hace una semblanza de su propio aspecto, que parece no ser atractivo, aunque luego indica que siempre hay alguien en Manhattan que lo busca para besarlo y abrazarlo. En "A un extranjero", Whitman observa a alguien caminando por la calle y piensa que debe haber conocido a esta persona en algún otro momento u en otra vida. Esta persona le da placer a pesar de que no la conoce, y está seguro de que volverá a encontrarse con este extraño y de que ambos se reconocerán.
En un momento de tranquilidad, sentado solo, Whitman piensa en todos los hombres del mundo que se encuentran en su situación y considera que si tan solo pudiera conocer a estos hombres, se uniría con ellos, tal como lo hace con los de su propia tierra. En “Sé que se me ha acusado”, el poeta responde a quienes lo acusan de “intentar destruir las instituciones” (p. 149) y aclara que ese no es su objetivo, puesto que lo instituido histórica y culturalmente no le importa en absoluto, ya que lo que él busca es crear un Nuevo Mundo que se base en el amor libre entre todos los hombres, “fuera de las enseñanzas, o preceptos, o probidades, o cualquier otra argumentación” (p. 149). En “Cuando repaso la fama conquistada”, Whitman dice que no envidia a los hombres importantes, generales, presidentes o cualquier persona famosa, y que solo envidia la hermandad de los amantes y a aquellos que mantienen la pasión durante toda su vida.
En “Una promesa a California”, Whitman promete ir pronto al Oeste porque sabe allí gozará del amor de sus camaradas. En “a través del intersticio”, un joven se le acerca al poeta en un bar lleno de gente y le toma la mano en una mesa. Mientras otros beben y maldicen, Whitman y su compañero hablan poco, y disfrutan de la mutua compañía. Sin embargo, el poeta señala que no está enamorado solo de este hombre, sino de toda la gente de la nación. En “He soñado un sueño”, Whitman contempla en sueños una ciudad en la que todos los hombres están hermanados por el amor que se profesan mutuamente, y es este amor la base en la que se funda esa nueva sociedad.
En “Hacia el Este y hacia el Oeste”, Whitman proclama que el propósito de los Estados es fundar una hermandad suprema y nueva, que hasta el momento no se ha visto en ningún otro lugar. En “Entre la multitud”, el poeta indica que una persona lo distingue mediante “secretos y divinos gestos” (p. 156) y reconoce que se trata de su amante, a quien él también reconoce por los mismos gestos.
Al final del poemario Cálamo, en el poema "Lleno de vida, ahora", Whitman afirma estar lleno de vida y le habla a las generaciones futuras que leerán sus palabras y desearán poder ser sus amantes. A ellos les asegura que los acompañará.
Análisis
La naturaleza sexual de Hojas de Hierba fue motivo de gran controversia durante la propia vida de Whitman. Varios críticos de alto perfil, incluido Ralph Waldo Emerson, encontraron estos temas menos que deseables en el libro. Whitman perdió su trabajo en el gobierno en 1865 porque su jefe leyó sus poemas y lo despidió, acusándolo de indecente. A pesar de todo esto, Whitman sostuvo que la sexualidad era vital para su propio trabajo, precisamente porque es una característica vital de la experiencia humana. En este sentido, para Whitman la sexualidad no era una simple interacción entre dos personas, sino una experiencia fundamental que se colocaba en la base de todas las sociedades. En las décadas posteriores, muchos críticos literarios supieron apreciar este aspecto de la sexualidad en Hojas de hierba y consideraron que uno de los mayores méritos de Whitman es haber rehabilitado la sexualidad como un tema literario.
Hijos de Adán reúne una serie de poemas en los que Walt Whitman celebra el amor físico, la unión sexual y todos los impulsos de la carne que el autor considera irrefrenables. Esta sección fue incluida en Hojas de hierbas a partir de 1860 y suscitó muchas críticas debido a su candor y a la concepción del sexo liberada de todo tabú y convención social. En cierto aspecto, las propuestas de Whitman sobre la forma de relacionarse vincularmente en estos poemas prefiguran las ideas de amor libre desarrolladas en la segunda mitad del siglo XX y retomadas en pleno siglo XXI, en la actualidad, con un vigor revitalizado. Así, los vaticinios que realiza Whitman en sus poemas y el perfil del hombre del futuro al que dedica sus versos indica qué tan adelantado estaba el poeta para su época y lo convierte en una suerte de profeta.
Tal como indican muchos críticos literarios, al igual que el poemario Hijos de Adán, Cálamo contiene una reflexión sobre la amistad y las relaciones masculinas. Su nombre hace referencia a un antiguo mito griego: Cálamo era un hombre bellísimo que vivía feliz junto a su amante, Carpo, hasta que este murió ahogado durante una competencia de natación. Desesperado por la pena, Cálamo también se arrojó a las aguas y se ahogó, pidiéndole a Zeus que lo uniera a su amante. El dios, conmovido por el dolor del joven, lo convirtió en un junco acuático, al que le dio el nombre de cálamo o caña. Al utilizar la imagen del cálamo como un símbolo de la amistad masculina, queda claro que Whitman comprende dicho sentimiento de una forma mucho más compleja y profunda que la simple amistad fraternal.
A pesar de que las referencias a la homosexualidad están claras, muchos críticos de su tiempo se han excusado en que el yo poético de “Canto a mí mismo” se presenta también como heterosexual, puesto que elogia su unión con las mujeres, para relativizar la imaginería homosexual y considerar que Whitman aborda el tema desde un punto de vista omnisexual, sin preferencias específicas, elogiando la preferencia por el individuo, sea cual sea su sexo.
En los primeros poemas de Cálamo y en otros de Hijos de Adán (como “Espontáneo soy”), Whitman sigue evaluando algunos de los temas de las secciones anteriores, especialmente su comprensión del mundo natural. Si el pasaje de "Canto a mí mismo" en el que el niño lleva un puñado de hierba a Whitman y le pregunta qué es sirve para ilustrar la comprensión del poeta de la relación de la humanidad con la naturaleza, entonces en estos poemas puede observarse una ruptura con esa concepción. Whitman parte de la observación de la naturaleza, de los árboles, las hojas, las flores y los animales, pero no se siente completamente parte de ella; comprende que en esas hojas hay vida y muerte, y que le hablan de un ciclo constante de regeneración; así y todo, esto no se presenta como una noción tan vital como lo era antes. En cambio, está imbuido por el deseo sexual y el amor viril entre camaradas. Ello también implica una reevaluación del espíritu romántico de la literatura estadounidense: mientras los poetas y escritores que lo precedieron encontraron -tal como sus predecesores europeos- una verdadera espiritualidad en los misterios de la naturaleza, Whitman descubre que ya no puede remitirse únicamente a la naturaleza para encontrar la verdad, sino que debe buscarla en la unión de los hombres, lo que implica un cambio de paradigma que funda toda una nueva sensibilidad literaria que el siglo XX explora luego en profundidad.
El contexto histórico de Whitman también es importante para comprender estas secciones del libro. Cálamo es uno de los únicos poemarios en el libro en el que Whitman da una fecha específica como referencia, 1859. Es notable que este es el mismo año en que se publicó El origen de las especies, de Charles Darwin. Como texto clásico sobre la teoría de la evolución, el libro de Darwin se considera revolucionario en los campos de la ciencia biológica. Las teorías de Darwin, sin embargo, ya se discutían ampliamente en los círculos intelectuales de la época de Whitman. En la ciencia y la psicología (cuya manifestación original fue la frenología, disciplina que Whitman estudió), se comenzaba a comprender y perfilar a la sexualidad como la principal base para la comprensión de la biología y el comportamiento humano. Haciéndose eco de todos esos discursos, Whitman buscó transportar las innovaciones en materia científica a la filosofía y la literatura, y ello puede observarse, por ejemplo, en el poema “La base de todas las metafísicas”, en la que el poeta propone que la base para la comprensión de la vida está en las relaciones interpersonales y busca en ellas fundar toda una nueva sensibilidad y una nueva forma de estar en el mundo. La consumación sexual entre personas, ya sea heterosexual u homosexual, es una forma de entrar en comunión con la naturaleza y, a la vez, de fundar las sociedades humanas, lo que sugiere que las relaciones a las que canta Whitman son la raíz de un equilibrio entre el ser humano y la naturaleza.
Esto no quiere decir que Cálamo e Hijos de Adán sean tan solo poemarios que expresan la lujuria y las pasiones del poeta. En verdad, la celebración de una sexualidad libre no es otra cosa que la celebración del deseo individual como base para la constitución de una sociedad justa e igualitaria, es decir, la base para la nueva democracia sobre la que Hojas de hierba busca fundar el Nuevo Mundo y, más específicamente, los Estados Unidos. Esta dimensión política queda clara en poemas como “Para ti, ¡oh, democracia!”, en el que el amor sexual individual se equipara con el amor social que comparten todas las personas. Lo mismo sucede en otros poemas en los que Whitman quiere unirse a los hombres del Este y el Oeste, e incluso a los de otras nacionalidades. Así, el lector comprende que el impulso sexual es, en realidad, el impulso democrático.