Las costas de África (Imagen visual, auditiva y olfativa)
El viejo sueña con las costas africanas todas las noches. La imagen poética de estos sueños es la más completa de todo el texto. En ella se condensan de forma vital el sonido, el aroma y el paisaje:
Se quedó dormido enseguida y soñó con África cuando era un muchacho, con las playas largas, doradas y tan blancas que herían la vista, y con los cabos y las gigantescas montañas marrones. Últimamente habitaba esa costa todas las noches y en sus sueños oía el rugido de las olas y veía los botes nativos entre la espuma. Olía el alquitrán y la estopa de la cubierta mientras dormía y también el olor de África que traía el viento terral por las mañanas (p.48).
El viento terral que trae el aroma africano es lo que despierta al viejo todas las mañanas luego de su sueño.
El océano (Imagen visual)
Las imágenes visuales del océano son frecuentes y de mucha intensidad. Los días son soleados y calmos. No es un mar tormentoso y amenazante el que ve Santiago, pero sí inconmensurable y respetable. Y, por sobre todo, el océano porta una belleza sublime: “Las nubes que había sobre la tierra se elevaron como montañas y la costa se convirtió en una mera línea verde y alargada con la cordillera gris y azulada al fondo. El mar se había vuelto de color azul oscuro, tan oscuro que casi parecía púrpura. Al mirarlo vio el tamiz rojizo del plancton y los extraños reflejos del sol” (p.59).
El marlín (Imagen visual)
La primera imagen que tenemos del marlín es recién al día siguiente de que este muerda el anzuelo. Es por eso que hay mucha expectativa creada. Esa primera imagen es mínima; se trata de la aleta del pez: “Era más alta que la hoja de una guadaña y de color lavanda muy pálido por encima del color azul oscuro” (p.120).
Luego vemos al pez por debajo de la embarcación: “Surcó el agua y mientras el pez nadaba justo por debajo de la superficie el viejo vio aquel enorme bulto surcado de franjas purpúreas. Su aleta dorsal estaba plegada y tenía las enormes aletas pectorales extendidas” (p.120). La imagen visual del marlín se despliega poco a poco: comienza de modo fragmentario, ya que primero vemos su aleta, y luego lo vemos con forma de “bulto”. Finalmente, sale abruptamente del mar: “saltó fuera del agua exhibiendo toda su enorme anchura y longitud, todo su poder y toda su belleza. Dio la impresión de quedar colgado por encima del viejo en el esquife” (p.124).
La lucha contra los tiburones (Imagen cinética)
La descripción de la lucha contra los tiburones es de un intenso movimiento:
Después, de espaldas, dando coletazos y mordiscos el tiburón surco del agua como una lancha motor. El agua se puso de color blanco por los coletazos y tres cuartas partes de su cuerpo asomaron por encima del agua cuando el cabo se tensó, se estremeció y por fin se partió. El tiburón se quedó un rato flotando en la superficie y el viejo lo miró. Luego se hundió lentamente. (p.133).
Hemingway consigue de un modo concreto y económico componer la imagen de un momento de un dinamismo de alta complejidad, como lo es la lucha contra el tiburón en el agua.