Resumen
El legislador debe examinar si el pueblo está listo para obedecer las leyes. Las sociedades pueden estar en diferentes fases de su desarrollo, y algunas no estarán preparadas para cumplir la ley por muy buena que esta sea. Rousseau afirma que una vez que el pueblo ha desarrollado malos hábitos, es muy difícil reformarlo a través de la ley. Las revoluciones pueden producir una nueva era en una sociedad y eliminar sus vicios, pero estos acontecimientos son raros y no pueden ocurrir dos veces en el mismo pueblo, porque se puede adquirir libertad una vez, pero no se la puede recuperar después de haberla perdido. Por ello, el legislador debe esperar a ver si el pueblo está suficientemente maduro antes de someterlo a las leyes.
Rousseau plantea que se debe tener en cuenta el tamaño geográfico del cuerpo político. Debe ser lo suficientemente grande como para sostenerse a sí mismo, pero no tan grande como para que sea difícil gobernarlo. En general, los Estados pequeños están mejor gobernados que los grandes por varias razones. En primer lugar, la administración es más difícil a grandes distancias. En segundo lugar, el costo del funcionamiento del gobierno aumenta a medida que crece su tamaño.
En tercer lugar, a la gente le cuesta seguir las órdenes de un gobierno distante. Cuando el gobierno se hace demasiado grande, no puede hacer cumplir las leyes. Además, el pueblo pierde afecto por sus dirigentes y por el Estado, porque las leyes no pueden adaptarse universalmente a personas que viven en regiones con climas diversos y que tienen costumbres distintas.
Un cuerpo político puede medirse por su población y por el tamaño de su territorio. En una buena sociedad, ambos deben complementarse proporcionalmente. Debe haber suficientes hombres para mantener y cultivar la tierra que los alimente. Si la tierra es demasiado grande para que los ciudadanos la mantengan, la nación se verá amenazada por la invasión para explotar la tierra. Por el contrario, si hay muy poca tierra, la nación se verá tentada a invadir otros lugares para obtener los recursos necesarios.
El objetivo de toda legislación es promover la libertad y la igualdad. La búsqueda de igualdad, sin embargo, no implica que todos deban tener la misma cantidad de poder y de riqueza. El poder no debe basarse en la violencia y debe ejercerse de acuerdo con la ley. En cuanto a la riqueza, nadie debe tener tanto dinero que pueda comprar a otra persona, y nadie debe tener tan poco que se vea obligado a venderse a sí mismo. Puede que este tipo de igualdad no exista en la realidad, pero debe ser el objetivo ideal de toda legislación.
Los recursos naturales y el carácter de los habitantes determinan los objetos generales que tendrá una sociedad. Por ejemplo, un pueblo concentrado cerca de la costa centrará su actividad en el comercio y la navegación, mientras que los que viven en suelos estériles deben dedicarse a la industria y las artes.
Rousseau llama "leyes políticas" a las que regulan la relación del soberano con el Estado. Pueden llamarse “leyes fundamentales” (p.101) si son sabias y han encontrado la forma correcta de ordenar el Estado. Las leyes civiles son las que regulan la relación de los miembros entre sí, de forma tal que los hace independientes unos de los otros, pero dependientes del orden social. Las leyes criminales son las que sancionan las demás otorgando una pena a la desobediencia del ciudadano. Por último, Rousseau considera como una cuarta clase de ley a las costumbres, los hábitos y la opinión, que sostienen a todas las demás.
Análisis
En un capítulo anterior de El contrato social, Rousseau postuló que las leyes producen un cambio moral en el hombre al reemplazar la libertad natural por la libertad civil. Pero en esta parte, afirma que solo algunos pueblos están preparados para la ley y para la transformación moral que conlleva. Esto plantea el interrogante acerca de qué pesa más en la formación de la moralidad, si la naturaleza o la ley. Rousseau cree que un pueblo debe alcanzar un cierto grado de madurez antes de someterse a la ley, pero no proporciona ninguna evidencia tangible que revele cuándo un pueblo podría alcanzar dicha maduración.
Rousseau sostiene que todo Estado tiene un tamaño ideal que le permitirá ser gobernado eficazmente. Debe ser lo suficientemente grande como para tener autonomía y ser capaz de resistir ataques extranjeros, pero no tan grande como para que resulte muy difícil administrar las diversas regiones que componen el Estado. Aunque es difícil determinar cuál es el tamaño ideal, porque depende de las circunstancias de cada territorio y pueblo, Rousseau prefiere los Estados más pequeños. En las naciones grandes, los costos de administración aumentan, el pueblo no posee orgullo cívico y las leyes no pueden aplicarse equitativamente.
Rousseau afirma que todo sistema legislativo debe tender a promover la libertad y la igualdad. Las leyes apoyan la libertad porque las relaciones de dependencia entre particulares restan fuerza al Estado. Si una persona está obligada a otra, no puede entregarse al Estado como lo exige el contrato social. Asimismo, las leyes deben mantener la igualdad porque la libertad no puede existir sin ella. Cabe aclarar que el énfasis puesto en la igualdad no sugiere el surgimiento de un Estado comunista. En la perspectiva de Rousseau, puede haber diferencias de poder y de riqueza entre ciudadanos, pero debe haber “moderación de bienes y de riqueza” en los que más tienen, y “moderación de avaricia y de apetencias” en los que menos tienen (pp.98-99).
Aunque Rousseau sostiene que cada Estado debe aspirar a la igualdad, también propone que los recursos naturales deben determinar la organización económica del Estado. Esto lo plantea a través de ejemplos en formato de preguntas y respuestas: "¿El suelo es ingrato y estéril, o el país en exceso limitado para sus habitantes? Volveos hacia la industria y las artes, cuyas producciones intercambiaréis con las mercancías que os falten. Por el contrario, ¿ocupáis ricas llanuras y colinas fértiles? ¿Os faltan habitantes en un buen terreno? Brindadle todos vuestros cuidados a la agricultura que multiplica a los hombres…" (p.99). De este modo, Rousseau propone que, a pesar de las máximas que se aplican a todos los Estados, cada nación debe crear una legislación adecuada a su situación particular.