El conflicto racial en el sur de Estados Unidos
La mayoría de los relatos de esta selección se enmarcan es el sur de Estados Unidos a fines del siglo XIX y principios del XX. En ese periodo, la composición social de la región era muy heterogénea: estaba conformada por una dominante minoría blanca de carácter terrateniente, una mayoría negra privada de sus libertades, y una buena cantidad de aborígenes que trataban de hacer valer sus derechos como pueblos originarios. En ese contexto, el conflicto racial era omnipresente.
En su universo ficcional, Faulkner retrata de manera magistral el modo en que se relacionan cotidianamente indígenas, negros y blancos y, con ello, expone el racismo estructural que caracterizaba a la sociedad de esa época. Ya sea a través de ciertos personajes -algunos de ellos estereotipados o caricaturizados- o de situaciones puntuales, el autor exhibe muchas de las contradicciones, los prejuicios, las tensiones y el odio presentes en la dinámica social del periodo histórico aludido.
Esto se ve reflejado en la mayoría de los cuentos de esta selección, que ponen énfasis en algunos aspectos del conflicto, como el rechazo a lo diferente, la segregación racial, la ignorancia y la violencia física y verbal.
Seguramente, uno de los episodios más cruentos ocurre en “Sequía en septiembre”, donde se narra el asesinato de un negro a manos de una turba de hombres blancos enfurecidos que creen, infundadamente, que aquel violó a una mujer blanca. Otra situación brutal se da en “Ese sol del atardecer”, cuando Nancy, la sirvienta negra de los Compson -una familia de blancos-, es salvajemente golpeada por un hombre blanco tras reclamarle un pago. En ese mismo relato, también es interesante captar que el odio va en ambas direcciones, ya que Jesús -el marido negro de Nancy- expresa explícitamente su resentimiento hacia los hombres blancos del pueblo.
Respecto de la relación entre indios y blancos, son elocuentes las historias contadas en "Hojas rojas" y “¡He ahí…!”, donde se ridiculiza el modo en que los representantes de distintas culturas interactúan y comparten sus costumbres. A su vez, el primero de esos dos relatos muestra algunas de las tensiones existentes entre indígenas y negros, ya que los primeros -al igual que los blancos- menosprecian a los segundos, calificándolos de “salvajes” y esclavizándolos.
La Guerra de Secesión
La guerra civil estadounidense es también un tema que atraviesa muchos de los cuentos aquí analizados, al igual que gran parte de la literatura de Faulkner. La Guerra de Secesión (1861-1865) enfrentó a los Estados de la Unión (el Norte de Estados Unidos) con los Estados Confederados (el Sur) en torno a la cuestión de la esclavitud, tema que funcionó como disparador, aunque el conflicto acarreaba otras disputas vinculadas al sistema de producción y a la estructura social. La derrota del Sur caló hondo en la región y en sus habitantes, que quedaron inmersos en una nostalgia marcada por el rencor, el falso orgullo y la decadencia.
Además de servir de marco histórico, geográfico y social para los relatos aquí seleccionados, la guerra, incluso después de terminada, funciona como un elemento central en el desarrollo de ciertos escenarios y personajes. Faulkner utiliza en reiteradas ocasiones las expresiones “del Sur” o “del Norte” para referir a las diferentes regiones de Estados Unidos y, sobre todo, para diferenciar ideas, costumbres y modos de ser de los dos bandos enfrentados en la guerra: los confederados y los unionistas.
De este modo, el autor expone el modo en que la guerra civil afecta la dinámica social de los espacios y el desarrollo individual de los personajes implicados en sus cuentos enmarcados en el Sur, que son la mayoría. Así, puede reconocerse la división de bandos en relatos como "Había una reina", donde la protagonista -de familia opulenta y confederada- abandona bruscamente la cena para evitar compartir la mesa con un invitado al que cataloga de yanqui (ver Glosario, o "Victoria en el monte", donde un personaje no puede concebir ser hospitalario con otro y lo amedrenta constantemente, ejemplificando el odio derivado del conflicto bélico.
La decadencia
Se trata de uno de los temas más presentes en toda la obra de Faulkner, y también en esta selección de relatos. La decadencia, entendida como la pérdida progresiva de la fuerza o intensidad de algo, es una de las formas predilectas de la narrativa faulkneriana: muchas de las historias son decididamente decadentes o, al menos, transmiten esa sensación al lector.
La decadencia se muestra principalmente de dos maneras: a través de las conductas de los personajes, donde, entre otras cuestiones, dominan la apatía, la fragilidad, la vileza, la mezquindad, el abuso y la locura, o por medio de los escenarios; pueblos, campos, casas marcados por la desolación, la desdicha, el desamparo y la nostalgia.
El drama de los personajes y la pesadumbre que caracteriza los lugares que transitan responde a un problema de mayor escala: la tragedia histórica y social que protagoniza el Sur y su profundización tras la derrota en la Guerra de Secesión. En este sentido, con sus historias, Faulkner resalta el hecho de que la decadencia social conlleva una decadencia moral.
Respecto de este tema, pueden destacarse cuentos como "Hojas rojas", que narra el proceso de decadencia de una tribu aborigen; "Una rosa para Emily" y "Hubo una reina", donde la muerte de dos ancianas representa el declive sureño, o "Sequía en septiembre" y "Victoria en el monte", cuyas historias están marcadas por una decadencia que toma la forma de la violencia y la abyección.
Los jóvenes y la guerra
La guerra es una cuestión muy presente en toda la obra de Faulkner, pero si se tienen en cuenta los relatos de esta selección, vale la pena detenerse en una de sus aristas: la guerra y sus consecuencias sobre los jóvenes. En los cuentos donde se destaca este tema, Faulkner trata de transmitir dos ideas principales: que la guerra tiene repercusión directa en la vida de los jóvenes, y que una de sus consecuencias es la pérdida de la juventud.
Así, el autor crea personajes que, al entrar en contacto con los conflictos bélicos, ven afectado su proceso de maduración y su desarrollo como personas. Esto puede apreciarse a través de actitudes, pensamientos y diálogos que protagonizan estos personajes, y que evidencian personalidades marcadas por la inconsciencia, la apatía, el desencanto, la frustración, el rencor y la violencia, entre otras características.
Una de las maneras que tiene Faulkner de apelar al tema es con personajes que, en el presente de la narración, son parte de un conflicto bélico. Así ocurre en "Dos soldados" y en "Viraje", relatos que incluyen situaciones en las que se advierte la inexperiencia de los personajes, así como su incapacidad para comprender la gravedad de las circunstancias en la que se encuentran.
En tanto, para graficar la juventud perdida, el autor construye personajes afligidos y dañados por la experiencia bélica, como sucede en "Honor" y “Victoria en el monte”.
La brecha entre ricos y pobres
Además de la cuestión racial, otro tema que viene a socavar la cohesión social en los escenarios faulknerianos es la brecha que existe entre quienes son ricos y quienes son pobres. Las comunidades que se describen en la mayoría de los relatos exhiben jerarquías tanto raciales como materiales, y los personajes viven realidades muy diversas de acuerdo a estos parámetros.
En "Una rosa para Emily", se considera que “los encumbrados y poderosos Grierson” (p. 119) pertenecen a un mundo distinto al del resto del pueblo. De ahí la cuestión de la condonación de impuestos y el excesivo interés de los pueblerinos -incluido el narrador- en torno a la vida de la señorita Emily, quien no se presenta como una persona más, sino como una que tiene una jerarquía social superior.
Esta brecha también queda clara en "Ese sol del atardecer", cuando los miembros de la familia Compson se muestran lejanos al miedo que experimenta Nancy, cuya condición material -y racial- la ha sometido a los blancos y ha puesto su vida en peligro. De ella, al igual que del resto de los criados negros, se espera que estén a su entera disposición para hacer su trabajo. Esto mismo sucede en “Allén”, cuando el juez señala la presencia de sus criados negros durante su muerte y dice que deberían estar haciendo sus tareas.
El rol de la mujer
En consonancia con el contexto histórico y geográfico de los cuentos, el rol que ocupan los personajes femeninos en términos sociales aparece bastante circunscrito a ciertos mandatos. Sin embargo, Faulkner hace el ejercicio de resaltar la historia de varias de estas mujeres al convertirlas en protagonistas o en piezas centrales de sus relatos.
Las mujeres blancas suelen ocupar lugares de respaldo y apoyo a sus maridos, respetando su rol de madres, como ocurre con la señora Compson en “Ese sol del atardecer” o la madre de la familia en “Victoria en el monte”. Dependiendo de su condición social, también se dedican o no a los quehaceres domésticos, diferencia que se ve claramente en estos dos cuentos. En contraste, las mujeres negras ocupan el rol de criadas; viven para servir a los blancos. Es el caso de Nancy en “Ese sol del atardecer” y Elnora en “Hubo una reina”.
Sin embargo, los personajes femeninos que más destaca Faulkner son aquellos que se salen de estos moldes, rompen con la “normalidad” del mundo al que pertenecen y, en consecuencia, incomodan al resto. Esto es evidente con los personajes de las señoritas -no señoras- Emily y Minnie Cooper, en “Una rosa para Emily” y “Sequía en septiembre”, respectivamente. Se trata de dos mujeres que, por diferentes cuestiones, no han contraído matrimonio, es decir, son “solteronas”, condición por la que se las observa de cerca y se las juzga.
Por su parte, Mildred Rogers, en “Honor”, y Narcissa, en “Hubo una reina”, representan a las mujeres “desviadas”. La primera se permite enamorarse de otro hombre y tener una aventura con el amigo de su marido, lo que la envuelve -a los ojos de los demás- en un aura promiscua y perniciosa, que se profundiza con la misoginia que expresa Buck Monaghan. En el caso de Narcissa, lo que la relega, en principio, es su condición de “intrusa” en una familia respetable; sin embargo, su verdadero obstáculo es ser relativamente autónoma e independiente, en contraste con las otras mujeres de la historia.
La infancia
En varios de los cuentos de esta selección, los narradores o los protagonistas son niños pequeños. Faulkner utiliza incluso el recurso del tono y el estilo infantil para que los lectores empaticen con esa perspectiva.
“Incendiar establos”, “Dos soldados”, “Ese sol del atardecer” y “Carrera en la mañana” son relatos que tienen a niños como personajes principales. Estos no solo son protagonistas desde las acciones, sino -y todavía más- desde sus pensamientos y sensaciones, que son los que ponen de relieve el tema de la infancia.
En la mayoría de los casos, se trata de infancias difíciles o, de mínima, no deseables. Los niños viven en circunstancias complejas o atraviesan experiencias desagradables, tristes y violentas que los colocan frente a un forzado proceso de maduración -y también, confusión- que impide el desarrollo de una infancia “normal”.