Resumen
Parte I
Quentin Compson, que en el presente tiene veinticuatro años, narra, a modo de anécdota, una historia que ocurrió cuando era niño. Quentin se remonta quince años atrás y cuenta que las mujeres negras lavaban la ropa los lunes por la mañana, a veces con la ayuda de sus maridos. Recuerda a Nancy, una empleada negra que tenía su familia y que se encargaba de esa tarea, pero nunca recibía la ayuda de su marido, Jesús.
Quentin recuerda que junto, a sus hermanos Caddy y Jason, iban a buscar a Nancy para que les preparara el desayuno, pero se detenían en la zanja que los separaba de su casa porque su padre les había advertido que se mantuvieran alejados de Jesús. También se acuerda que, en una ocasión, Nancy se presentó desnuda en la puerta de los Compson, y que su hermano Jason la acusó de estar borracha.
Quentin cuenta que, un día, Nancy abordó al señor Stovall en la calle y le exigió que le pagara por sus servicios. Stovall, que era cajero del banco y diácono de la iglesia baptista, la tiró al suelo de un golpe y luego le dio una patada en la boca, haciéndola sangrar y arrancándole varios dientes. Nancy terminó en la cárcel, donde pasó la noche e intentó suicidarse, colgándose de los barrotes de la ventana con su vestido. Sin embargo, el carcelero escuchó el ruido y la encontró a tiempo, colgada y con el vientre hinchado a la vista. Luego, cuando explicó lo sucedido, el carcelero acusó a Nancy de haber consumido cocaína.
Quentin inicia el recuerdo del episodio entre Nancy y Jesús. Nancy trabajó un tiempo como cocinera en la casa de los Compson en reemplazo de Dilsey, que estaba enferma. Mientras Nancy cocinaba, los niños observaban su panza de embarazada. Luego, reproduce una conversación entre Nancy y Jesús en la que queda claro, mediante el eufemismo de una sandía, que Nancy estaba embarazada de otro hombre. Jesús se pone agresivo y Nancy le advierte que se calme porque podría verlo el patrón, por lo que su marido expresa el desprecio que siente por los blancos.
Después de la cena, los padres de Quentin lo envían a buscar a Nancy para ver si terminó de lavar los platos. La encuentra en la cocina, lamentándose por ser negra y diciendo que no es su culpa. La familia conversa con ella, que se muestra asustada, y dice que Jesús la abandonó y se fue a Memphis. Jason y Caddy la tratan de miedosa.
El padre de la familia Compson, que también se llama Jason, como uno de sus hijos, dice que va a acompañar a Nancy a casa, tras lo cual su mujer le cuestiona si le importa más la seguridad de Nancy que la de ella. El padre y los niños acompañan a Nancy. Mientras caminan por el sendero, el padre le pregunta a Nancy si le puede pedir ayuda a la tía Raquel por el tema de Jesús, pero Nancy responde que no se puede hacer nada. El padre la critica por haberse involucrado con hombres blancos y por no haberse comportado como debía. Mientras tanto, los niños se burlan unos de otros por su miedo a la oscuridad.
Parte II
Los Compson acompañan a Nancy a su casa todas las noches, hasta que la madre propone armarle una cama en la cocina y que se quede a dormir. Una noche, los niños oyen a Nancy haciendo un extraño gemido. Bajan sigilosamente las escaleras y oyen a su padre, que hace lo propio por la escalera de atrás, con su pistola en la mano. Luego, el padre lleva a Nancy y su colchón a la habitación de los niños. Allí, Caddy le pregunta qué le pasa, pero Nancy solo nombra a Jesús y se lamenta por ser una “pobre negra".
Cuando Dilsey se recupera, vuelve a trabajar como cocinera en la casa de los Compson. Un día, Nancy le cuenta a Dilsey que está muy asustada porque Jesús ha regresado. Dilsey le da un poco de café para beber.
Parte III
Continúa el recuerdo de Quentin: Nancy se derrama el café encima y se muestra completamente asustada. Les pide a los niños que le pregunten a su madre si puede volver a dormir con ellos esa noche. Caddy va a preguntarle a su madre, pero esta dice que no puede aceptar que los negros duerman en las habitaciones. Los niños preguntan por qué Nancy tiene miedo de Jesús, y los padres discuten sobre si deberían avisar a la policía. El padre dice que no pueden hacer nada y la madre se queja de la inoperancia de la policía.
Los niños le cuentan a Nancy que la madre se ha negado a su pedido, y ella deja caer la taza de café al suelo de la cocina. Nancy intenta convencerlos de que la acompañen a su casa y les pide que no le avisen a su madre. Caddy convence a Jason de ir y luego se burla de él por tener miedo. Caminan todos juntos por el sendero y Nancy los nombra en voz muy alta, como si quisiera demostrar que va acompañada de niños blancos. Llama a Jason "señor Jason" para fingir que es su padre.
Llegan a casa de Nancy y los niños se quejan del olor. Jason dice que no quiere quedarse. Nancy enciende un fuego y empieza a contarles una historia.
Parte IV
Nancy detiene su relato. Jason se queja de la historia y repite que quiere irse a su casa. Caddy expresa lo mismo, pero Nancy les pide que no abran la puerta. Los acerca de nuevo al fuego, diciendo que va a contar otra historia. Nancy tiene apoyada la mano sobre una lámpara que está encendida, pero no se da cuenta que se está quemando, hasta que Caddy se lo señala. Para distraer a los niños, Nancy sugiere hacer palomitas de maíz y le da la sartén a Jason, pero este y Caddy siguen quejándose de que quieren irse a casa. La lámpara empieza a echar humo, pero Nancy lo ignora. Cuando a Jason le entra humo en los ojos, tira la sartén al fuego y se pone a llorar.
Las palomitas se queman, aunque Nancy trata de salvar algunos granos. En ese momento, se escucha algo afuera. Nancy se aterroriza y empieza a hacer el extraño gemido otra vez. Caddy se asoma a la puerta y dice que se acerca su padre. Nancy les ruega que le digan que quieren quedarse, o que ella vaya a la casa con ellos. Sin embargo, Jason le dice que no se ha divertido, que le hizo daño, y que se lo contará a sus padres.
Parte V
El padre afirma que es imposible que Jesús esté afuera, porque lo hubiera visto. Nancy insiste en que está esperando en la zanja, pero el padre trata convencerla de lo contrario. Le sugiere que cierre la casa y se vaya a la casa de la tía Raquel. Cuando le recomienda a Nancy que apague la lámpara y se vaya a dormir, ella responde que tiene miedo de que le ocurra algo en la oscuridad. El padre reúne a los niños para marcharse y Nancy se lamenta en voz baja. Se consuela pensando que, al menos, tiene ahorrado el dinero del entierro y ya le ha pagado al señor Lovelady, encargado de recolectar los pagos de los seguros de los negros.
Parte VI
Finalmente, los Compson se van y dejan a Nancy sentada junto al fuego. Antes de irse, el padre le advierte que trabe la puerta, pero Nancy lo ignora. Mientras caminan de regreso a su casa, Caddy le pregunta a su padre sobre Jesús, pero él le asegura que no está allí, y que se fue hace mucho tiempo. Aunque ya no ven a Nancy, escuchan a lo lejos que está haciendo el mismo gemido que en ocasiones anteriores. Jason repite varias veces que él no es un negro. La historia termina con Caddy molestando a Jason por miedoso.
Análisis
“Ese sol del atardecer” cuenta -sin contemplaciones ni solemnidad- la historia una sirvienta negra que teme las represalias de su marido tras revelarse que está embarazada de otro hombre, con el agregado de que esta situación se da en el seno de la familia Compson, sus patrones, que constituyen una familia de blancos de buena posición socioeconómica. Las acciones se enmarcan nuevamente en el pueblo de Jefferson, pieza clave del universo ficcional de Faulkner.
A partir de este marco narrativo, el relato expone uno de los temas que subyace a toda la literatura faulkneriana: el conflicto racial entre negros y blancos en el sur de Estados Unidos. El cuento muestra, por un lado, algunas situaciones cotidianas de la época, como el trabajo de las sirvientas negras -encargadas de la “colada” (el lavado de la ropa) y la cocina- y las dinámicas familiares de los blancos. Por el otro, permite observar el modo en que la brecha racial -y también socioeconómica- influye en la percepción y la sensibilidad de los personajes.
La disparidad entre blancos y negros se observa en todo el desarrollo de la trama, pero se retrata de manera contundente mediante el brutal episodio de Nancy con el señor Stovall. Este último, un blanco con reputación honorable en la comunidad -trabaja en el banco y es diácono de la iglesia- puede abusar y violentar a Nancy sin consecuencias (aunque no se explicita, puede entenderse que Nancy le reclama por favores sexuales del pasado). En contraste, es ella la que, tras reclamar lo que le corresponde, recibe una golpiza, termina presa y hasta es acusada de consumir cocaína tras intentar suicidarse. Como si fuera poco, es ella también quien luego recibe las críticas de su patrón, que le aconseja dejar “en paz a los hombres blancos” (p. 267).
Hay, además, un marcado contraste entre la actitud de la familia Compson y la de Nancy frente a la sensación del miedo. En todo momento, los miembros la familia de blancos menosprecian el sentimiento: el padre impugna en todo momento la posibilidad de que Jesús esté cerca y le sugiere a Nancy que le pida ayuda a la tía Raquel; la madre se niega a dejarla dormir de nuevo en la casa, y los niños, por su parte, tratan el miedo de manera casi recreativa. Para ellos, tener miedo a la oscuridad o a cualquier otra cosa es un juego. Por eso Caddy acusa a Jason de miedoso y este se defiende obstinadamente. En contraste, el de Nancy es un miedo genuino: ella está aterrorizada y paralizada por su violento marido, que constituye una amenaza real.
Otra cuestión que Faulkner reitera en “Ese sol del atardecer” es la perspectiva infantil de la narración, aunque aquí se presenta en un modo diferente a los relatos analizados anteriormente. En este caso, el narrador es Quentin, uno de los hijos de la familia Compson que, en el tiempo del relato, tiene veinticuatro años, pero que está rememorando un hecho ocurrido cuando era niño. El estilo anecdótico permite al narrador asumir un punto de vista más maduro. Sin embargo, como se trata de un episodio de su niñez, que vivió junto a sus pequeños hermanos, la anécdota conserva cierto tono infantil.
Quentin recuerda ciertas cosas con más claridad que otras y, por momentos, ignora cierta información y se centra en pequeños detalles, como el aspecto de los ojos y las manos de Nancy. Esto también explica que la información se presente de forma imprecisa y fragmentada, ya que Quentin, cuando era un niño, no comprendía muchos de los comportamientos y conversaciones de los adultos. Por ejemplo, cuando recuerda haber presenciado la charla entre Nancy y Jesús en la cocina, no entiende qué significa que Nancy tenga una "sandía" bajo el vestido, ni tampoco el enojo de Jesús. De hecho, el lector puede inferir que Nancy está embarazada y que el bebé que espera no es de Jesús a partir de los diálogos, no de la interpretación de Quentin.
Por otra parte, en su narración de los hechos Quentin utiliza símiles relacionados con el calor para describir a Nancy y su inquietante circunstancia. Por ejemplo, cuando llega a su casa, observa que "El olor de la casa era como la lámpara y el olor de Nancy como la mecha, como si estuvieran esperándose una a la otra para despedir su olor" (p. 272). Esta descripción es elocuente en relación con las siguientes escenas, en las que Nancy permanece de manera anormal cerca del calor y las llamas. Primero, pone la mano en la chimenea de la lámpara y no parece notar su calor hasta que Caddy se lo menciona. Luego, mete las manos en el fuego que enciende para hacer palomitas, hasta que Caddy le pregunta qué le pasa. Por último, mientras hacen las palomitas, el narrador llama la atención sobre el estado de Nancy cuando señala que ella se sentó junto al fuego, y que “La lámpara estaba puesta tan fuerte que empezó a humear" (p. 275).
En este sentido, puede interpretarse que el fuego y el calor de la lámpara en la casa de Nancy representan el miedo y la forma en que, poco a poco, la invade cada vez más, convirtiéndose en pánico. Esta sensación se transmite también a través de las reacciones corporales de Nancy, que da la sensación de estar poseída desde el momento en que hace el extraño gemido en la casa de los Compson. Allí, Quentin señala: “(...) vimos los ojos de Nancy a mitad de la escalera, pegados a la pared. Eran como los ojos de los gatos, como si fuese una gata grande con el lomo arqueado, pegada a la pared, mirándonos” (p. 268).
Los ojos, como sucede en gran parte de los relatos de Faulkner, son un elemento importante para transmitir tales sensaciones. Cuando llegan a la casa de Nancy, Quentin observa que "Nos miraba, sólo que era como si se le hubieran vaciado los ojos, como si ya no le sirvieran de nada" (p. 273). Luego, cuando escucha que alguien se acerca, tiene "los ojos enrojecidos por la luz de la lámpara" (p. 276); está aterrorizada, pero no llora. Por el contrario, el humo de la lámpara entra literalmente en los ojos de Jason, haciéndolo llorar. Nancy, en lugar de llorar por el fuego simbólico de sus ojos, comienza a sudar de manera grotesca: "empezó a salirle agua de la cara en gruesos goterones, que le corrían por la cara, llevando cada uno una bolita de lumbre que rodaba como una centella hasta caerle de la barbilla" (p. 276).
Por último, cabe destacar que el título original de este cuento es "That Evening Sun Go Down" ("Ese sol del atardecer desciende"), y hace referencia a la canción folklórica negra “Saint Louis Blues”, de W.C. Handy, cuya letra comienza con la frase "I hate to see that evening sun go down" ("Odio ver que ese sol del atardecer descender"). Es una insinuación de que la muerte acompañará a la puesta de sol, justamente, el temor que atormenta a Nancy.