Resumen
Parte I
La historia comienza una tarde calurosa en el pueblo de Jefferson, con una conversación que tienen varios hombres en una barbería acerca del rumor sobre un presunto ataque sexual a la señorita Minnie Cooper por parte de un hombre negro llamado Will Mayes. Los hombres -los barberos, Butch, un ex-soldado y otro cliente- discuten acaloradamente sobre el asunto, aunque ninguno sabe exactamente qué fue lo que sucedió. Mientras la mayoría se muestra dispuesta a tomar medidas drásticas en contra del acusado del crimen, Hawkshaw, uno de los barberos, sostiene la inocencia de Mayes, porque dice conocerlo bien y afirma que es buena persona.
La tensión aumenta cuando llega McLendon, un ex-militar condecorado, quien critica a Hawkshaw por defender a los negros e insta a la acción inmediata contra Will Mayes. La situación se caldea cuando Hawkshaw insiste en que Mayes es inocente y los demás barberos piden calma. Finalmente, un grupo decide unirse a McLendon en la cacería del acusado.
Parte II
La segunda parte del cuento se centra en la vida de la señorita Minnie Cooper, una solterona de unos treinta y ocho o treinta y nueve años. Es de familia acomodada, aunque no de las mejores del pueblo. Vive con su madre discapacitada y una tía. Minnie solía ser el centro de atención en su juventud, pero con el tiempo perdió su estatus y su atractivo. Cuando sale con el cajero del banco, un hombre mayor, la gente la compadece. Aunque trata de mantener relación con sus ex compañeras de clase, su vida se vuelve cada vez más monótona y solitaria. Por las tardes, Minnie se coloca alguno de sus brillantes vestidos y sale a pasear con alguna vecina, pero los hombres ya no la miran.
Parte III
De vuelta en el presente, Hawkshaw persigue a McLendon y su grupo. Al principio, cuando los alcanza, suponen que aquel ha recapacitado y se une a ellos en su misión. Sin embargo, Hawkshaw sigue defendiendo a Will Mayes. El ex-soldado intenta fingir y dice que solo van a hablar un poco con él, mientras Butch y McLendon no tienen ningún reparo en anunciar la naturaleza violenta de sus planes. Se suben a dos coches y se dirigen fuera del pueblo, a la fábrica de hielo donde Will Mayes trabaja como vigilante nocturno.
Cuando llegan a la fábrica, interceptan a Mayes y lo obligan a entrar en el coche. Will Mayes no se resiste físicamente, pero pregunta qué sucede y afirma que no ha hecho nada. Mientras viajan en los autos, todos los hombres blancos empiezan a golpear a Will Mayes, que está sentado entre Hawkshaw y el ex-soldado; al resistirse, Mayes golpea a Hawkshaw en la boca y este le devuelve el golpe. Luego, Hawkshaw pide que lo dejen bajar del auto. McLendon le dice que salte y no aminora la marcha, entonces Hawkshaw salta del coche en marcha.
Los autos se dirigen hacia una fábrica de ladrillos abandonada. Hawkshaw vuelve cojeando hacia el pueblo y ve pasar los autos de regreso al pueblo. El coche de McLendon es el último, y hay un hombre menos en su interior, por lo que puede suponerse que han matado a Will Mayes y se han deshecho de su cadáver.
Parte IV
La señorita Minnie Cooper se viste para salir con sus vecinas, que le brindan un apoyo que no parece del todo sincero. Ella tiembla cuando se acercan a la plaza del pueblo. Los hombres la observan y hacen comentarios sobre el supuesto incidente.
Llegan al cine y, cuando empieza la película, Minnie se echa a reír de manera histérica. Sus amigas la sacan del cine, pero ella sigue riéndose todo el camino de vuelta a casa en el taxi. La meten en la cama y le ponen hielo en las sienes, intentando calmarla. Ella se queda quieta durante un rato, gimiendo solo un poco, pero pronto empieza a reír de nuevo. Sus amigas la compadecen, mientras se preguntan si realmente ha pasado algo.
Parte V
McLendon llega a casa a medianoche y ve que su mujer lo ha estado esperando. La regaña por esperarlo despierta, la empuja y la golpea antes de quitarse la camisa y salir al porche. Muy transpirado, se limpia la cara y el cuerpo con la camisa, se quita la pistola de la cadera y la deja sobre la mesa de luz.
Análisis
Al igual que el relato anterior, "Sequía en septiembre" tiene una estructura dividida en partes. Esto sirve, por un lado, para introducir pausas con la intención de dilatar el desarrollo de la trama y generar suspenso y, por el otro, para facilitar al autor la organización de la narración de un modo no lineal, con distintos escenarios y tiempos históricos. Aunque el espacio geográfico es siempre el mismo -un pueblo que no se nombra pero que, si se sigue la literatura faulkneriana, se deduce que es Jefferson-, el narrador cuenta las acciones en dos tiempos y desde dos perspectivas diferentes.
Para empezar, el cuento tiene un manejo particular del tiempo. El presente de la narración es un sábado de septiembre en el que un grupo de hombres están en la barbería del pueblo, donde discuten sobre un presunto ataque a la señorita Minnie Cooper, y luego van a la cacería de quien consideran culpable: Will Mayes. Luego, en la Parte II, hay un salto al pasado para contar la historia de Minnie Cooper, lo que ayuda a poner en contexto y entender mejor a ese personaje caído en desgracia (Minnie es, a los ojos del pueblo y los propios, una solterona que ha dejado atrás sus mejores años), creando en el lector la sospecha de que pudo haber sido ella quien instaló el rumor sobre el ataque sexual. Tras esta breve digresión temporal, en la Parte III, el narrador regresa al presente y a las circunstancias de los hombres que han ido en busca de Will Mayes.
La conjetura sobre el rumor instalado por Minnie Cooper se refuerza con el cambio de perspectiva que se produce en la Parte IV, cuando el narrador sigue los movimientos de Minnie durante la noche de ese mismo sábado de septiembre en el que se enmarca el presente de la historia. A partir del malestar y la ansiedad que manifiesta el personaje, el lector puede inferir dos cuestiones fundamentales: que posiblemente fue ella quien inició el rumor para llamar la atención, y que su ocurrencia tuvo como trágica consecuencia el asesinato de Will Mayes. Este último suceso no está explicitado por el narrador, pero puede deducirse a partir del final de la Parte III, cuando los hombres llevan a Mayes a la fábrica de ladrillos, y de la contrariada actitud de Minnie Cooper en la parte siguiente.
Esta participación activa del lector tiene que ver con los baches de información que hay en el relato. Aunque "Sequía en septiembre" tiene un narrador omnisciente, este utiliza el punto de vista de un observador. Esto implica que los detalles sobre los personajes y la acción se revelan como si el lector fuera un espectador de la escena, sin conocimiento previo de las circunstancias. El primer párrafo anticipa la incertidumbre que los personajes compartirán con los lectores, al tiempo que se adivina una inquietante verdad oculta: "ninguno de ellos (...) supo con exactitud qué había ocurrido” (p. 169).
La posición de observador externo que adopta el narrador es entones una elección de Faulkner para presentar los hechos de un modo en que pueda conservarse el suspenso y el lector deba conjeturar, al igual que lo hacen los personajes. En este sentido, cabe destacar el uso del discurso directo para establecer un acercamiento más inmediato a la forma de pensar de estos últimos. Así se aprecia en el diálogo inicial que se produce en la barbería:
—No creo que fuese Will Mayes quien lo hizo —dijo el barbero—. A Will Mayes lo conozco bien.
—En tal caso, a lo mejor sabes quién fue. A lo mejor ya has tenido tiempo de sacarlo del pueblo. Eres un maldito protector, un enamorado de los negros.
—Yo no creo que nadie haya hecho nada. No creo que haya ocurrido nada. Dejo en vuestras manos todo lo que a las señoras que envejecen no habiéndose casado se les pase por la cabeza, y más si un hombre no puede…
—Entonces es usted un blanco indecente —dijo el cliente. Se movió bajo el delantal. El joven se había puesto en pie.
—¿Cómo que no? —dijo—. ¿Vas a acusar a una mujer blanca de estar mintiendo? El barbero sostuvo en alto la navaja, encima del cliente que parecía a punto de levantarse. No se dio la vuelta.
—Es cosa de este clima de mierda —dijo otro—. Es suficiente para que un hombre haga cualquier cosa. Incluso a ella.
(pp. 161-162)
Los diálogos entre los personajes parecen banales y cotidianos, pero comportan una gravedad mayor si se los interpreta como lo que en verdad implican: una confrontación de moralidades -en torno al conflicto racial entre blancos y negros- en medio de un clima de fatalidad que se crea desde las primeras líneas, incluso antes de que el lector comprenda lo que le va a ocurrir a Will Mayes. De hecho, la primera frase transmite rápidamente el ambiente tenso en el que transcurre la historia: “A lo ancho del ensangrentado atardecer de septiembre, resultado de los sesenta y dos días pasados sin que lloviera, se propagó como el fuego en la sequedad de la hierba… el rumor, el cuento, lo que fuera” (p. 161). El uso de la palabra "sangriento" para describir el color de la oscuridad derivada de la puesta del sol, así como la comparación del rumor con el fuego que arde en la hierba seca, producen una sensación de inquietud y peligrosidad que se mantiene latente durante todo el relato.
Por último, cabe destacar que "Sequía en septiembre" es un valioso retrato de época con el que Faulkner da continuidad a sus historias de pueblo y logra, mediante un episodio aislado, transmitir algunos de los conflictos, sensaciones y actitudes que podían identificarse en el sur de Estados Unidos a fines del siglo XIX. Desde esta perspectiva histórica, el cuento puede asociarse con el concepto de la "diosa blanca" sureña. Se trata de una creencia extendida en la época de que una mujer blanca (sobre todo de clase aristocrática) nunca podía decir una mentira descarada; por lo tanto, cualquier indicio de que era víctima de violencia o falta de respeto se tomaba como verdad, sin necesidad de pruebas. Esta completa deferencia a la integridad de la mujer blanca está fuertemente ligada al prejuicio racial, y arraigada en la presunción de que una dama de su clase nunca podría sentirse atraída por un hombre negro; en consecuencia, nunca mentiría sobre este tema. Así, los hombres blancos del relato de Faulkner se siente justificados y hacen lo que ellos consideran justicia por mano propia.