“(...) aquella carretera se extendía delante de mí como si al no usarla nadie se fuese a estirar hasta ser el doble de larga, como se estira uno al tumbarse” (“Dos soldados”, p. 90) (Símil)
El fragmento corresponde a parte de la descripción que hace el pequeño narrador cuando toma la ruta a pie durante la madrugada, para iniciar su viaje a Memphis. Allí, todavía de noche y solo en la carretera, se siente ínfimo frente a la inmensidad de lo que tiene por delante, por lo que grafica su sensación con la imagen de un camino que se estira. En la misma sintonía, utiliza nuevamente el símil para comparar esa sensación de algo que se estira con el modo en que lo hace una persona cuando se recuesta para descansar.
“(...) como les suele pasar a los viejos, para los cuales el pasado no es una carretera que disminuye poco a poco, sino una enorme pradera que ni siquiera el invierno roza” (“Una rosa para Emily”, p. 126) (Metáfora)
A partir del fallecimiento de la señorita Emily y el recuerdo de los habitantes del pueblo en su funeral, el narrador remarca el valor que tiene la historia y el pasado para algunas personas. En este caso, lo ejemplifica y generaliza con el sujeto “los viejos”, que en el contexto del cuento incluye a Emily Grierson y a las generaciones anteriores del pueblo de Jefferson.
Para subrayar el modo nostálgico en que puede vivirse y resignificarse el pasado -cuestión muy presente en la narrativa faulkneriana sobre el sur de Estados Unidos- el narrador señala, a través de la metáfora, que los recuerdos no necesariamente desaparecen a medida que se avanza en la vida -la carretera que disminuye poco a poco-; en cambio, plantea al pasado como una pradera, es decir, un lugar seguro, placentero y sereno. Además, el hecho de advertir que ni el invierno puede afectar esa pradera hace pensar, metafóricamente, en que el pasado se mantiene sólido e inalterable frente a los embates y amenazas del tiempo.
“Cuando era joven llamaba la atención su esbeltez, su cuerpo nervioso, y una especie de viveza endurecida que le permitió durante un tiempo cabalgar en la cresta de la ola de la vida social del pueblo” (“Sequía en septiembre”, p. 165) (Metáfora)
La cita hace referencia a la señorita Minnie Cooper y a su pasado como una de las mujeres más atractivas del pueblo. Se utiliza la metáfora de “cabalgar en la cresta de la ola” para indicar que el personaje tuvo su auge en la vida social del lugar durante su juventud, cuando tenía rasgos físicos que la destacaban del resto y la volvían una mujer deseada por los hombres.
“(...) empezó a ser como si Nancy no estuviese allí en absoluto, igual que si la hubiese mirado yo a los ojos con tanta intensidad cuando estábamos en las escaleras que los suyos hubieran quedado impresos en los míos, como pasa con el sol cuando cierras los ojos y no hay sol y parece que se ha puesto y aún lo ves.” (“Ese sol del atardecer”, p. 268) (Metáfora y símil)
El pasaje reproduce un momento en que el narrador cruza la mirada con Nancy. Para acentuar la intensidad de ese encuentro de miradas y, específicamente, el carácter penetrante de los ojos de la mujer, se utiliza la metáfora de que se imprimieron sobre los del narrador. Luego, esta misma idea se potencia mediante el símil que equipara la situación con la del efecto visual enceguecedor que se produce después de haber observado directo hacia el sol.
“(...) aquellas mansas palabras parecían explotar una por una, en su entendimiento, como salvas de mosquetes” (“¡He ahí…!”, p. 356) (Metáfora y símil)
En este caso, el fragmento reproduce una metáfora en la que el narrador trata de transmitir el impacto y la incredulidad que produce en el Presidente el contenido de la carta que está leyendo, por eso la idea de que las palabras estallan; a su vez, para complementar esta imagen, se utiliza un símil que compara esas “explosiones” con las de disparos de mosquetes.