Resumen
Parte I
El narrador, Buck Monaghan, irrumpe en el despacho de su jefe en el concesionario de coches para decirle que renuncia, a pesar de que solo lleva tres semanas trabajando allí. Buck se lamenta porque le resulta difícil mantener un trabajo y dice que en su vida no aprendió a hacer nada. En ese momento, Buck empieza a reflexionar y hacer un repaso por su pasado: cuenta que era piloto y que, después de la guerra, siguió trabajando como piloto de pruebas, hasta que, finalmente, se dedicó al vuelo acrobático.
Cuenta que la vida de los militares en tiempos de paz es aburrida, y que es común dedicarse a las apuestas. Recuerda a un ex piloto adicto al juego al que le ganó muchas veces y terminó suicidándose con su avión. Además, relata que, cuando volvió a ser civil, se sentía sin rumbo, hasta que consiguió trabajo en la concesionaria de autos. Allí conoció a Jack, quien le habló de alguien que estaba buscando un piloto funambulista para un circo. En ese momento, además, dice la que conoció a “ella”.
Parte II
Buck sigue rememorando su pasado y cuenta que, gracias a Jack, conoció a Howard Rogers, su copiloto en su nuevo trabajo de funambulista, y también a su esposa, Mildred. Buck dice que la pareja solía invitarlo a cenar, y recuerda una conversación incómoda en la que Mildred se quejó de lo aburridos y pobres que eran ella y su marido. En otra ocasión, Mildred sugirió que podrían encontrarle una chica a Buck. El narrador también recuerda que, muchas veces, ella se comportaba como si él fuera su marido, y no Rogers.
Luego, dice que una noche fue a visitarlos y encontró a Mildred llorando en el diván, quejándose de lo pobres que eran. Buck se ofreció a prestarle dinero a Rogers, pero este se negó.
Poco después, Buck recuerda que Mildred fue a visitar a su madre y no la vio por tres semanas. Cuando ella regresó, lo invitaron a cenar. Esa tarde, luego de un día de mucho trabajo, Buck dice que se puso muy ansioso por ver a Mildred y decidió ir a verla por su cuenta. Ella estaba sola, leyendo, y el narrador da a entender, de manera metafórica, que tuvieron un apasionado encuentro sexual.
Parte III
Buck dice que Mildred no era discreta, y que por eso él dudaba cuánto sabía Rogers acerca de lo sucedido. Luego, recuerda que, una noche, Mildred le dijo que le había contado todo a Rogers, y que habían acordado que ella debía irse con él. Buck afirma que, aunque amaba a Mildred, se sintió abrumado y quería escapar. Ante sus dudas, ella lo acusó de haberle mentido y rompió en llanto. Luego, Rogers le preguntó si la quería de verdad y si sería bueno con ella. Finalmente, Buck recuerda que se fue con la sensación de que el divorcio de ellos estaba pactado.
Parte IV
Buck continúa rememorando el episodio con Mildred y Rogers. Al día siguiente de la confesión de Mildred, él y Rogers debían hacer juntos un espectáculo con el avión en el circo del aeródromo. Buck cuenta que, aunque Rogers no había dicho nada, él no paraba de maldecirlo y de acusarlo de haber organizado ese trabajo para matarlo durante las piruetas. La actuación consistía en que uno de los dos hiciera un número de acrobacias en un ala del avión frente a miles de personas. Buck dice que Rogers se ofreció a hacer la parte de las piruetas en el ala, pero él se negó.
Al recordar la prueba, Buck dice que asumió más riesgos que nunca, pero señala que el avión iba bien equilibrado, que sentía como si él y Rogers estuvieran conectados y fueran una sola persona al mando. Buck también dice que trataba de provocar a Rogers a los gritos. En el presente, el protagonista entiende que, en realidad, solo buscaba humillar a su compañero. Buck describe al detalle la pirueta final, con el avión en caída libre. Mientras descendían a toda velocidad, él sufrió un golpe y quedó inconciente por un momento. Luego, vio que Rogers abandonaba la cabina, se acercaba a él reptando por el fuselaje y lo sujetaba con sus manos, para salvarlo.
En ese momento, Buck viaja con su mente a algunos recuerdos de juventud. Rememora una ocasión en la que un compañero de escuadrón, con el que no se llevaba bien, lo salvó tras haber quedado atrapado en una válvula de aire averiada. También se acuerda de estar dando vueltas en el avión junto a un prisionero el día del Armisticio, y de un príncipe de la India que le dijo que todos los que habían combatido en la guerra ya estaban muertos.
Posteriormente, retorna al episodio de la prueba con Rogers. Cuenta que, por la noche, este fue a despedirlo a la estación y le entregó una carta de Mildred que él rompió inmediatamente. Rogers juntó los trozos y se los devolvió, ordenándole que no se comportara como un idiota. Finalmente, Buck cuenta que Rogers y Mildred tuvieron un hijo, y que lo eligieron a él como padrino, aunque todos sabían que no lo vería nunca.
Parte V
La narración vuelve al presente, al momento en que Buck está renunciando a su empleo en la concesionaria de autos. Su jefe acepta la renuncia y llama a su secretaria, la señorita West. En ese momento, el protagonista recuerda algunos buenos gestos de West para con él. Sin embargo, luego hace una reflexión sobre las mujeres donde manifiesta todo su desprecio y resentimiento. El jefe le informa a la señorita West que Buck renuncia y debe pasar por caja, pero él se niega a cobrar.
Análisis
Al igual que en “Viraje”, en este cuento Faulkner usa el trasfondo de la guerra como disparador de otras cuestiones. En este caso: se destacan los temas de la juventud perdida, la depresión posguerra de los excombatientes, las relaciones sentimentales, el machismo y la misoginia.
El narrador es el protagonista, Buck Monaghan, que cuenta gran parte de la historia a través de anécdotas, en primera persona. Esta técnica de disociación del pensamiento da al lector la impresión de que Buck a menudo se dispersa y viaja a través de sus recuerdos, siendo esta la manera que tiene el personaje de procesar lo que ocurre en su vida. A su vez, esto contribuye a su caracterización como excombatiente y a la representación de las secuelas y traumas que afectan a muchos de los que regresan de la guerra.
Por ejemplo, en el momento en el que Mildred le confiesa a Rogers su amorío con Buck y se reúnen los tres, el narrador dice haberse sentido impactado y huye con su mente a una situación imaginaria en la que él y Rogers están volando juntos y “todo estaba en orden, pasara lo que pasara” (p. 493). Todo el episodio con Mildred y Rogers se narra de manera dispersa, con varias digresiones del narrador hacia otros pensamientos y recuerdos. Esto vuelve a suceder hacia el final del cuento, cuando Buck cree que está a punto de morir en el ala del avión: allí, su mente se traslada al pasado y rememora distintos episodios de su juventud y su experiencia en la guerra.
Por otro lado, es interesante detenerse un momento en el extraño triángulo amoroso que forman Buck, Rogers y Mildred, que aporta una mirada diferente sobre las relaciones sentimentales y amorosas. Contra lo esperado, Mildred y Rogers parecen asumir con madurez el declive de su relación y proponen una salida beneficiosa para todos. Esto sorprende incluso al protagonista que, cuando se lo plantean, confiesa sentirse abrumado y querer huir. Asimismo, Rogers asume una postura discreta y sensata respecto de la infidelidad de su esposa con Buck y, en cambio, es este último quien pierde los estribos y hace el ridículo, acusando y provocando a su compañero durante la actuación final en el avión.
Fiel a su estilo, Faulkner utiliza símiles y metáforas vinculadas al fuego para describir la naturaleza súbita y apasionada de la relación entre Buck y Mildred. Cuando a Buck se le ocurre por primera vez la idea de ir a verla a su casa, es porque se pone ansioso y actúa impulsivamente "pensando en ella, en que estaba de nuevo en casa, respirando el mismo humo, el mismo hollín que respiraba yo" (p. 492). Luego, cuando hacen el amor por primera vez, el narrador remarca lo ardiente del encuentro: "Fue como la gasolina que se vierte de una manguera rota y que prende en llamaradas alrededor de uno" (p. 492). Asimismo, después de que Mildred le cuenta a Rogers sobre su relación con Buck, ella se apoya en él y este se siente "como un trozo de madera contra el que se hubiese apoyado otro trozo de madera" (p. 493), lo que hace pensar en que son los dos trozos de madera que se frotan para hacer un fuego.
Otro aspecto a resaltar del cuento es que Buck es un misógino. Cree que las mujeres son tontas e inocentes, inferiores a los hombres, y las desprecia por eso. Cuando Mildred rompe en llanto frente a las dudas de Buck sobre su amor, este explica al lector: “Ya se sabe cómo es. Como si hubiera un momento para cada cosa, como si nadie fuera nada en sí mismo: como una mujer, que, incluso cuando la amas es para uno mujer solo parte del tiempo, y el resto del tiempo no es más que una persona que no ve las cosas de la misma forma en que un hombre ha aprendido a verlas. No tiene las mismas ideas sobre lo que es decente y lo que es indecente” (pp. 493-494).
La misoginia y el machismo del protagonista se confirman sobre el final del relato, cuando declara abiertamente que las mujeres "Son lo peor que existe" (p. 499). Poco después, puntualiza y habla con desprecio de la señorita West, una compañera de trabajo, a pesar de que dice que ella fue amable y comprensiva con él. Y enseguida vuelve a generalizar sobre las mujeres : “(...) es típico de las mujeres. Ya se sabe: apremiantes y desbordantes de simpatía, y no se les puede hacer callar como se hace con un hombre” (p. 499).
El vínculo que evidentemente busca establecer Faulkner entre los militares y la masculinidad -como ya se ha visto en “Viraje”- también se hace carne en el personaje de Buck. Cuando él y Rogers realizan su espectáculo de funambulismo juntos en la Parte IV, Buck asume que Rogers quiere matarlo, aunque Rogers no da ningún indicio de ello. Buck lo maldice y lo provoca: “—Te sientes como nunca —dije—. Me tienes pillado del todo. Vamos, hombre: sonríe, que se note. ¡Vamos allá!” (p. 495). Buck está proyectando su propia actitud en Rogers: aunque este no es un hombre vengativo, Buck quiere que lo sea, porque siente que se lo merece por haber perdido su honor. Incluso, desafía a Rogers una vez que está en el ala, gritándole: “Ya me tienes en tus manos. ¿Tienes arrestos o no tienes?” (p. 495), e instruyéndolo para que provoque su muerte: "(...) menea un poco el ala, ya verás qué fácil me desprendo, ¿eh?" (p. 495).
Lo interesante del relato es que, a pesar de las desagradables actitudes y convicciones que tiene Buck, el autor logra que se produzca cierta empatía con el personaje. Esto es, sobre todo, porque el protagonista está ciertamente resentido y condicionado por la vida que le tocó: se trata de un excombatiente que ha padecido -y todavía padece- las consecuencias de haber estado en la guerra y del ambiente militar en general.
En este relato vuelve a aparecer el tema del joven en la guerra, aunque de un modo diverso. A diferencia de los jóvenes de "Viraje", Buck ya es un hombre maduro que ha perdido esa juventud. Él mismo dice que en la vida no ha aprendido nada, y que ha estado sin rumbo desde que volvió a ser un civil, además de que ha tenido problemas para mantener un trabajo. Por todo esto, la vida tiene poco sentido para él, como puede verse cuando se resigna a morir mientras se mueve por el ala del avión durante la actuación de funámbulo que realiza junto a Rogers. Mientras se desliza por el ala, sus pensamientos se disocian y recuerda el episodio con el príncipe indio, “que dijo que todos los que habíamos combatido en la guerra estábamos muertos” (p. 497).
En definitiva, Buck es alguien a quien la guerra ya ha atravesado y ha dejado afligido; un personaje marcado por la apatía, el desencanto y el rencor. Sus pensamientos disociados, su falta de empatía y su frustración encuentran una explicación en la experiencia bélica, incluso sin que el cuento la desarrolle. Lo dramático para Buck no es tanto la guerra en sí, sino el tiempo y las posibilidades que siente haber perdido en ella. De esta forma, la cuestión de los jóvenes y la guerra se presenta en "Honor" a partir del tópico de la juventud perdida.