Resumen
El día de su asesinato, Santiago Nasar se despierta con dolor de cabeza a las 5:30 de la mañana, después de haber dormido apenas una hora. Ese día sueña que atraviesa un bosque de higuerones donde cae una llovizna tierna, pero cuando se despierta se siente salpicado de "cagada" de pájaros. Santiago se levanta temprano ese día para ir a recibir al Obispo, que estará de visita en el pueblo. Se viste de manera elegante y no como cuando va a El Divino Rostro, la hacienda que heredó de su padre y que administra. Siempre duerme con un arma en la funda de su almohada, pero ese día le quita los proyectiles y la guarda en la gaveta de la mesa de noche.
La madre de Santiago, Plácida Linero, ve a su hijo por última vez desde una hamaca. El narrador cree que Santiago heredó de Plácida el instinto; y de su difunto padre, Ibrahim Nasar, el dominio de las armas de fuego, el amor por los caballos y la maestranza de las aves de presas, así como también el valor y la prudencia. Ibrahim y Santiago hablaban en árabe entre ellos, pero no delante de Plácida, para que no se sintiera excluida. Cuando Santiago le cuenta el sueño a su madre, Plácida le dice que soñar con pájaros es un buen augurio. Por otra parte, cuando ve a su hijo tan entusiasmado por la presencia del Obispo, le dice a Santiago que no cree que el religioso ni siquiera se detenga en el pueblo.
Santiago va hasta la cocina, donde se encuentra a Victoria Guzmán, la cocinera, y a su hija, Divina Flor. Ésta le sirve una taza de café con un chorro de alcohol, como todos los lunes. Santiago mira a Divina Flor con deseo. Durante su adolescencia, Victoria Guzmán tuvo una relación amorosa con Ibrahim Nasar, padre de Santiago. Luego, cuando se acabó el afecto, él la llevó a trabajar a su casa, en un claro signo de menosprecio hacia ella. Victoria Guzmán recuerda a Ibrahim Nasar con desprecio y, como piensa que Santiago es igual que su padre, no quiere que Divina Flor tenga nada que ver con él.
Victoria y Divina Flor están enteradas de que los gemelos Vicario van a asesinar a Santiago ya que creen que él fue el responsable de que Ángela Vicario perdiera la virginidad antes de llegar al matrimonio y, por lo tanto, es el responsable de la deshonra familiar que ello implicó. Sin embargo, no le dicen nada a Santiago. Cuando él abandona la cocina y sale por la puerta principal de la casa, Divina Flor deja esta puerta sin cerrojo con la esperanza de que Santiago pueda esconderse de los Vicario cuando ellos lo ataquen. Años más tarde, cuando el narrador entrevista a Victoria Guzmán sobre los hechos de ese día, ella hace referencia a que el tiempo era similar al que hacía en Navidad.
Camino al puerto, Santiago se topa en la plaza con la reminiscencia de la fiesta de matrimonio entre Ángela Vicario y Bayardo San Román de la noche anterior: botellas tiradas, basura y gente volviendo a sus casas. El único negocio que permanece abierto es la tienda de Clotilde Armenta, donde los hermanos Vicario lo esperan bebiendo aguardiente. Los gemelos se quedan dormidos allí mismo y despiertan con el ruido de la bocina del buque del Obispo. Tienen la intención de ir a buscar a Santiago, pero Clotilde les pide que, por respeto al Obispo, lo dejen para después.
El Obispo no solo no baja del buque, sino que este ni siquiera amarra en el puerto, tal como había anticipado Plácida. Santiago se siente defraudado, porque contribuyó a las ofrendas para el pastor con leña y gallos.
Margot, la hermana del narrador, invita a Santiago a su casa para desayunar y él acepta, pero primero debe pasar por su casa para cambiarse de ropa. Margot le pide que vayan directamente, pero Santiago insiste en pasar por su casa. Margot no conoce las intenciones de los gemelos Vicario, por lo que se despide de Santiago. En el camino, ella se entera de que Bayardo San Román devolvió a Ángela Vicario a su familia al descubrir, en la noche de bodas, que ella no era virgen. Entonces se entera del plan de Pedro y Pablo Vicario y vuelve rápidamente a su casa. Allí, le comenta todo a su madre, quien a pesar de siempre saber todo lo que ocurre en el pueblo, todavía no está al tanto. Luisa Santiaga, la madre de Margot y del narrador, y por quien Santiago recibió aquel nombre, sale corriendo hacia la casa de los Nasar, pero es demasiado tarde: una vecina le dice que Santiago ya murió.
El narrador dice que la mayoría de los testigos coincide en que en el momento del asesinato caía una llovizna tierna, similar a la que Santiago había visto en su sueño. Así y todo, hay varios personajes que, por el contrario, hablan de una mañana radiante con una brisa de mar que llegaba de los pantanales.
Análisis
Crónica de una muerte anunciada comienza anticipando el desenlace de la historia: "El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se despertó a las 5:30 de la mañana..." (p. 9). De esta forma, queda claro que el interés de la historia no va a radicar en qué ocurre, que ya se devela en la primera línea de la novela, sino en el cómo y por qué ocurre la muerte de Santiago Nasar. El narrador, amigo de Santiago, reconstruye los hechos de su muerte, veintisiete años después, en forma de crónica.
Al mismo tiempo, esta novela representa un acercamiento a dos aspectos fundamentales de García Márquez como escritor: lo periodístico y lo narrativo. Contar la historia de una muerte valiéndose de un género periodístico como la crónica permite hacer un repaso relativamente objetivo de los hechos y aporta a la verosimilitud de la historia. Si bien no respeta la cronología de la historia (aspecto bastante característico del género), el hecho de que el narrador recopile diferentes testimonios sobre lo ocurrido es una cuestión identitaria de la crónica. En este caso, respondería más a lo que se denomina "crónica interpretativa", en la que el material es más subjetivo y el narrador, que es al mismo tiempo el que recopila los testimonios, es una persona común que desliza por momentos algún juicio de valor sobre la información que recibe.
Ya desde el primer capítulo, podemos observar que es una novela con muchos personajes. Es decir, la reconstrucción de la muerte de Santiago Nasar se va a componer de varios puntos de vista de distintos personajes del pueblo respecto de ese día. También ya desde las primeras páginas comenzamos a ver cómo la amenaza de muerte que se cierne sobre Santiago Nasar es subestimada por varios personajes. ¨Nadie se preguntó siquiera si Santiago Nasar estaba prevenido, porque a todos les pareció imposible que no lo estuviera¨(p.27). Esto nos da la pauta de que la muerte de Santiago Nasar también tiene que ver con una complicidad involuntaria del resto del pueblo que, de alguna manera, contribuye con la sucesión de hechos que acaban con su vida. Parte de esta complicidad radica en el silencio. El hecho de no alertar a Santiago sobre los planes de los hermanos Vicario, más allá de las distintas justificaciones que tenga cada personaje para no haberlo hecho, es lo que, en última instancia, posibilita el asesinato.
Así y todo, hay otros personajes que no saben de la amenaza y que, cuando se enteran, tratan de hacer algo, aunque ya es demasiado tarde. Es el caso de Margot y Luisa Santiaga. Cuando la hermana del narrador se entera del peligro que corre Santiago Nasar, vuelve rápido a su casa y se lo cuenta a su madre. Luisa Santiaga sale corriendo hacia la casa de los Nasar, pero ya es demasiado tarde y Santiago ha sido asesinado.
De esta manera, la crónica que comienza a hacer el narrador sobre la muerte de Santiago Nasar no solo explica el cómo y el por qué del asesinato: también pone en evidencia lo anunciado que es y los diferentes niveles de complicidad, voluntaria o no, que tienen los distintos personajes del pueblo respecto de esa muerte.
Por otra parte, en estas primeras páginas ya podemos observar la presencia de lo religioso, tema que se extenderá a lo largo de toda la novela y que es una constante en toda la obra de García Márquez. La llegada del Obispo altera la dinámica del pueblo, en particular la de Santiago Nasar, que se viste de manera elegante para la ocasión y decide no ir a la hacienda con la ilusión de poder encontrarse con el Obispo y saludarlo. El hecho de que el buque del Obispo no se detenga en el pueblo, tal y como había anticipado la madre de Santiago, refleja el desinterés del religioso hacia sus fieles. García Márquez aborda el tema de la religión desde una posición crítica, utilizando la ironía como mecanismo para exponer las deficiencias de la doctrina cristiana y la ingenuidad con la que el pueblo cree en ella.
Al mismo tiempo, en esta primera parte ya está presente el tema de la opresión a la mujer, que se extenderá durante toda la novela. En estas páginas nos enteramos de la historia que el padre de Santiago, Ibrahim Nasar, tuvo con la cocinera Victoria Guzmán. Victoria fue tratada con menosprecio por él, hasta el punto de llevarla a trabajar a la cocina de su casa cuando se cansó de acostarse con ella. Por su parte, Santiago Nasar acosa a la hija adolescente de Victoria, Divina Flor, con absoluta impunidad. La actitud tanto del padre como del hijo hacia estas dos mujeres es degradante y ofensiva. Mientras Ibrahim se limitó contratar a Victoria como cocinera de la casa, sin importarle en absoluto los sentimientos de ella, Santiago se propasa con Divina Flor, sin sufrir consecuencias. Sin importar lo despreciable de las acciones de los hombres, daría toda la impresión de que no sufren ninguna consecuencia por ellas y que las mujeres no tienen otra alternativa que soportarlas.
Por último, podemos observar cómo el hecho de que existan versiones tan dispares en relación a las condiciones climáticas durante la mañana del asesinato de Santiago Nasar contribuye a alimentar el misterio en torno al crimen. Está claro que, más allá de que la historia se cuenta con rigurosidad periodística de crónica, el narrador tendrá que trabajar mucho para esclarecer ciertas cuestiones del caso que quedaron difusas.