La sangre
La mañana de su muerte, después de haber estado de parranda toda la noche, Santiago despierta con un gusto metálico en la boca, "un sedimento de estribo de cobre en el paladar" (p.10). Normalmente se dice que la sangre tiene un gusto metálico. Este gusto a metal tiene relación con lo que sucede horas más tarde: Santiago es apuñalado incontables veces, por lo que la sangre brota de su boca. El gusto metálico al comienzo de la novela hace referencia muy probablemente a las bebidas alcohólicas que toma la noche antes de su muerte, pero también establece una conexión con el sabor a la sangre; el último sabor que sentirá Santiago antes de morir.
También al comienzo de la novela, la cocinera Victoria Guzmán amenaza a Santiago Nasar con el cuchillo ensangrentado con el que está descuartizando tres conejos para el almuerzo. Si bien esto sucede en un contexto en el que Santiago hace una broma con respecto a lo crecida que está la hija de Victoria Guzmán, la sangre en el cuchillo y los conejos degollados son una imagen que anticipa el destino de Santiago Nasar.
Por supuesto, la sangre también está muy presente en las manos de los hermanos Vicario, en las puñaladas que recibe Santiago Nasar y hasta en la autopsia que realiza el padre Amador. La muerte, que atraviesa toda la novela, es una muerte sangrienta.
Asimismo, la ausencia de sangre en las sábanas es lo que delata que Ángela Vicario no es virgen. Y también es la sangre, en el sentido de lazo familiar, lo que lleva a los hermanos Vicario a tomar la decisión de matar a Santiago Nasar para restablecer el honor de la familia.
El Obispo
El Obispo no es solo un personaje en esta novela, sino una imagen que se repite a lo largo de todo el relato. Representa la máxima autoridad de la Iglesia que, a su vez, es la institución en la que se basa el orden social del pueblo. Con respecto al buque del Obispo, que nunca amarra, hay una imagen que podría considerarse "auditiva", pero que al mismo tiempo expresa qué es lo que provoca la presencia del Obispo: "Apareció en la vuelta del río, rezongando como un dragón, y entonces la banda de músicos empezó a tocar el himno del obispo, y los gallos se pusieron a cantar en los huacales y alborotaron a los otros gallos del pueblo" (p.23). Aquí podemos observar cómo se compara al buque del Obispo con un dragón, que echa humo, que produce ruido y genera ruido alrededor. La imagen del Obispo es omnipresente, más allá de la paradoja de que nadie lo llega a ver porque él no se detiene en el pueblo. Su presencia, de una forma u otra, afecta la actitud de todos los personajes. Incluso modifica la rutina de Santiago Nasar y propicia las circunstancias para que los hermanos Vicario lo asesinen. Sin ir más lejos, el propio padre Amador se justifica por no haberle advertido a Santiago sobre los planes de los hermanos Vicario en base a la presencia del Obispo. Como representante de ese orden social en el que el pueblo cree, deja mucho que desear, ya que no se involucra en ningún momento con su gente. Esta imagen del Obispo como autoridad que no se compromete con su función produce una sensación de confusión que también favorece al desarrollo de los acontecimientos.
El olor a Santiago Nasar
"Por más que me restregaba con jabón y estropajo no podía quitarme el olor [a Santiago Nasar]" (p.92). En esta cita sobre lo que Pedro Vicario le dice al narrador a propósito de la sensación que lo invade cuando está preso, podemos obtener una imagen olfativa que trasciende los muros de la celda de los hermanos Vicario. De hecho, unas pocas líneas más arriba, María Alejandrina Cervantes se niega a acostarse con el narrador diciéndole: "No puedo (...) hueles a él" (p.92), en relación a Santiago Nasar. La imagen olfativa del "olor a Santiago Nasar" contamina todo el pueblo el día de su muerte. También el narrador lo confirma: "Todo siguió oliendo a Santiago Nasar aquel día". Esta imagen se expande a través de los distintos personajes, los envuelve y les recuerda, en mayor o menor medida, cómo y cuánto estuvieron involucrados con el asesinato.
La bebida
"Pensamos que eran vainas de borrachos" (p.63). En esta cita, que repone lo que le dicen varios carniceros al narrador respecto de lo que pensaron sobre la amenaza de los hermanos Vicario, tenemos una de las tantas referencias a la bebida dentro de la novela. El alcohol como imagen está presente todo el tiempo, la mayoría de las veces relacionada con los hermanos Vicario, aunque también en relación con otros personajes. Sin ir más lejos, Santiago Nasar estaba bebiendo y cantando con los hermanos Vicario cinco horas antes del asesinato. Por otra parte, las amigas de Ángela Vicario le recomiendan emborrachar a Bayardo San Román en la noche de bodas hasta el punto de que no se dé cuenta de que ella no es virgen, pero no tienen en consideración lo buen bebedor que él es. Santiago se levanta el día de su muerte, después de dormir apenas una hora, con un gusto metálico en la boca que él asocia a todo lo que bebió la noche anterior. Por su parte, los hermanos Vicario esperan por Santiago bebiendo aguardiente de caña en el local de Clotilde Armenta.
La imagen de la bebida está asociada a la diversión (la de la fiesta de boda de Ángela y Bayardo, por ejemplo), pero también al descontrol y a la pérdida de juicio. Asimismo, puede entenderse como un mecanismo de evasión de la realidad, que no sería descabellado en el caso de los hermanos Vicario, ya que muestran algunos signos de no querer matar a Santiago.