Cinco horas con Mario fue escrita en plena dictadura de Francisco Franco. Sin embargo, Miguel Delibes encontró la forma de criticar y cuestionar a través de la voz de Carmen los principales valores y principios de la ideología franquista. La pregunta es, entonces, ¿cómo hizo la obra de Delibes para pasar el filtro de los censores?
La respuesta principal está en boca del mismo Delibes. En una carta que le envía en 1965 a su editor en Destino, Josep Vergés, el autor comenta: "He iniciado una novela (…) en la que una viuda joven ante el cadáver de su marido (…) evoca su vida de matrimonio, que abarca, más o menos, los «25 años de paz». El monólogo de esta mujer y los reproches al marido darán por el gusto a los censores, pero, al propio tiempo, espero que quede bien claro que la conducta de éste es la honrada y la justa a despecho de tópicos e hipocresías”. Ya desde un primer momento, el autor percibe que las palabras de Carmen serán afines al régimen franquista, pero quiere también que el lector sepa entender que la postura correcta no es la de la mujer, sino la de Mario.
Para anticiparse a la censura, Delibes se autocensura. Utiliza sus recursos literarios para hacer más sutil la novela. Al eliminar la voz de Mario, todo lo que sabemos del personaje es a través de la mirada de su mujer. Los juicios y los comentarios de Carmen representan la voz oficial, por lo que no traería problemas a la hora de publicar la novela. En este sentido, Delibes apunta a un lector lúcido y sensible, con el que establece un pacto de complicidad: da por sentado que los lectores pueden leer entre líneas las palabras de Carmen y entender que la postura del autor poco tiene que ver con la que sostiene la protagonista.