El mártir (Motivo)
La figura del Gaucho Dorda en los últimos capítulos, sobre todo en el momento del linchamiento, se construye apelando al motivo del mártir (que acepta su destino y muere fiel a sus ideales). Esta apelación no es lineal, sino que más bien hay un uso estético, que abre preguntas; no podría decirse que el motivo del mártir viene a justificar en Plata quemada la vida del Gaucho.
En primer lugar, Dorda no para de rezarle a la Virgen desde que comienza el último ataque policial al departamento. El Nene, antes de morir en sus brazos, le da la medalla de la Virgen de Luján. Sus rezos se escuchan como una voz divina desde la vereda. Cuando lo bajan del departamento, ensangrentado y desfalleciente, se encuentra en un estado casi de trance: “Dos camilleros entraron y levantaron al herido, que seguía sonriendo, con los ojos abiertos y un murmullo ininteligible en los labios” (p. 217).
En segundo lugar, es un desenlace usual para un mártir morir incomprendido y rodeado de un público despiadado que desea su sufrimiento. En contraposición a este público sádico, el mártir, como Dorda, está “dispuesto a morir, como quien lleva un estigma de chico” (199) y se sacrifica por la humanidad: “Un Cristo, anotó el chico de El Mundo, el chivo expiatorio, el idiota que sufre el dolor de todos. […] El pistolero herido era un baño de sangre viva y palpitante todavía, que parecía sonreír y murmurar” (p. 218).