Plata quemada comienza con la presentación del Nene Brignone y el Gaucho Dorda, dos jóvenes delincuentes, amantes y compañeros a quienes llaman “los mellizos”. Se encuentran con el Cuervo Mereles, conocido por ser un gran conductor, en su departamento de la calle Arenales, en Buenos Aires. Allí van a ultimar detalles y prepararse para un asalto organizado por Malito, líder de la banda. Malito obtiene por medio de un tanguero todos los datos sobre un camión de caudales que trasladará una gran cantidad de dinero del Banco de San Fernando. Decide organizar el asalto al camión y, para eso, ha decidido llamar a los mellizos y a Mereles. En el departamento de Arenales conversan sobre los detalles del plan. Aparece en escena la novia del Cuervo Mereles, Blanca. Tiene 15 años y vive con el Cuervo hace unos meses, en parte, atraída por la aventura, la droga y el dinero. Mientras tanto, Malito se encuentra en un hotel de San Fernando, cerca del banco.
Al día siguiente, en el asalto, no todo sale como esperaban y dejan cabos sueltos. El comisario, encargado del caso, es un oficial fanático de su trabajo pero de métodos polémicos, que incluyen la extorsión y la tortura. Gracias a que uno de los heridos de bala ha sobrevivido y al auto que abandonaron los pistoleros en la huida, Silva recaba información suficiente para saber exactamente quiénes son los pistoleros. Blanca, la novia de Mereles, es detenida y torturada por Silva. De este modo, el comisario logra enterarse de que los delincuentes planean cruzar al Uruguay. Mientras tanto, ya en Montevideo, los pistoleros esperan que todo se calme para poder cruzar la frontera a Brasil.
Aparece en escena Emilio Renzi, un joven cronista del diario El Mundo que está investigando este caso. Las escenas de escritura de las crónicas policiales van dejando cada vez más claro que es él quien por momentos relata, y es quien reúne el collage de voces que constituye este texto.
Ya en Montevideo, en Plaza Zavala, el Nene conoce a Giselle, una joven con la que tiene, a partir de ahí, algunos encuentros sexuales. Ella lo lleva a un departamento que le prestan los dueños del local bailable donde trabaja. Este departamento funciona como un espacio clandestino donde los estancieros del interior que pagan por él van con sus amantes, pero también como lugar donde refugiarse para Giselle durante la semana.
Una serie de eventos desafortunados para los delincuentes culmina en una persecución policial. Es ahí cuando el Nene recuerda el departamento al que lo llevó Giselle, y allí se dirigen. La policía, que se entera de antemano de este plan, instala micrófonos antes de que los mellizos y el Cuervo lleguen, y lo prepara como “ratonera”, una forma de encerrar a los ladrones y capturarlos una vez que estén dentro. Renzi, el cronista, se pregunta por qué no los esperan en el departamento; aparece la sospecha de que la policía quiere el botín y, tal vez, planea matar a los ladrones.
No pasa mucho tiempo desde que los mellizos y el Cuervo llegan al departamento hasta que escuchan las voces que, por el micrófono, los encomiendan a rendirse, en la vereda. Los jóvenes se ríen, invitan a los oficiales a subir y jugar a las cartas; los provocan, pero también tienen miedo. La policía abre fuego y les tira gases lacrimógenos, que ellos contrarrestan con pañuelos mojados y fogatas que inician para que los gases suban. A su vez, responden matando a varios policías en cada ataque. Los mellizos y el Cuervo saben que tienen las horas contadas. La gente que se apelotona en la vereda, tratando de observar algo, empieza a ver cómo los billetes robados vuelan desde la banderola del departamento, encendidos. La quema del dinero es tomada por el público como una declaración de guerra. Este acto indigna a policías, periodistas y vecinos, y redobla su furia y el ataque.
Al haber evacuado a los vecinos de alrededor, la policía tiene cada vez más ángulos de tiro. Es así como logran herir de muerte al Cuervo Mereles, alcanzado por una ráfaga de metralleta. La policía tira una granada al departamento que obliga al Nene a correr. En ese momento es, también, alcanzado por otra ráfaga de balas. El Nene muere abrazado a Dorda, que se esfuerza por no llorar; antes de morir, le entrega una medalla de la Virgen de Luján y lo besa. Muerto el Nene, Dorda arenga a los policías a buscarlo, pero ya está demasiado cansado como para resistir. La policía lo baja del edificio, herido, y la gente en la calle, junto con los policías, lo golpea hasta dejarlo casi inconsciente. Milagrosamente no muere, aunque lo hará al año siguiente en la cárcel, en una situación sospechosa.
El narrador cierra este relato con un epílogo. Aquí cuenta cómo, por un lado, se enteró del caso: primero a través de los diarios y luego a través de Blanca, a quien conoció en un tren camino a Bolivia. A su vez, explica cómo le ha costado componer la historia, y solo ahora, que ha pasado tiempo y la recuerda como un sueño, es que puede ponerla en estas palabras.