Plata quemada

Plata quemada Resumen y Análisis Capítulo 4

Resumen

Capítulo 4

Al día siguiente, los diarios fotografían al comisario Silva reconociendo el cuerpo del Chueco Bazán. Lo había dejado libre para usarlo de carnada y fue asesinado en un bar del puerto.

El comisario Silva tiene la mano dolorida; viene de golpear a Blanca Galeano, novia del Cuervo Mereles. Luego de detener al Chueco Bazán, Silva fue al encuentro de Fontán Reyes. Este confiesa todo lo que sabe, al igual que Blanca. Ella declara que cree que fueron hacia el Tigre, donde un polaco, que maneja el contrabando hacia el Uruguay en el Delta, los va a ayudar a cruzar al país vecino.

Durante el reconocimiento del cuerpo de Bazán, hace aparición Emilio Renzi. Renzi es un joven periodista que cubre las noticias policiales para el diario El Mundo y está investigando y reuniendo la información necesaria para sus crónicas. La policía ha dado por esclarecido el caso: tienen a siete involucrados en el asalto y todos los movimientos de la banda delictiva hasta su llegada al departamento de Arenales. Creen también que los pistoleros han logrado cruzar a Uruguay, y Silva sabe que no son tacuaras ni peronistas de la resistencia. Para Silva, los ladrones del camión de caudales eran otra cosa, “delincuentes comunes, psicópatas y asesinos”, "sujetos peligrosos, antisociales, homosexuales y drogadictos” (p.84) .

Emilio Renzi, mientras escribe su crónica, busca en el diccionario la palabra hybris. Dice: “la arrogancia de quien desafía a los dioses y busca su propia ruina”. Decide que ese es el título que llevará la nota periodística.

Aquí el capítulo cambia de eje y se centra en la historia del Nene. El Nene es quien ha asesinado a sangre fría a los custodios. Es el hijo predilecto de un empresario de la construcción, con mucho dinero y poder, que murió hace años al enterarse de que el Nene era un delincuente e iría preso por complicidad en un caso de robo y homicidio.

El Nene aprendió en la cárcel sobre el juego, las drogas y la violencia, pero también leyó todos los libros disponibles en la biblioteca del penal. Dice que la vida en la cárcel es como la de un ermitaño que pasa sus días pensando. Reflexiona sobre la violencia y sobre el odio que se acumula al estar encerrado. Porque la cárcel es para Brignone principalmente eso mismo: un lugar donde un hombre solo puede dedicarse a pensar, a acumular el odio y a dejar volar la imaginación durante largos períodos.

Ahora se siente seguro, el Nene, en el departamento de Montevideo. Han llegado a Uruguay sanos y salvos. Aun así, hay en todos ellos una sensación de fatalismo mientras esperan un contacto para cruzar por tierra a Brasil. El Gaucho Dorda pasa los días durmiendo; Malito, pensando; el Nene sale al centro a pasear. Allí vaga por la Plaza Zavala, tiene encuentros casuales con otros hombres que van allí en busca de lo mismo, hasta que conoce a una mujer. El Nene se siente atraído por ella inmediatamente y ella le comenta que ya lo ha visto antes, yéndose con otros hombres. Él se sorprende; no está acostumbrado a esta sinceridad en boca de una mujer, ni a que se exponga su orientación sexual. Aun así, se siente a salvo con ella.

Reflexiona sobre su homosexualidad, piensa en qué es aquello que lo impulsa a estar con otros hombres. Ni siquiera recuerda si le pagan o es él quien paga. Sabe que lo que lo arrastra a los baños oscuros y clandestinos es la necesidad de arrodillarse y humillarse ante esos hombres, combinado con el hecho de saber que puede levantarse y matarlos cuando quiera. Con esta mujer, el Nene se siente lejos de ese mundo y, a su vez, lejos del Gaucho y de Malito, y eso lo alivia, lo hace sentir un “tipo normal”.

Emilio Renzi, mientras tanto, redacta su crónica. Escribe sobre cómo el destino ha empezado a armar su trama, a tejer lo que los griegos llaman el muthos. Se entrelaza la escritura de la crónica con la de la novela, ya que lo que ha desencadenado esta trama del relato tiene que ver con el encuentro del Nene y la joven: la mujer lo lleva al departamento donde vive de lunes a viernes, un departamento prestado por los dueños de la boite donde trabaja. Fuman hachís, escuchan a los Head and Body, conversan un poco más sobre la sexualidad del Nene y hacen el amor. Finalmente, ella le confiesa que le dicen Giselle, pero se llama en realidad Margarita.

El capítulo se centra entonces en la historia de Giselle, pero, ahora, a través de la información que ha logrado recabar el periodismo. Es una joven que ha llegado con ilusiones a la capital uruguaya desde el interior y, desde su llegada, trabaja en distintas boites. Unos estancieros del interior alquilan un departamento y, durante la semana, se lo prestan al dueño de la boite donde trabaja Giselle. El departamento funciona, así lo llama el narrador, como una “garçonière”, un lugar donde los hombres solteros pueden reunirse con sus amantes. El dueño de la boite, a su vez, se lo presta a la joven, además de a otros habituales frecuentadores.

Al final, el narrador focalizado en Renzi sugiere que ese departamento será el próximo refugio de los pistoleros, y que las amistades que se tejen en la noche pueden no ser de fiar por la mañana. Así es como el destino ha comenzado a tejer el muthos.

Análisis

Nuevamente en este capítulo encontramos marcas del policial negro. Como en muchas otras novelas que trabajan con el género, se retratan personajes decadentes, tanto del lado del “bien” como del “mal”, fundamentalmente porque es la distancia entre el bien y el mal la que se ve desdibujada en el policial negro. En Plata quemada, el comisario Silva, que vendría a representar el “bien”, es famoso por sus técnicas poco ortodoxas a la hora de resolver los crímenes, no solo a través de la extorsión y la delación, sino incluso de la tortura. Por otra parte, el Nene Brignone, el Gaucho Dorda y el Cuervo Mereles son personajes que encarnarían idealmente el “mal”. Sin embargo, valores como el coraje y la fraternidad son depositados en estos criminales violentos. El amor y la sensibilidad le corresponden, en este relato, a Dorda y Brignone, los personajes más agresivos y sangrientos.

En este capítulo nos encontramos con dos situaciones que terminan de darle forma al comisario Silva: en primer lugar, ha dejado como carnada, libre, al Chueco Bazán. Como era esperable, fue asesinado. En segundo lugar, ha golpeado hasta el cansancio a Blanca Galeano al tomarle declaración. El abuso de poder por parte del policía corrupto es uno de los tópicos del policial negro, por lo que Silva encarna así a un personaje casi arquetípico de este género.

Estas escenas contrastan con lo que le sucede, en Montevideo, a Brignone. El Nene sale a la Plaza Zavala y allí tiene una especie de revelación cuando conoce a Giselle. Siente, por primera vez en mucho tiempo, paz y tranquilidad. Se siente alegre. Intenta explicarle, aunque más para comprenderle él mismo que para transmitírselo a ella, las razones que lo llevan a acostarse con hombres en los baños públicos de la plaza. Mientras lo hace, describe, a través de una analogía, sus actos como si fueran parte de la liturgia cristiana, asociando su impulso a la humillación a un gesto de devoción divina:

Ahora no quería que ninguno de esos tipos que rondaban por la plaza lo mirara, los había conocido circunstancialmente, en una transa rápida, en los baños con olor a acetona, con paredes donde se describían actos monstruosos y se escribían frases de amor. Había nombres inscriptos como si fueran el nombre de un dios, corazones amorosamente mal dibujados, miembros monstruosos, pintados como pájaros sagrados en los muros de los «mingitorios» de las estaciones y en las butacas del cine El Hindú y en el vestuario de los clubes. Sentía de pronto la necesidad de humillarse, era como una enfermedad, una gracia, un soplo en el corazón, algo que no se puede impedir. La misma fuerza ciega que arrastra al que siente la atracción irresistible de entrar a una iglesia y confesarse. Él se arrodillaba, se hincaba ante ellos (...) como si fueran dioses (...).

(pp.95-96)

La analogía entre los graffitis de los baños y las figuras divinas de las iglesias y la necesidad de humillación interpretada como una gracia convierten los baños de los clubes y las estaciones en lugares sagrados. Además, estas reflexiones complejizan y le dan profundidad a la figura del Nene Brignone. Volveremos sobre el tema de la liturgia cristiana en el análisis del capítulo 9. Como en tantas otras escenas de Plata quemada, la línea que separa lo que el sentido común considera el bien y el mal, está desdibujada. Esto es propio del policial negro. Además, esta descripción heroica de los actos más “impíos” del Nene funciona como soporte para su caracterización de héroe trágico.

Con respecto a la tragedia como género trabajado en Plata quemada, este capítulo nos ofrece dos escenas importantes. Ambas son escenas de escritura y están protagonizadas por Emilio Renzi. En primer lugar, aparece Renzi, frente a la máquina de escribir, buscando en un diccionario la definición de hybris: “la arrogancia de quien desafía a los dioses y busca su propia ruina”. La hybris era uno de los tópicos privilegiados en la tragedia griega, y es el tópico privilegiado de Plata quemada: la desmesura, el destino trágico que se busca a través de los excesos (la droga, el sexo) y el crimen. Emilio Renzi decide usar este término en el título de su crónica.

La segunda escena tiene que ver nuevamente con un concepto griego que Renzi menciona en relación al destino de los ladrones, el muthos. Por muthos, el joven cronista se refiere a lo que los griegos entendían por relato, sobre todo en oposición al logos, que es la explicación racional de las cosas. El muthos se rige, entre otras cosas, por la intervención divina, el destino preasignado por las Moiras y otros discursos no justificados racionalmente. Viendo el capítulo desde este punto de vista, leyéndolo en clave de tragedia griega, es que entendemos la última frase como un presagio. Los presagios son otro de los motivos importantes del relato trágico: “Ya está dicho: en la luz escasa de los rincones cabareteros se amasan extrañas amistades que no lo son cuando amanece el día” (p.108). Se sugiere, entonces, que la amistad con Giselle vendrá, con el amanecer, acompañada de eventos inesperados y probablemente desfavorables. Al mismo tiempo, el final de este capítulo señala la importancia del departamento donde vive Giselle para el futuro inmediato de la trama.

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