Plata quemada

Plata quemada Resumen y Análisis Capítulos 1-2

Resumen

Capítulo 1

Plata quemada comienza con la presentación de Brignone y Dorda, dos jóvenes compañeros a quienes llaman “los mellizos”, a pesar de no ser hermanos. Mientras caminan por Palermo hacia un departamento en la calle Arenales conversan sobre el plan para un robo. Una vez en el departamento, se encuentran con el Cuervo Mereles, que es el conductor designado para el asalto por ser el mejor al volante. También está allí Fontán Reyes, el “entregador”, es decir, quien ha obtenido el dato del blanco de la operación: un camión de caudales.

Fontán Reyes se entera, días antes, a través de su tío, del dato de un camión de caudales que trasladará por lo menos cinco millones de pesos en San Fernando. A pesar de nunca haber participado de un delito grave, es atraído por la idea; piensa que con su parte del botín puede abrir un local nocturno en Estados Unidos.

Mientras tanto, en un hotel de San Fernando, esperan Malito, que es el organizador principal del asalto, y el Chueco Bazán, otro participante.

A la vez que introduce a algunos de los personajes secundarios y a Malito y su historia, el relato repasa el plan para el asalto y la información que tienen los ladrones gracias a Fontán Reyes: el recorrido del camión, sus horarios, quiénes van en él y quiénes lo custodian.

En el departamento de Arenales, los mellizos y el Cuervo Mereles conversan sobre los últimos detalles del plan. Aparece la novia del Cuervo, Blanca. Le pide cocaína al Cuervo y vuelve a su habitación a estudiar, pero esa pequeña intervención es suficiente para que el narrador se detenga en su presentación: Blanca Galeano tiene quince años y vive con el Cuervo hace unos meses, en parte atraída por la aventura, la droga y el dinero.

Capítulo 2

Alberto Martínez Tobar, tesorero de la sede del Banco Provincia de Buenos Aires de San Fernando, entra, alegre, al tesoro del banco. Como cualquier otro día, Tobar sueña con robar el dinero que tiene que trasladar mientras acomoda los fajos en un maletín y lo asegura a su muñeca con una cadenita cerrada con candado.

Mientras tanto, en el bar de enfrente, el Chueco Bazán sigue sus movimientos de cerca, como parte del plan. Tobar se saluda con los dos custodios del camión de caudales y el otro empleado de la Municipalidad, Abraham Spector, y se suben al camión. Apenas hacen unas cuadras cuando se les cruza un auto Chevrolet y dos hombres se bajan.

El capítulo se construye mediante el salto temporal y espacial que hace el narrador entre los testimonios que aportan información sobre el hecho y su propia reconstrucción ficcional.

Abraham Spector, el único testigo con vida del asalto, está sentado en la vereda, aun en shock, cuando se acerca el comisario Silva, jefe de policía de la Zona Norte. Silva, además, reúne testimonios de otras personas que rondaban la zona y vieron lo que sucedió. Spector relata cómo uno de los hombres que se baja del auto se coloca una media en la cara para cubrirse el rostro.

Minutos antes, en el auto de los pistoleros, el Gaucho Dorda arenga al Nene Brignone. Atraviesan el auto en la calle para impedir el paso del camión, se bajan y Dorda empieza a dispararle a uno de los hombres que baja del camión de caudales.

Mediante la reconstrucción que hace el comisario Silva de la declaración de Spector y los demás testigos, sabe que hay al menos cuatro hombres involucrados. En el tiroteo mueren los dos custodios, el tesorero Martínez Tobar y un joven, que nada tenía que ver con el Banco y que recibe una bala perdida. Los ladrones se llevan, antes de rematar a Martínez Tobar, el maletín con el dinero.

Con Dorda herido y la policía detrás, el grupo de pistoleros huye a toda velocidad hacia el centro de la ciudad en el Chevrolet que maneja Mereles con gran habilidad. El Cuervo es adicto al Florinol, una droga que le permite tener un carácter sereno incluso en situaciones como esta.

Luego de un accidente menor en el que el Chevrolet termina incrustado en una alcantarilla, deciden que tienen que abandonarlo. Se bajan y se llevan el automóvil Rambler de un hombre que se había acercado a ayudarlos y logran, de esta forma, burlar a la policía. Lo que no saben es que el empleado de la Municipalidad que iba en el camión sobrevivió al disparo de Dorda y es interrogado más tarde por el comisario Silva.

Análisis

Plata quemada abre con un epígrafe particular: “¿Qué es robar un banco comparado con fundarlo?”. Lo único que diremos por ahora es que esta pregunta, una cita de Bertold Brecht, es un interrogante que podría leerse, una y otra vez, a lo largo de todo el texto. Desde el vamos se nos dice que esta historia no solo narra un robo, sino que profundiza en los cimientos de esa acción, es decir, cuestiona el sentido común, según el cual robar un banco está mal y fundarlo está bien. El epígrafe, entonces, se vincula directamente con el policial negro.

El policial negro o novela negra es un género que se empezó a cultivar en Estados Unidos, casi diez años después de la gran crisis económica de 1929. En el policial clásico, cuyo auge tiene lugar durante la segunda mitad del Siglo XIX, el enigma doméstico era el protagonista, junto con un detective brillante que resolvía ese enigma desde la tranquilidad de su sillón, atando cabos, como si fuera un juego de ingenio. El lector se sumergía en las pistas para resolver, junto con este detective, la ecuación, y resolver así el problema. En cambio, el policial negro corre del centro esa suerte de juego de ingenio para dejar lugar a la violencia explícita, las armas, la calle y la jerga callejera; ya no se trata de descubrir el "cómo y por qué" de un hecho, sino que es el crimen en sí el protagonista. El detective tal cual lo conocíamos se desvanece poco a poco en sus características arquetípicas, y da lugar, en la novela negra, al periodista o al policía retirado, muchas veces poseedor de métodos cuestionables.

Se puede decir que Dashiell Hammett y Raymond Chandler son los principales exponentes de la novela negra; en sus textos, el dinero y la codicia son muchas veces protagonistas. La corrupción, los métodos poco ortodoxos de quienes cumplen el rol de detectives a la hora de investigar, la violencia callejera, son todas expresiones del mundo en decadencia retratado en estas novelas. La literatura policial negra discute en última instancia el sistema capitalista: propone una contraversión crítica que perturba el estado natural de las cosas y las normas del buen funcionamiento social. Concretamente, cuando estamos ante un texto que participa de este género, nos encontramos con críticas a las instituciones (principalmente a la policía, a las instituciones políticas, al sistema judicial) y al sistema de valores que sostiene esas instituciones. Es este aspecto crítico el que altera el sentido común y desdibuja la línea entre el bien y el mal; no es extraño, en novelas que participan de este género, encontrarnos con que los criminales son más honrados que los detectives. Plata quemada tiene entonces muchos puntos en común con el policial negro, y el epígrafe de la novela indica una clara clave de lectura en este sentido.

Adentrándonos en el texto, al promediar el primer capítulo se narra brevemente la historia de Malito, organizador del atraco. Cuando se cuenta cómo, en el pasado, Malito se vengó de uno de sus torturadores, se hace de este modo: “Malito lo fue a buscar y se lo levantó una noche, cuando el tipo bajaba de un colectivo en Varela, y lo ahogó en una zanja. Lo hizo arrodillar y le hundió la cara en el barro y dicen que le bajó los pantalones y lo violó mientras el cana se sacudía con la cabeza enterrada en el agua” (pp. 18-19). Esta breve escena sienta un doble precedente: por un lado, es una advertencia del alcance de la novela con respecto a la representación de la violencia. Es una marca de estilo muy fuerte que nos da la pauta de la crudeza del texto al que estamos ingresando. Por otra parte, se inscribe dentro de una larga tradición de representaciones de la violencia en la literatura argentina: la escena remite a un relato de Osvaldo Lamborghini de 1973, “El niño proletario”, en el cual se produce un hecho de idénticas características, y que, a su vez, se vincula con otros textos argentinos de explícitas representaciones de la violencia, en particular El matadero, de Esteban Echeverría, texto fundador de la literatura de este país.

Otro asunto a tener en cuenta en Plata quemada tiene que ver con cambios abruptos en los recursos estructurales. El uso de los tiempos verbales es uno de ellos. El primer capítulo abre en el presente del indicativo: “Los llaman los mellizos porque son inseparables. Pero no son hermanos, ni son parecidos.” (p.11), pero luego inmediatamente usa el pasado, para contar los hechos que ocurrieron previos al atraco.

Este salto también se da en el espacio. En el primer capítulo nos encontramos, alternadamente, en el departamento de la calle Arenales donde se reúnen los asaltantes y en la habitación de hotel en San Fernando donde se encuentran Malito y el Chueco Bazán. Pasamos de un espacio a otro casi sin intervalos o pautas que indiquen que la locación cambió.

Por último, vamos a pensar en los saltos en el punto de vista del narrador. Este recurso permite superponer ángulos completamente divergentes. Por ejemplo, cuando los pistoleros atraviesan la barrera del tren tenemos el punto de vista del Nene Brignone (el narrador parece estar en el automóvil con los delincuentes); el del empleado ferroviario y su amigo (el narrador repone el punto de vista de estos testigos del hecho); y el de la prensa escrita (el narrador repone textualmente un fragmento de la crónica):

Las astillas volaban, la madera quebrada.

- No me imaginé que eran tan chotas las barreras -se reía el Nene Brignone.

Sacaron medio cuerpo por la ventanilla y las serrucharon limpitas -dijo el guardabarrera. Tanto el empleado ferroviario como su amigo de veinte años que lo acompañaba no pudieron hacer una descripción coherente de los asaltantes, dado su estado de ánimo.

Al escapar encontraron cerradas las barreras del paso a nivel de la calle Madero y sin parar el auto la cortaron con la ametralladora” (según los diarios).

(p.42)

Si comenzamos a pensar en una lectura de Plata quemada no solo como una novela negra o un thriller, sino también como una tragedia, estas múltiples voces cumplen la función del coro. En la tragedia griega, el coro tenía como tarea principal comentar líricamente lo que los actores hacían en escena. Además, estaba reservado para el coro el momento de hacer reflexiones morales y religiosas. Este es un tema que atraviesa todo el texto y sobre el que volveremos en el análisis.

Ahora bien, por narración coral se entiende que hablamos de un enfoque narrativo múltiple. Un texto con un enfoque múltiple, usualmente, se compone de varios relatos en primera persona. Plata quemada, sin embargo, mantiene un narrador en tercera persona durante todo el texto. A pesar de esto, los puntos de vista desde los cuales se narra, incluso una misma escena, son más de uno. Es por esto que puede ser considerada una novela coral.

Cuando hablamos del acceso a la información que tiene el narrador de un relato, hablamos de focalización. Dentro de los distintos tipos de focalización posibles, en Plata quemada tenemos, por ejemplo, un narrador que sabe qué sucede y también qué piensan y sienten los personajes. Por ejemplo, sabe qué siente el Nene cuando conoce a Giselle o qué recuerda Dorda antes de morir. Incluso sabe qué piensa el tesorero del banco, un personaje secundario, antes de que le roben. Este tipo de focalización se denomina focalización cero.

Por otra parte, por momentos la percepción del narrador se encuentra limitada. Algo pasa en el texto entre un párrafo y otro, a pesar de que no se ha abandonado la tercera persona. El narrador que duda tiene información, pero no es completa. Además, no sabe qué piensan y sienten los personajes. Esta es una focalización externa. Repentinamente, el narrador ha abandonado el punto de vista anterior y ha adoptado otro. Es decir, desconoce lo que ha relatado en una escena anterior. Alternar entre estos dos recursos permite superponer ángulos completamente divergentes, como vimos en el ejemplo de la destrucción de la barrera. Por ende, Plata quemada está narrada en tercera persona, pero es un relato coral, ya que la historia se compone gracias al ensamble de diferentes testimonios y ángulos.

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