Resumen
Capítulo 37: Una nueva impresión
En Navidad, Laurie va a Niza para ver a Amy. Ambos disfrutan de la compañía del otro, que les recuerda su hogar. Amy a menudo siente que debería volver para ver a Beth, pero su familia le dice que no abandone su viaje. Después de un año de no verse, los dos jóvenes tienen nuevas impresiones uno del otro, descubriendo que han crecido y ahora son adultos. Amy, que no sabe que Jo rechazó a Laurie, encuentra al joven indiferente y distante, casi hastiado. Laurie ve en Amy una joven elegante y agraciada que no ha perdido su espíritu natural.
Amy invita a Laurie al baile de Navidad y se arregla muy bien para causar una buena impresión en el joven caballero. Laurie la admira y le dispensa cumplidos, pero ella quiere que él sea tan franco y natural como si estuvieran en casa. Luego, Amy, que es solicitada por otros caballeros, se frustra ante la actitud desinteresada de Laurie. Al observarla bailar con ánimo y propiedad, la admiración de Laurie crece, y cuando Amy regresa a su lado cambia de actitud y se muestra más atento. Él se anota para bailar con ella el resto de los bailes que quedan, y los dos disfrutan de una hermosa velada juntos.
Capítulo 38: Salirse del mundo
Con sus hijos Daisy y Demi llegan nuevos desafíos para Meg y John. Durante el primer año, Meg está completamente absorbida por sus bebés, en detrimento de la felicidad de la pareja. Meg deja de dedicarle a John su atención y su tiempo, a lo que él responde pasando más tiempo fuera de su hogar, en la casa de un amigo. Pasado un tiempo, Daisy y Demi se tranquilizan y ya no necesitan del cuidado constante de su madre. Entonces Meg se siente sola en su casa y extraña la compañía de John. No quiere pedirle que se quede en el hogar, y así continúan extrañándose el uno al otro hasta que Marmee se entera de la situación. La Sra. March le dice a Meg que el deber para con sus hijos le hizo olvidar su deber para con su esposo. La alienta a incluir a John dentro de la crianza de los chicos, en especial de Demi, contándole su propia experiencia con el Sr. March. También la anima a hacer más quehaceres del hogar mientras Hannah atiende a los bebés, y a interesarse por los asuntos del mundo, puesto que la afectan a ella lo mismo que afectan a cualquier hombre. Meg acepta y sorprende a John con una linda cena y siendo muy atenta con él. Demi intenta unirse a la cena y descubre que su padre es mucho más estricto que su madre. Al principio, a Meg le cuesta mucho la disciplina severa de su marido, pero pronto aprende a confiar en que John será tan amable como firme criando a sus hijos. La pareja trata de interesarse por las preocupaciones del otro, la política y la costura, y se ponen de acuerdo en salir con más frecuencia y en hacer del hogar un lugar más agradable para todos, lo que consiguen con gran éxito.
Capítulo 39: Laurie el Perezoso
Laurie extiende su visita a Niza por un mes, en vez de una semana como había planeado, y tanto Amy como él disfrutan de estar acompañados. Un día van a Valrosa, donde Amy hace un dibujo de él para descubrir qué ha cambiado en su amigo. Le preocupa que se haya metido en problemas jugando o que sufra de amor por una mujer casada, pero Laurie le dice que no se preocupe. Él le pregunta a Amy cuándo se convertirá en una gran artista, a lo que ella le responde que Roma la hizo darse cuenta de que tiene talento pero no genio, por lo que ha decidido abandonar su sueño artístico para dedicarse a ser una dama elegante. Laurie admira su nueva determinación y sugiere que Fred Vaughn podría ser una oportunidad para convertirse en lo que ella desea. Amy responde con reserva, pero admite que se casaría con Fred si él le propusiese matrimonio, a pesar de no estar enamorada de él. Sorprendido, Laurie se decepciona con que Amy busque casarse por dinero, dado que eso no es lo que le enseñaron en su familia.
A continuación, Amy le da un sermón a Laurie sobre su indolencia, y lo incita a volver a encontrarse con su abuelo, como habían acordado, y ser de utilidad. Ella le dice que lo desprecia por ser egoísta y perezoso y por malgastar las oportunidades que vienen con el dinero, la salud y la buena posición. Amy desea que Jo estuviera allí para asistirla en su sermón, y al ver la reacción de Laurie, se da cuenta de lo que no le contó su familia: que Jo lo ha rechazado. Laurie confirma sus sospechas y Amy se disculpa por haber sido tan dura con él. Luego lo alienta a aceptar la derrota con más resolución y a hacer algo para ganarse el amor de Jo, o al menos su respeto. La muchacha termina su sermón mostrándole dos dibujos que hizo de él; el que hizo recién y otro, más tosco, de hace unos años, en el que Laurie iba a caballo y se lo veía activo y lleno de vida. Al día siguiente, Amy recibe una nota de Laurie en la que le avisa que se ha ido a encontrarse con su abuelo, comportándose como un buen muchacho.
Capítulo 40: Un valle de sombras
En la casa de los March, todos hacen lo mejor que pueden para que Beth sea feliz por el tiempo que le queda. Le preparan una habitación con su piano, su mesa de trabajo y las mejores pertenencias de cada integrante de la familia. Además la miman, dándole sus gustos. Beth, que no pierde su deseo de trabajar y complacer a los que la rodean, prepara mitones, papel secante y otras cosas útiles para los escolares que pasan por su ventana. Este hermoso tiempo en que la familia se reúne en aquella habitación, leyendo y trabajando juntos, los prepara para la etapa difícil que viene a continuación, cuando Beth empieza a agotarse y a sufrir dolores. Jo duerme a su lado en un sofá y no se aleja nunca de ella; siente que cuidar de Beth es el mayor honor que hasta entonces ha tenido. Durante este tiempo, Jo aprende a ser paciente, diligente y cariñosa, y a tener fe, mientras aprecia la belleza de la vida simple y humilde de su hermana. Jo compone un poema laudatorio de la vida de Beth, en el que le agradece todo lo que le ha enseñado, y cuando Beth lo lee se siente muy dichosa, porque su única preocupación era que su vida haya sido en vano. Jo le dice que ella permanecerá viva en todo lo que le ha enseñado, y Beth le pide que tome su lugar en la casa cuidando de sus padres. Jo acepta y decide tomar una nueva meta en su vida, abandonando su sueño de ser una gran escritora o de viajar al exterior.
Beth muere en paz en la primavera, y quienes la amaron se sienten agradecidos de que finalmente haya encontrado descanso.
Capítulo 41: Aprendiendo a olvidar
El sermón de Amy hace que Laurie se dé cuanta de su holgazanería y su egoísmo. Se dirige a Viena con el objetivo de ganarse, si no el amor, al menos el respeto de Jo, escribiendo un réquiem o una ópera. Descubre que Jo, con todos sus defectos y manías, no encaja bien en el rol de heroína, por lo que toma a Amy como su modelo. Sin embargo, después de escuchar un concierto de Mozart, Laurie coincide con Amy en que tener talento no es lo mismo que ser un genio, y acepta con humildad que no será un gran músico. Abandonando su sueño, Laurie se pregunta qué debe hacer a continuación. En este tiempo, se sorprende de lo rápido que desaparece su apasionado amor por Jo, a pesar de sus sinceras intenciones de amarla toda la vida. Le escribe para preguntarle, por última vez, si en algún momento le corresponderá, y su respuesta confirma de nuevo el rechazo. Jo le pide que vaya a ver a Amy, para quien debe ser difícil estar lejos de casa estando Beth tan enferma. Después de abandonar sus esperanzas de amor, Laurie empieza a intercambiarse cartas con Amy, quien en efecto padece nostalgia. Laurie se va de Viena y se dirige a Paris, a la espera de que Amy le pida que la vaya a visitar a Niza.
Amy quiere ver a Laurie, pero no lo invita porque Fred Vaughn ha vuelto. Sin embargo, y a pesar de su plan, rechaza la propuesta de matrimonio de Fred. Ella disfruta mucho de escribirle a Laurie, y ambos conservan las cartas apreciando el afecto, que creen fraternal, pero que en realidad es romántico. Laurie se alivia cuando se entera de que Fred se fue a Egipto, comprendiendo que Amy lo rechazó.
Amy se encuentra en Vevey con los Carrol cuando se entera de la muerte de Beth. Laurie va a visitarla unas semanas después, apenas recibe las noticias, y la encuentra sentada en un jardín. Allí descubre en Amy un costado tierno poco visto. Apenas lo ve, Amy corre hacia él, y, mientras se abrazan, ambos descubren que se aman recíprocamente, aunque no hablan de ello. Los dos encuentran consuelo en estar juntos durante este momento triste, mientras la Tía Carrol alienta discretamente su unión. Hacen muchas actividades en Vevey, y Amy admira el cambio que se ha producido en el joven Laurence. Al principio, Laurie se siente culpable de haber remplazado a Jo por Amy, pero siente que su nuevo amor es genuino y espera el momento oportuno para decir algo. El momento llega cuando están remando juntos en el lago. Laurie le pregunta si le gustaría “que [fuesen] siempre en el mismo bote” (607), y Amy responde que sí.
Análisis
El tema del trabajo aparece en esta parte cuando Amy sermonea a Laurie. Ella lo desprecia porque él es perezoso y desperdicia su dinero. Laurie siempre tuvo que luchar con la indolencia, que es una de sus tres cargas, junto con su deseo de ser músico y amar a Jo. Gracias a Amy, Laurie supera los tres desafíos en esta sección. Amy también supera su vanidad al rechazar a Fred Vaughn. Esto es algo que decide siguiendo su corazón, puesto que antes, en su razonar, afirmó que no soportaría más la pobreza, y que alguna de las hermanas debía casarse con un hombre rico para que todos lleven una vida más confortable (Capítulo 31, 450). Sin embargo, después de saber que Laurie desaprueba su unión, descubre que “ahora ser una dama de la alta sociedad le [interesa] mucho menos que ser una mujer adorable” (599).
Laurie y Amy se ayudan mutuamente a darse cuenta de que sus aspiraciones personales no estaban yendo por el camino correcto. Amy le cuenta a Laurie que ya no desea ser una gran artista y que solo quiere ser una buena dama, y después de esto Laurie descubre que tiene talento pero no genio para perseguir sus ambiciones musicales, por lo que renuncia a ser músico y decide trabajar en el negocio de su abuelo, que por tanto tiempo ha rechazado. En el camino hacia la superación personal, ambos deben abandonar sus intereses individuales para realizarse como hombre y mujer respectivamente, realización que se coronará con su unión en casamiento.
En oposición al indolente Laurie está la industriosa Beth. Su muerte se relaciona con varios temas importantes de la novela. El desinterés que la caracteriza es celebrado y admirado. La superación personal continúa hasta en sus últimos días de vida, puesto que intenta aceptar su destino con alegría y fe. Beth le pide a Jo que cuide diligentemente de su madre y su padre, lo cual Jo acepta sacrificando sus propios sueños y ambiciones. Ella hace este sacrificio después de aprender de la propia Beth el valor de la abnegación.
La muerte de Beth es también la circunstancia que termina de unir a Laurie con Amy. Su unión, además de ser romántica, es un acto que completa a la familia. En diferentes momentos de la trama, varios personajes expresan su deseo de que Laurie sea oficialmente parte de los March, y su relación con Amy concreta estas expectativas.
El motivo de las flores sigue estando presente en esta sección. En el baile de Navidad de Niza, Amy las usa de adorno para su vestido y causa la impresión que quería en Laurie, que admira su aspecto pensando que parece “una escultura bella y perfecta” (540). En Valrosa, Laurie se pincha el dedo tratando de recoger una rosa con espinas, que le hacía recordar a Jo. Amy toma unas rosas pequeñas de color crudo sin espinas y las coloca en el ojal de su amigo. Primero Laurie piensa que ese tipo de flores, que en Italia se colocan en las manos de los muertos, indican algún presagio nefasto para él o para Jo, pero Amy luego le dice que de seguir su consejo de usar esas rosas no se pinchará más los dedos. Esta parte no solo presagia la muerte de Beth, también anticipa que Laurie abandonará su amor por Jo, apasionado e hiriente como las rosas rojas con espinas, eligiendo a Amy, cuyo amor es más puro e inofensivo, como las rosas de color claro.
En los conflictos domésticos de Meg y John son relevantes los temas del trabajo y de los derechos de la mujer. Meg siente que John no cumple con sus deberes para con ella, cuando en realidad es ella la que está en falta, según los valores de la época, en los cuales se inculca que el deber principal de las mujeres es cuidar tanto de sus hijos como de sus esposos. Marmee la insta a hacer un balance entre la atención que le dedica a los bebés y la que le debe a John. A pesar de que este foco reduce a la mujer al ámbito de lo doméstico, la Sra. March también anima a su hija a interesarse en los eventos que suceden fuera del hogar, lo que implica una intervención más activa de la mujer en el ámbito de lo público, que, en la época, es dominio absoluto de los homrbes. Si bien a Meg no le resulta sencillo seguir los asuntos políticos que le interesan a su esposo, Marmee sabe que también la afectan a ella, como cuando la guerra civil se llevó lejos al Sr. March. Puede resultar irónico, sin embargo, que la Sr. March inste a su hija a tomar parte más activa en asuntos políticos cuando también le indica que su deber es para con su esposo e hijos.