Mujercitas

Mujercitas Louisa May Alcott y su padre

Mujercitas es, en gran medida, una novela autobiográfica, por lo que conocer las experiencias reales de la familia Alcott nos puede proporcionar una comprensión más profunda de los personajes de la novela y de sus relaciones. La influencia de Ambos Bronson Alcott, el padre de Louisa, es particularmente extensa en el libro. Por ejemplo, El progreso del peregrino, la alegoría más importante de la primera parte de la novela, era el libro favorito de Bronson. Asimismo, el personaje del Sr. Bhaer en Hombrecitos utiliza algunos de los métodos de enseñanza del Sr. Alcott, como hacer que un estudiante que se portó mal tenga como castigo golpear al profesor, y no que el profesor golpee al alumno.

La relación de Louisa May Alcott con su padre era mucho más tumultuosa que la que tiene Jo con el santo Sr. March. Sin embargo, teniendo una comprensión más cabal del papel de Bronson en la vida de Louisa, es posible identificar restos de las tensiones entre padre e hija en el vínculo de sus representaciones ficcionales.

Bronson Alcott era un ferviente filósofo y educador. Creía en el Trascendentalismo, un movimiento alternativo que comenzó en Nueva Inglaterra en el siglo XIX y que actualmente se asocia a Ralph Waldo Emerson y a Henry David Thoreau. Bronson Alcott escribió sobre sus creencias y trató de vivir acorde a ellas. Su filosofía se centraba en que las personas hallasen de forma intuitiva la verdad y la moralidad. Tradujo sus convicciones filosóficas a un método de enseñanza que privilegiaba las experiencias educativas prácticas y el método socrático, en desmedro de aprender lecciones de memoria. Bronson aplicó este método en varias escuelas experimentales, la más famosa de ellas la Temple School, que abrió en Boston en 1834. El colegio creció hasta que, en 1836, Bronson publicó Conversations with the Gospels (Conversaciones con los Evangelios), libro en el que describe el éxito de sus métodos de enseñanza. Desafortunadamente, la publicación fue mal recibido porque el público en general rechazaba la idea de que los niños se involucraran en conversaciones adultas. Algunos padres retiraron a sus hijos de la Temple School, particularmente después de que Bronson admitiera el ingreso de un estudiante afroamericano. La escuela cerró en 1839, dejando a Bronson endeudado.

Después de vivir en Concord, cerca de Emerson, de Thoreau y de otros filósofos que lo alentaron a seguir adelante, en 1843 Bronson fundó una granja comunitaria experimental llamada Fruitlands. El proyecto duró poco, debido a una mala cosecha y problemas de salud, sumado a lo difícil que era seguir la estricta filosofía de Bronson. Luego, el filósofo consideró unirse a otra comunidad, llamada Shaker, a pesar del requisito de separarse de su esposa e hijos, como le sucede a Christian en El progreso del peregrino. Louisa, que en ese entonces tenía 11 años, recordaba con tristeza esta época, durante la cual rezaba para que su familia permaneciera unida. Bronson decidió finalmente quedarse con su familia y, después de estar 6 meses en Fruitlands, se mudaron a otra parte. Entonces, el padre de Louisa sufrió una gran depresión, frente al fracaso de su utopía. Se negó a trabajar de peón, no pudo conseguir empleo como profesor y sus amigos lo desestimaron. Si bien Emerson se distanció públicamente de Bronson, asistió financieramente a su familia durante muchos años y eventualmente lo ayudó a conseguir un hogar de forma permanente. Después de un tiempo, Bronson fue elegido como Superintendente de Escuelas en Concord y comenzó una exitosa escuela de Filosofía.

Louisa y su padre se tenían mucho amor y respeto, pero se causaban mutuamente grandes disgustos. Bronson era un perfeccionista que pocas veces tenía en cuenta asuntos mundanos. En cambio, Louisa era brava, impulsiva y de carácter fuerte, y se frustraba a menudo con la filosofía de su padre, resintiendo su idealismo. Louisa describió el experimento de Fruitlands en un cuento satírico, “Semillas trascendentalistas”. Teniendo esto en cuenta, podemos entender mejor por qué el Sr. March alienta a Jo a escribir mejores historias sin importar el dinero, mientras su hija insiste en escribir relatos sensacionalistas para pagar las deudas de la familia que su padre no pudo saldar.

A primera vista, el Sr. March parece un hombre espiritual, idealista y bondadoso, cuya devoción por su familia es inquebrantable. Su caracterización parece reflejar muy poco de los problemas que tenía la autora con su padre. En la primera parte, esto se debe en parte a que el Sr. March está ausente. Algunos estudiosos afirman que Alcott redujo y suavizó el carácter de su padre porque, si lo hubiera representado tal cual era, sus lectores habrían tenido dificultades para simpatizar con la familia March. Sin embargo, Bronson solía estar mucho tiempo fuera del hogar, dejando a su esposa a cargo de la familia. Durante uno de aquellos momentos memorables viviendo en Fruitlands, Bronson se hallaba lejos buscando nuevos integrantes para la granja cuando una tormenta amenazó con arruinar toda la cosecha de cebada. La madre de Louisa se hizo cargo ordenando a sus hijas que recogieran tanta cebada como pudieran sobre sus mantas y sábanas antes de que llegara la tempestad.

En Mujercitas, la frustración que siente Jo por su pobreza y por la necesidad de trabajar nunca se descarga en su padre. En cambio, Louisa expresa molestia, en su diario, ante la excesiva generosidad de Bronson, que invitaba a otros a quedarse en su hogar cuando tenían poco y nada para ofrecer. También se muestra disgustada por tener que trabajar y coser para sobrevivir, y dolida porque su padre tenía de favoritas a sus hermanas Anna y May, quienes eran más dóciles que ella.

Quizás el momento en el que el vínculo entre padre e hija dentro de la ficción se parece más a la realidad tiene lugar, en Mujercitas, después de la muerte de Beth. Es un momento en el que el Sr. March y Jo se reúnen para hablar no solo como padre e hija, sino también como dos personas adultas, capaces de ayudarse mutuamente con empatía y amor. Con Mujercitas, Louisa pudo pagar las deudas de su familia y ganarse el respeto del mundo. Luego de su éxito, Bronson daba conferencias presentándose como el padre de Louisa May Alcott. Esto generó un nuevo acuerdo de respeto y cuidado mutuo entre Louisa y su padre.

Amos Bronson Alcott falleció el 4 de marzo de 1888, pidiéndole a Louisa que “se fuera con [él]”. Dos días después, Louisa lo acompañó.

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