Mujercitas

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Escenas de la vida cotidiana

Gran parte de los diálogos y de los eventos que transcurren en la novela suceden en el interior de la casa de los March, razón por la cual la narración se detiene a menudo a describir los quehaceres domésticos de esta familia: “El reloj dio las seis y, tras barrer el hogar, Beth acercó a él un par de zapatillas viejas para que se calentaran. Aquello tuvo un efecto tranquilizador en las muchachas, pues sabían que significaba que su madre no tardaría en volver” (16). A través de la descripción de su cotidianidad, vemos a las hermanas March mientras arreglan sus ropas, limpian y ordenan la casa, se reúnen junto al fuego o cantan alrededor del piano. Estas imágenes domésticas acercan al lector a la intimidad de las chicas, lo que le permite sentir simpatía por ellas e identificarse con sus experiencias de vida.

Vestidos

Los eventos sociales a los que asisten las hermanas March son siempre anticipados por el momento de preparar los vestidos para la ocasión. Es entonces cuando el narrador hace mención detallada de los vestidos, los accesorios, los arreglos y los peinados: “El abanico nuevo hace juego con las flores, los guantes son un primor y el encaje del pañuelo de la tía da el toque final al vestido” (539). Estas instancias demuestran cómo las chicas se las arreglan con las pocas cosas que tienen para lograr una belleza simple y natural –no siempre desprovista de alguna incomodidad o dolor, como cuando Meg se pone unos zapatos que le quedan chicos– que se considera más genuina frente a los atuendos lujosos y cargados con los que se visten sus amigas, de familia adinerada.

Paisajes naturales

Cuando Laurie espía a sus vecinas sentadas en una colina haciendo tareas, la escena de la vida doméstica se traslada al exterior para fundirse con el paisaje:

(...) las jóvenes se habían sentado en un lugar fresco, donde la luz del sol se alternaba con las sombras; el viento, cargado de fragancias, jugaba con sus melenas y aliviaba el calor de sus mejillas, mientras los habitantes del bosque seguían con su ir y venir, sin inmutarse, como si en lugar de intrusas, las hermanas fuesen viejas amigas” (204)

Otras escenas en el exterior, como el campamento Laurence, o cuando Laurie y Amy visitan Valrosa, van acompañadas de descripciones de la naturaleza que hacen que el entorno de la conversación sea uno ameno y agradable para los personajes de la novela.

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